De las cifras que aparecen en la última versión de la publicación anual de Amrop referida a los Directores en Chile se desprende una interrogante relativa a los incentivos que puede tener un destacado y experimentado profesional frente a una invitación a formar parte de un directorio.
Pareciera que el factor no es económico. Basta una simple interpretación de los números para llegar a esta conclusión, ya que según el estudio, la compensación anual que recibe un Director de una Sociedad Anónima Abierta es de $ 31,2 millones antes de impuestos, utilizando la mediana como el estadígrafo más representativo, ya que la dispersión es tan alta que el promedio resulta poco indicativo.
Por tratarse de personas naturales, y si se considera una tasa impositiva del 35%, la compensación efectivamente percibida por los directores se reduce a $20,2 millones anuales, lo que en términos mensualizados resulta en $1,7 millones.
Debiera existir consenso en que no se trata de una compensación abultada para un cargo de esta magnitud y con el nivel de responsabilidad profesional, legal y hasta incluso patrimonial que implica esta posición que generalmente ocupan destacados profesionales, muchos de los cuales ya fueron gerentes generales de empresas relevantes y con rentas importantes.
De lo anterior se desprende que, para que un director quiera dedicarse solo a ocupar esta posición en diversas empresas, tendría que participar en aproximadamente seis directorios para que exista un acercamiento económico con un gerente general, sin considerar los bonos, con los que el número de directorios requeridos sería aún más alto. Si este fuera el caso aparece un punto relevante: la cantidad razonable de directorios en los que un profesional debiera participar, cumpliendo a cabalidad sus responsabilidades.
Además, no resulta fácil ser convocado a esa cantidad de directorios, al menos en un corto periodo de tiempo, sino que se dan en forma paulatina, llegando a tomar varios años hasta la consolidación en el ejercicio de este cargo.
Por esto, el cargo de director constituye en muchos casos una actividad complementaria de otras más demandantes de tiempo y económicamente más rentables.
Hace un par de años, Amrop publicó un Newsletter que llevaba como título "Todos quieren ser Directores". Pues bien, en alguna medida, y en sentido figurado, este título sigue vigente en cuanto a que la disposición de altos ejecutivos, destacados profesionales y directores en general, en su gran mayoría muestran un amplio interés por considerar una invitación de este tipo, incluso sin antes conocer la compensación asociada al cargo. Al parecer la variable económica termina siendo la menos relevante.
A un alto ejecutivo, le resulta atractivo y desafiante ocupar una posición estratégica y directiva donde se maneja un alto nivel de información de mercado y pueda entregar la experiencia gerencial adquirida. Por otra parte, para un profesional que se ha consolidado en un cargo gerencial, resulta un paso natural asumir un cargo directivo y así iniciar una nueva etapa en su trayectoria.
Por último, probablemente uno de los aspectos más atractivos para pasar de un rol de ejecutivo al de director, es la percepción o expectativas de un manejo propio del tiempo que, llegada cierta etapa profesional, se vuelve un bien escaso más que los recursos económicos.