Hoy, un gran número de empresarios están desarrollando sus negocios con una mirada distinta a la tradicional e incorporandoaspectos como el bienestar de la sociedad y el entorno por sobre el retorno económico de corto plazo. ¡Bien!, el mundo avanza y cada vez son más quienes son capaces de percibirlo y emprender el camino donde los valores humanos y el bien común empiezan a debilitar al dinero y el poder.
Para desarrollar estos nuevos conceptos de empresa, donde el rol social tiene gran relevancia, como las "empresas B" o las "empresas conscientes" se requiere también la participación de un Estado que esté al nivel. Es decir, que esté dispuesto a aceptar que la contribución de una firma a la sociedad es hoy necesaria para producir la renta, que promueva el aporte de valores humanos y en su entorno de negocio. Si queremos crecer como país, mejorar la productividad, mayor desarrollo de los trabajadores, una sociedad más alegre y menos beligerante y un país más inclusivo y con menores desigualdades, tenemos que construir un país donde se incentiven las buenas prácticas y en el que todos busquen construir en armonía con los demás.
Pero seguimos en un país donde los prejuicios están por sobre los deseos de construcción, de paz, de la confianza en las personas, por sobre el amor. Y el Estado no contribuye en nada a cambiar aquello. Nuestro gobierno y parlamentarios parecieran empecinados en que los chilenos nos odiemos entre nosotros cada día un poquito más. ¿Por qué una reforma laboral se tiene que plantear como si se tratara de una guerra? ¿Por qué no evitar la guerra y buscar la paz?
Para buscar la paz podríamos financiar con una cotización previsional adicional del 1% gran parte del costo de la conflictividad laboral y su control (juzgados del trabajo, procesos de mediación, Inspección del Trabajo, etc...). Esta cotización que sería inicialmente aportada en partes iguales por empleador y trabajador, podría irse reduciendo hasta llegar a cero en la medida en que la empresa y sus trabajadores no presentan ningún tipo de incumplimiento ni conflicto, ni huelgas, ni juicios, ni reclamos, etc. Así, todos tenemos los intereses alineados con "la paz" y no con "la guerra" y el Estado (supongo que con gusto) financia la paz y los que entran en conflicto financian su propia "guerra".