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Columnistas

Autenticidad y coherencia: La lección del 2014

José Antonio Garcés

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 15 de diciembre de 2014 a las 05:00 hrs.

Comenzamos a dejar atrás un 2014 que, a ojos de muchos, se hizo largo. En medio de una contingencia compleja, adolecimos del típico síndrome de "El árbol no deja ver el bosque". La tentación de caer en miradas pesimistas se vuelve difícil de vencer, pero ¡hay que hacerlo!, porque la experiencia indica que las lecciones más valiosas se aprenden a partir de los errores y de las dificultades que se enfrentan.
Quienes dirigimos empresas, estábamos acostumbrados a enfrascarnos en nuestro propio quehacer y en cosas concretas. Lo bueno era sinónimo de útil y productivo. Las cifras, gráficos y estadísticas eran el lenguaje compartido. Sin embargo, hoy nos damos cuenta de una arista que no percibíamos y que nos impone nuevos desafíos: nuestro idioma no era comprendido.


Desde la década de los '90 veníamos escuchando sobre un "cambio de paradigma", "pensar fuera de la caja", evitar "hacer más de lo mismo". El problema es que hablábamos de ello pero no lo integrábamos al ámbito de la gestión. Porque cuando una fórmula prueba ser exitosa, nos apegamos a ella con fuerza. Buscamos lo predecible, lo seguro. Hoy, las circunstancias nos obligan a romper la inercia, a detenernos, desviar nuestro foco de la meta y auscultar también el proceso.


Es tan revelador el dato aportado por la Encuesta Bicentenario UC Adimark (2013), que señala que sólo el 16% de los encuestados confía mucho o bastante en las empresas, mientras que el 72% afirma confiar mucho o bastante en SU empresa. Aquella que conoce y donde encuentra su desarrollo profesional. Este mero dato reafirma la necesidad de que la sociedad entienda que la empresa no es sinónimo sólo de reconocidos empresarios o de grandes holdings. La empresa debe ser comprendida en un sentido amplio. Cuando a ésta le va bien, todo un ecosistema social y humano se beneficia. Los colaboradores, sus familias, los proveedores, distribuidores, clientes, accionistas minoritarios y mayoritarios, la comunidad toda. Al contrario, cuando una empresa incurre en una mala práctica se produce un daño inconmensurable, afectando no sólo a la imagen del sector sino a todo ese ecosistema.


Pero este nuevo concepto de empresa, que integra a diversos grupos de personas, además de ser comprendido por la sociedad, debe antes que nada responder a una convicción profunda de cada líder empresarial. Toda actividad económica y productiva es eminentemente humanista. Si bien se requiere incorporar un enfoque profesional para una gestión eficiente, la razón de ser de cualquier negocio es y será siempre el bienestar de las personas. Por lo tanto, la economía así como la empresa deben ponerse al servicio de éstas, en lugar de verlas como medios para otros fines. La pregunta que debemos hacer en este balance de fin de año es, ¿cuánto contribuye mi empresa al desarrollo integral de quienes participan en ella?

De esto nos vino a hablar este año el cardenal Peter Turkson, quien en su visita a Chile dejó un documento de gran valor para enfrentar de mejor manera los desafíos del 2015: La Vocación del Líder Empresarial. En él entrega una útil autoevaluación para hacer un balance certero de nuestra gestión y de su sentido. Preguntas que apuntan a cuestionarnos si los productos y servicios que ofrecen nuestras compañías son realmente buenos y de calidad, si satisfacen necesidades genuinas y si fomentan el consumo responsable. O bien, interrogantes que invitan a conocer realmente las necesidades y expectativas de desarrollo de los colaboradores, de modo que crezcan y alcancen el máximo de sus potencialidades. También se llama a evaluar el destino y redistribución justa de las utilidades en las organizaciones.


Quizás una de las lecciones más importantes del 2014, es que los esfuerzos orientados a la construcción de una sólida imagen o reputación corporativa son infructuosos si no se condicen con lo que la empresa hace día a día, y con las decisiones que toma respecto a todos sus grupos de interés. La imagen corporativa debe corresponder 100% a la "realidad" corporativa. Ser lo que parecemos ser. Autenticidad y coherencia, uno de los valiosos desafíos que nos deja el año que se va.

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