Critican la estricta regulación a los patrocinios y publicidad en los JJOO
Atletas de EEUU iniciaron una campaña contra la Regla 40, que les prohibe mencionar a auspiciadores que no sean olímpicos.
Por: | Publicado: Miércoles 1 de agosto de 2012 a las 05:00 hrs.
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El lunes, como todos los días, la atleta estadounidense Dawn Harper le dio las buenas noches a su fanaticada en Twitter con un posteo sobre los Juegos Olímpicos. Pero el contenido del mensaje no fue una despedida sino una fotografía de la joven con una cinta adhesiva sobre su boca que lee “Rule 40”, en referencia a la polémica regulación que rige la publicidad de marcas en estas Olimpiadas.
Varios de los deportistas participantes, en particular el equipo de EEUU, están hartos de la mordaza que les impone lo que denominan “dictadura” de los patrocinadores olímpicos, entre los que están Coca-Cola, McDonald’s, Adidas, British Airways y Visa, que no les permiten mencionar en sus cuentas Facebook y Twitter o mostrar durante su participación en las competencias, marcas de ninguna empresa que no sea patrocinador global y/o patrocinador de Londres 2012. La restricción es tal que ni siquiera pueden dedicarles a sus auspiciadores en casa -que muchas veces son los que les financian los equipos y los viajes- algún triunfo.
La empresa y/o el atleta que vaya en contra de regla, aprobada en 2006 poco después que Londres se adjudicó el evento, y que utilice la imagen de Londres 2012 para su beneficio comercial, puede ser condenada a una multa sobre las 20.00 libras (US$ 31 mil).
La atleta estadounidense Sanya Richards-Ross lidera las protestas. Si bien no tiene problemas de dinero -está casada con el jugador de fútbol americano Aaron Ross, quien juega para los Jacksonville Jaguars-, la atleta advirtió días antes del inicio de los Juegos que no todos los competidores de su país corren la misma suerte, y que precisamente el apoyo de la mediana y pequeña empresa en EEUU permitió que muchos de los deportistas llegasen a los Juegos.
El control es evidente en la Villa Olímpica, donde el único medio de pago es con efectivo o tarjeta Visa, las comidas sólo pueden comprarse en McDonald’s, que instaló su tienda más grande del mundo en el lugar, y las victorias de los equipos sólo se celebran con Heineken.
Pero no sólo los atletas se están quejando. La industria constructora británica elevó un reclamo formal al gobierno, ya que no pueden mencionar su trabajo en la construcciópn de los estadios olímpicos como referencia para ganar otros contratos.
Según explicó a diario Expansión Manuel Martín Domínguez, director del departamento de Derecho del Deporte de Gómez Acebo & Pombo y asesor del Comité Olímpico Español (COE), la restricción busca reducir las “emboscadas de marketing” que se robaron la atención durante Atlanta 1996, cuando Niké compró las vallas publicitarias alrededor del estadio olímpico y logró más reconocimiento que Reebok, que era patrocinador.
Desde entonces que el Comité Olímpico Internacional (COI) exige a cada ciudad anfitriona una normativa estricta que prohíba desde la publicidad cerca de los estadios hasta que bares y tiendas lancen ofertas con la palabra “Olimpiadas” o “Juegos”.
Es una situación win-win. Los patrocinadores globales, que financian al COI, y aquellos que apoyan al Comité Organizador de Londres 2012 (Locog) debieron desembolsar más de US$ 50 millones para estar en el listado oficial, así que reclaman que la dura legislación sea aplicada. A su vez, el COI explica que sin socios comerciales, no hay Juegos.
Pero igual es posible hacer negocio en estas Olimpiadas sin ser patrocinador, y aún cuando sea en base a un espíritu poco olímpico; la cadena de vinos Oddbins rebaja un 30% a los clientes que hayan comprado artículos de firmas rivales como Nike, Pepsi o Burger King.
Varios de los deportistas participantes, en particular el equipo de EEUU, están hartos de la mordaza que les impone lo que denominan “dictadura” de los patrocinadores olímpicos, entre los que están Coca-Cola, McDonald’s, Adidas, British Airways y Visa, que no les permiten mencionar en sus cuentas Facebook y Twitter o mostrar durante su participación en las competencias, marcas de ninguna empresa que no sea patrocinador global y/o patrocinador de Londres 2012. La restricción es tal que ni siquiera pueden dedicarles a sus auspiciadores en casa -que muchas veces son los que les financian los equipos y los viajes- algún triunfo.
La empresa y/o el atleta que vaya en contra de regla, aprobada en 2006 poco después que Londres se adjudicó el evento, y que utilice la imagen de Londres 2012 para su beneficio comercial, puede ser condenada a una multa sobre las 20.00 libras (US$ 31 mil).
La atleta estadounidense Sanya Richards-Ross lidera las protestas. Si bien no tiene problemas de dinero -está casada con el jugador de fútbol americano Aaron Ross, quien juega para los Jacksonville Jaguars-, la atleta advirtió días antes del inicio de los Juegos que no todos los competidores de su país corren la misma suerte, y que precisamente el apoyo de la mediana y pequeña empresa en EEUU permitió que muchos de los deportistas llegasen a los Juegos.
El control es evidente en la Villa Olímpica, donde el único medio de pago es con efectivo o tarjeta Visa, las comidas sólo pueden comprarse en McDonald’s, que instaló su tienda más grande del mundo en el lugar, y las victorias de los equipos sólo se celebran con Heineken.
Pero no sólo los atletas se están quejando. La industria constructora británica elevó un reclamo formal al gobierno, ya que no pueden mencionar su trabajo en la construcciópn de los estadios olímpicos como referencia para ganar otros contratos.
Según explicó a diario Expansión Manuel Martín Domínguez, director del departamento de Derecho del Deporte de Gómez Acebo & Pombo y asesor del Comité Olímpico Español (COE), la restricción busca reducir las “emboscadas de marketing” que se robaron la atención durante Atlanta 1996, cuando Niké compró las vallas publicitarias alrededor del estadio olímpico y logró más reconocimiento que Reebok, que era patrocinador.
Desde entonces que el Comité Olímpico Internacional (COI) exige a cada ciudad anfitriona una normativa estricta que prohíba desde la publicidad cerca de los estadios hasta que bares y tiendas lancen ofertas con la palabra “Olimpiadas” o “Juegos”.
Es una situación win-win. Los patrocinadores globales, que financian al COI, y aquellos que apoyan al Comité Organizador de Londres 2012 (Locog) debieron desembolsar más de US$ 50 millones para estar en el listado oficial, así que reclaman que la dura legislación sea aplicada. A su vez, el COI explica que sin socios comerciales, no hay Juegos.
Pero igual es posible hacer negocio en estas Olimpiadas sin ser patrocinador, y aún cuando sea en base a un espíritu poco olímpico; la cadena de vinos Oddbins rebaja un 30% a los clientes que hayan comprado artículos de firmas rivales como Nike, Pepsi o Burger King.