Energía solar desde el espacio: una apuesta estratégica
MARÍA PÍA AQUEVEQUE Directora de empresas, experta internacional en activos digitales
Mientras el mundo busca acelerar la transición hacia fuentes limpias, una nueva frontera energética se consolida fuera del planeta: la energía solar basada en el espacio (SBSP, por su sigla en inglés). Este modelo -ya en desarrollo por China, EEUU y la Agencia Espacial Europea- propone generar electricidad mediante satélites en órbita que capturan energía solar de maneracontinua y la transmiten a la Tierra en forma de microondas o láseres. En tierra, estaciones receptoras llamadas rectenas convierten esa energía en electricidad utilizable. Y Chile, si se anticipa, podría convertirse en un actor relevante en esta naciente cadena de valor.
La SBSP ya no es ciencia ficción. Existen pilotos funcionales, hojas de ruta oficiales y un interés creciente por su potencial: generación limpia, constante, independiente del clima y sin la variabilidad que afecta a las renovables terrestres. Para países con desafíos de demanda energética, objetivos de descarbonización y ambición tecnológica, esta es una oportunidad estratégica. Y Chile reúne condiciones únicas para aprovecharla.
“No es ciencia ficción, es la próxima infraestructura crítica. Y Chile tiene dos caminos: anticiparse y liderar, o llegar tarde a una red energética que se construirá… allá arriba”.
El norte del país posee la mayor radiación solar del planeta, grandes superficies deshabitadas y cielos despejados la mayor parte del año. Este entorno ofrece condiciones óptimas para albergar rectenas, que podrían recibir energía desde satélites geoestacionarios y alimentar tanto el consumo interno como la exportación energética regional. Chile podría convertirse en un proveedor de energía limpia hacia países vecinos o incluso más allá, consolidándose como un hub energético sudamericano en el contexto de una infraestructura energética orbital.
Pero el valor de la SBSP es más que geográfico. Su implementación requiere una cadena de valor altamente tecnológica: satélites, lanzadores, electrónica de potencia, IA, nuevos materiales y sistemas de transmisión avanzada. Si Chile quiere participar más allá de lo operativo, debe apostar por la creación de capacidades industriales y tecnológicas nacionales. Aún no compite plenamente en esos campos, pero tiene un ecosistema emergente en ciencia, robótica, software e innovación. Además, la creación de la Agencia Espacial Nacional abre una oportunidad concreta para establecer alianzas internacionales y coordinar una visión país en este ámbito.
La dimensión estratégica es evidente. En un escenario global donde la energía es también un factor de poder, fortalecer la soberanía energética será esencial. Acceder a nuevas fuentes y tecnologías, sin depender de infraestructura extranjera, será clave para la resiliencia nacional. SBSP permitiría a Chile proyectarse como proveedor energético regional y reducir vulnerabilidades geopolíticas. No participar implica riesgo. Si otros países consolidan esta infraestructura primero, podrían controlar flujos energéticos globales clave. Chile debe decidir si observa desde la Tierra o participa en la construcción de esta nueva red energética desde el espacio. La oportunidad está sobre la mesa. Y también en órbita.