Columnistas

La dura carrera en la ópera

Carmen Gloria Larenas Directora general del Teatro Municipal de Santiago

Por: Carmen Gloria Larenas | Publicado: Jueves 24 de noviembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Carmen Gloria Larenas

Con “Manon”, cuyas funciones terminaron la semana pasada en el Teatro Municipal, profundizamos el retorno de la ópera escenificada en nuestro país. Este es un género que reúne música y teatro en un mismo escenario y que hace más de 400 años genera pasiones encendidas y, también, críticas apasionadas.

¿Las más populares en este camino recorrido? En Chile y por concepto de venta en boletería son Carmen, La Traviata, Aída, Turandot, Madama Buterfly, Rigoletto, Tosca, El Barbero de Sevilla, La Flauta Mágica y La Bohème. En los teatros de mayor prestigio a nivel internacional y para una noche de estreno, el precio de una entrada puede ser de US$ 600. Y es por eso que la lectura fácil de la ópera nos lleva a entenderla como un género que se asocia principalmente con glamour, y con públicos adultos y adinerados. Poco se releva la diversidad de quienes asisten a las funciones y, menos, la dura carrera que deben recorrer sus protagonistas: los cantantes.

“La voz ya no es suficiente. Son necesarios nervios de acero, inteligencia para construir una carrera en el largo plazo, redes sociales, una sobreexposición en todo tipo de plataformas digitales y un agente que respete las etapas artísticas”.

Artistas como el tenor alemán Jonas Kauffmann, favorito de revistas y un amplio público, pueden reunir 15 mil personas al aire libre en Europa y lograr que sintonicen el concierto 1,7 millones de espectadores. Sin embargo, la realidad es que tras esas carreras y otras menos fulgurantes, hay siempre un camino desafiante.

La voz ya no es suficiente para tener éxito. Son necesarios nervios de acero, inteligencia para construir una carrera en el largo plazo, redes sociales, una sobreexposición en todo tipo de plataformas digitales y un agente que, ojalá, no obligue al cantante a saltar etapas artísticas.

Si todo eso se da, algunos serán considerados por la industria y sus ingresos por función, en un teatro de los con mayor presupuesto en el mundo -ltras seis semanas de ensayos-, pueden alcanzar US$ 13 mil. Por recitales, la cifra sube. Y por conciertos masivos en arenas, crece como la espuma. Se vio en Chile.

Un cantante puede llegar al mundo real de la ópera después de -al menos- seis años de estudios y abordando roles pequeños tras varias audiciones. Luego vienen la dura competencia con el centenar de nuevos aspirantes que aparecen cada día en el “mercado” lírico mundial; no sobreestimar la voz; superar el temor a decir no a una propuesta buena para el teatro, pero mala para el artista; siempre tener concentración, pese a los largos y permanentes viajes; sobrellevar a directores de escena más protagonistas que los mismos protagonistas; un público veleidoso que aplaude y condena con la misma facilidad; y administrar los consejos que cuanto admirador o asesor da sin que nadie los pida.

Sumemos el día de silencio deseable para que la voz descanse después de una función en un rol protagónico, o más.

¡Bienvenidos al mundo de la ópera! Maravilloso, incomprendido, vanidoso y veleidoso. También estigmatizado. Una profesión donde el tiempo y la paciencia son esenciales... justo en estos tiempos.

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