Cartas al Director
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Señor Director:
Una de las medidas anunciadas por el gobierno para resolver el conflicto de la Educación es darle carácter constitucional al derecho a recibir Educación de Calidad. Las implicancias de esta medida son profundas, lo que me lleva a reflexionar sobre lo siguiente: ¿quién o quiénes van a definir lo que se entiende por educación de calidad y los estándares asociados a esa definición, a fin de poder controlar que se cumpla con ese derecho? Suponiendo que los estándares serán rigurosos, dinámicos y exigentes, ¿tenemos suficientes profesores bien preparados y al día en conocimientos, para garantizarle a todos los niños de Chile que recibirán esa educación de calidad que les otorgará la Constitución? Ante este derecho ¿estará dispuesto el Sr. Gajardo, uno de los líderes de este movimiento, a que los profesores sean evaluados periódicamente y aquellos que no tengan méritos suficientes para estar en un Aula ni estén interesados en mejorar, puedan ser despedidos, a lo que hasta ahora se ha opuesto? Finalmente, ¿habrá consciencia en el movimiento estudiantil que esta tarea no es de solución inmediata y que no se trata tan solo de injertar más dinero al sistema? Otorgar derechos pareciera sencillo en su concepción. En el caso de la educación de calidad, falta saber si el país está preparado para sustentarlo y de no ser así, cuánto tiempo demorará poder hacerlo.
Jaime Jankelevich W.
Señor Director:
Los estudiantes secundarios y universitarios han posicionado a la educación en el tope de las prioridades nacionales. Por lo mismo, el paquete de reformas presentadas por el gobierno está a la altura de las circunstancias, en tanto plantea una agenda amplia, que aborda el sistema educativo en su conjunto y a largo plazo.
Si queremos que el final de esta historia sea provechoso para los propios estudiantes y para la educación chilena, hace falta un paso fundamental: que los distintos sectores involucrados en la negociación aprueben las propuestas del Ejecutivo y depongan las manifestaciones y paros.
En caso de ocurrir, habrán capitalizado su enorme esfuerzo y demostrado que, además de voluntad y perseverancia, tienen sentido político. No obstante, de continuar con las tomas y movilizaciones, corren el serio riesgo de echar por tierra todo lo que han construido, pues la opinión pública no comprendería que le dieran un portazo a una reforma como la presentada por el gobierno, con el solo objetivo de jugarse el “todo o nada”. El Ejecutivo ya cumplió con su parte. Ahora la palabra es de los estudiantes.
Felipe Díaz Mesa
Señor Director:
Si como sociedad chilena ponemos en la coctelera los siguientes ingredientes: la crisis a nivel política y económico en Europa y Estados Unidos, la fuerta caída de los mercados mundiales anunciada en los medios, la precipitada caída en la aprobación, o más bien rechazo de plano, de la gestión de nuestro gobierno, el visible descontento juvenil debido a la calidad de la educación y la imposibilidad de las partes para llegar a acuerdos sobre ello, la frustración de los usuarios del transporte público, el alza significativa de la delincuencia, y la percepción ciudadana sobre su nivel de bienestar en relación al crecimiento económico del país, pronóstico que el trago que sacaremos del envase y que nos tocará tragar en los próximos meses va a tener un sabor muy amargo.
Juan Luis Hernández Viera
Señor Director:
Hace ya rato que me acompaña la amarga sensación de que la opacidad y desfachatez de los partidos políticos están dañando en forma severa a nuestra democracia con consecuencias en el mediano plazo quizá gravísimas. Es imposible no acordarse de lo que dijo el cínico norteamericano Ambrose Bierce: ”En democracia el elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros”.
Gabriel Guiloff