Egipto
Por Padre Raúl Hasbún
Por: | Publicado: Viernes 18 de febrero de 2011 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
Fue en Egipto, 1250 años antes de Cristo: Dios se reveló a Moisés, en el monte Horeb, bajo figura de zarza ardiendo sin consumirse. Le manifestó su nombre : Yahvé, “Yo soy el que soy”. Y le encomendó la que parecía misión imposible : encabezar el éxodo de su pueblo, 600 mil hombres a pie, sin contar los niños, de esa tierra dominada por el Faraón. Siglos atrás, Egipto había sido el gran refugio y proveedor del Patriarca Jacob y sus descendientes ( su hijo José, vendido por sus hermanos, llegó a convertirse en el segundo hombre más poderoso del reino). Pero esta acogida y confianza se trocaron en repulsión a medida que el pueblo creció y se hizo fuerte. Otro Faraón, que no conocía al de los tiempos de José, decretó la eliminación inmediata de todo niño hebreo recién nacido. Las matronas egipcias, respetuosas de Dios y por eso de la vida, se negaron a obedecer. Allí se incubó la epopeya del Exodo, rumbo al monte Sinaí, donde el pueblo honraría su libertad religiosa y sellaría solemnemente su alianza con Dios. Allí también, en el desierto y península del Sinaí, Dios entregaría a su pueblo y al mundo, por mano de Moisés, las dos tablas de los Diez mandamientos : el código de conducta que hoy inspira todas las Constituciones, códigos civiles y penales del mundo civilizado.
Por esas cosas de la providencia divina, 13 siglos más tarde el éxodo se invirtió : Jesús niño fue llevado por José y María hacia Egipto, huyendo del monarca Herodes que había decretado –otra vez- la brutal eliminación de todos los niños menores de 2 años en Belén. Sí : Jesús, la Sagrada Familia de Jesús vivió en Egipto, esa tierra milenaria que honraba generosamente la hospitalidad y donde florecían colonias numerosas de exiliados, en especial del pueblo judío. Fue allí donde Jesús y su familia verían respetado su derecho a la vida personal y familiar, y a la libertad religiosa. Son cabalmente los principios rectores de una cultura o civilización dignas de ese nombre. Los primeros termómetros indicativos del auténtico desarrollo humano. Las cabezas de serie de las tablas del Decálogo : Dios, la familia, la vida.
La política no es una ciencia exacta. No sabemos con certeza en que derivarán los acontecimientos en Egipto. Desde aquí observamos y acompañamos : nada humano nos es ajeno. Y en particular oramos, para que los esperados cambios se realicen sin violencia y para mejor. Con demasiada frecuencia las reformas de estructura son un simple desplazamiento del poder y culminan en democracias de papel o tiranías encubiertas. Anfitrión de Jesús y de la Sagrada Familia, sus 7 mil años de luz permiten abrigar la esperanza de que Egipto irradie al mundo un modelo de sociedad que honre la libertad de dar culto a Dios, fortalezca la familia y garantice incondicionalmente el derecho a la vida desde su concepción.