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Chile y el emprendimiento social

Hace un tiempo se dio a conocer el Índice de Desarrollo Humano que publica el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo...

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Hace un tiempo se dio a conocer el Índice de Desarrollo Humano que publica el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Un comentario reiterado en los días en que se publicó, fue ¿cómo Chile puede estar primero en América Latina, si tenemos una gran desigualdad en la distribución de los ingresos?


Buscando explicaciones a esta paradoja, hay una pequeña parte de esa explicación que queda comúnmente fuera de la discusión, pero que es tremendamente importante: el gran empuje que tenemos los chilenos en el área del emprendimiento y la innovación social.

Alrededor del año 2000, Harvard lanzaba su iniciativa social Enterprises Knowledge Network, para obtener información y casuística que permitieran conceptualizar la Responsabilidad Social Empresarial. Por esos mismos años, el World Business Council for Sustainable Development, comenzaba su iniciativa “Doing Business with the Poor” (haciendo negocios con los pobres).

Estas y otras iniciativas similares tenían dos factores comunes. Lo primero es que con los años revolucionarían el concepto de cómo entendemos los negocios hacia y desde la base de la pirámide económica; lo segundo, que todas iban más lento que la gente agrupada en la “sociedad civil”.

Mientras estas grandes iniciativas conceptualizaban los modelos, millones de iniciativas individuales o de pequeños grupos, avanzaban rápidamente. Eran (son) los emprendedores sociales. En Chile tenemos algunos casos formidables. La Teletón, el Hogar de Cristo, Un Techo para Chile y el más reciente, Desafío Levantemos Chile. Son todas obras de emprendedores que lograron hacer una innovación que contribuye a mejorar la vida de millones de personas.

Estos ejemplos, han servido para que hoy contemos con varios modelos de negocios que permiten “hacer acciones con los pobres”, dirigiendo actividades hacia ellos o levantando trabajos desde sus habilidades y capacidades. Es decir, haciendo negocios para la base de la pirámide o bien desde ella.

Esta nueva forma de desarrollar negocios, a partir de modelos inclusivos, ha permitido crear soluciones para nuevos productos y servicios, nuevos canales de distribución y nuevas formas de pago, entre otras. Es el reto de innovar para y con las clases económicas con menores recursos, de manera de apoyarlos en la solución de sus problemas desde su propia y particular óptica. Es lo que explica en parte que aun cuando exista una gran brecha en la distribución del ingreso, ésta sea más suave de lo que podríamos tener si no existieran estos emprendedores, que no sólo se quedan en la detección de los problemas de la sociedad, sino que se hacen cargo de las soluciones.

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