De
mantenerse el actual ritmo de crecimiento económico, baja inflación y los
programas sociales de redistribución del ingreso, Brasil podría erradicar la
extrema pobreza en el 2016.
Así lo
estimó un estudio elaborado por el estatal Instituto de Investigación Económica
Aplicada (Ipea).
Según la
entidad, si se cumplen esas condiciones y el Estado mejora la calidad de los
gastos públicos e impone una reforma tributaria que obligue a los más ricos a
pagar más impuestos, el gigante sudamericano podrá tener, en el año en el que
organizará por primera vez en la historia los Juegos Olímpicos un índice de
pobreza alrededor del 6%, similar al existente en países desarrollados.
El estudio
se basa en los índices de reducción de la pobreza registrados desde la
investidura del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, en enero de 2003, y en
2008, antes de que se sintieran los efectos de la crisis financiera global.
En ese
período, la legión de brasileños que viven en pobreza extrema (con ingresos
equivalentes a unos US$ 67 mensuales per capita) bajó a un ritmo del 2,1% al
año, mientras que la pobreza absoluta (personas con ingresos equivalentes a US$
133 per capita) bajó en promedio un 3,1% anual.