Padre Hugo Tagle

Huevos de Pascua

Una bonita tradición de ayer Domingo son los huevos de Pascua. Desde siempre, los cristianos buscaron signos sensibles para manifestar su fe.

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 25 de abril de 2011 a las 05:00 hrs.
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Una bonita tradición de ayer Domingo son los huevos de Pascua. Desde siempre, los cristianos buscaron signos sensibles para manifestar su fe. El domingo antepasado fueron los Ramos, donde millones de personas en el mundo entero dieron muestras de su fe y alegría a través de los ramos de Olivo y Palma, con los que se da inicio a la semana santa.



La fe requiere de signos para recordarse, sentirse, verse. A Dios nadie lo ha visto. Pero podemos ver su gracia actuando y transformando en personas y a través de lo que nos evocan los signos. No los adoramos. Expresan fe y manifiestan la bondad del Creador.

Entre los muchos signos pascuales -cirio, fuego, agua- destaca este simpático y enternecedor signo de los huevos de Pascua. A diferencia de los anteriores, surgió popularmente, como simple expresión de una fe que quería plasmarse en algo sensible. Un recuerdo popular de que Cristo vence a la muerte, de que reina la vida y que hay esperanza a pesar de los signos de desesperanza.

Simboliza la nueva vida que surge con el Señor Resucitado. Así como el huevo, aparentemente inerte, da lugar a la vida, de la misma manera en Pascua de Resurrección se vence a la muerte y se da paso a la verdadera vida.

Para colmo, los huevos de Pascua los traen conejos. La razón es que éstos son los primeros animales que aparecen en los prados y bosques del hemisferio norte, tras el crudo invierno. Y son de chocolate y multicolores, como signo de vida, dulzura y colorido festivo, mostrando así un rostro de Dios algo extraño para muchos pero muy necesario en este tiempo: Dios es pura vida, alegría y no tristeza y muerte.

Luego de una cuaresma tan golpeada por signos de tristeza y escándalo, nos hace bien resaltar estos signos de esperanza y vida. Ya la vida tiene bastantes tristezas como para abrumarnos con más problemas. La fe cuestiona e interpela, pero también es fuente de consuelo, esperanza y nueva vida; fuente de alegría, la que desde su modestia puede traer un simple huevo de chocolate.

Este modesto signo se disfruta más cuando se comparte con otros. Es como la vida misma, que es más intensa y feliz cuando se regala y se transforma en servicio.

El tiempo pascual, tras estos días de semana santa, son para renovarse y reencantar la vida. Si no lo ha hecho, ojalá pueda probar en estos días un huevo pascual de chocolate. Aunque sea pequeño. Le recordará que siempre hay alegrías; que la vida es más que las tristezas y que, al final de todos los túneles, está la vida en su plenitud.

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