FT Español

Por qué la crisis en Brasil crea una oportunidad única

El país necesita un programa de reformas económicas y fiscales.

Por: Martin Wolf, Financial Times | Publicado: Miércoles 8 de noviembre de 2017 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Brasil está en una crisis económica, política y moral. Ese no es mi juicio. Es el juicio de un exalto funcionario que he conocido por décadas.

Es difícil discutir con eso: la economía sufrió una gran recesión, con los ingresos reales per cápita cayendo un 9% entre 2013 y 2016; el crecimiento es estructuralmente muy lento; la posición fiscal es insostenible; y un escándalo de corrupción ha envuelto a la elite política y los principales empresarios.

De hecho, la Corte Suprema ha autorizado investigaciones a un tercio de los miembros del actual gabinete, un tercio de los senadores y un tercio de los gobernadores estatales, además del presidente, líderes del Congreso y de los principales partidos políticos. No es sorprendente que los políticos y los partidos estén descreditados. Como aprendí cuando estuve en Brasil el mes pasado, expertos locales temen que esto pueda llevar a una polarización extrema de la política. Sin embargo, la crisis también podría llevar a un cambio. Brasil tiene que aprovechar esa oportunidad.

Uno no tiene que exagerar el pesimismo. La expectativa de vida ha aumentado de 60 años en 1970 a 74 en 2017, mientras que la tasa de fertilidad ha caído de cinco hijos por mujer a sólo 1,7. La energía de la justicia para seguir con la investigación por corrupción conocida como Lava Jato es admirable. La recesión hasta se ha convertido en una recuperación leve: el Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento de 0,7% este año y 1,5% en 2018. Lo último puede ser demasiado pesimista. La estabilidad monetaria lograda en los ‘90 persiste, con la inflación de precios del consumidor anual bajando a 2,5% en septiembre.

Desafíos por delante

Sin embargo, los desafíos estructurales económicos y políticos son gigantes. La desigualdad de ingresos sigue siendo una de las más altas del mundo. Eso no fue compensado por el rápido crecimiento: entre 1995 y 2016 el Producto Interno Bruto real per cápita creció sólo 25%, poniendo a Brasil detrás de Argentina, México, Colombia y Chile. Relativo a EEUU, el PIB real de Brasil per cápita se ha estancado durante el último cuarto de siglo. Es un poco más de un cuarto de los niveles de EEUU, lo que hace este fracaso por alcanzarlo perturbador.

Según el Conference Board, la productividad total de factores de Brasil –una medida de su índice de innovación- cayó a una tasa promedio de 0,7% anual entre 2000 y 2016. La tasa nacional de ahorro de Brasil, siempre baja, era sólo 16% en 2016. Consecuentemente, la tasa de interés real de corto plazo del banco central ha promediado justo por debajo de 5% en la última década. Como resultado, las tasas de inversión también son bastante bajas. Es más, la población está envejeciendo. En total, la tasa de crecimiento del PIB potencial está probablemente por debajo de 2%.

Las pobres perspectivas del crecimiento empeoran la terrible posición fiscal. Brasil tiene un déficit fiscal estructural enorme: el FMI piensa que llegará a 11% del PIB a 2022. Los ingresos ya están bastante cerca del 30% del PIB. Esto debería crecer con la recuperación, pero no lo suficiente como para cerrar el déficit y colocar el aumento en el endeudamiento público bajo control, ya que el gasto está cerca del 40% del PIB. El límite obligatorio de gasto del gobierno chocará con el gasto obligatorio, especialmente en las pensiones. Hasta principios de los 2020, tendría que eliminar todos los gastos discrecionales.

Brasil necesita una reforma económica y fiscal. Las reformas económicas más importantes incluyen: abrir una economía relativamente cerrada; una reforma tributaria; una reforma del mercado laboral; una inversión mayor en infraestructura; y políticas dirigidas a aumentar los ahorros nacionales. Lo último se conecta con las reformas fiscales. Estas tienen que incluir una reforma exhaustiva de pensiones para colocar los gastos bajo control. Un esquema de pensiones financiado podría aumentar los ahorros nacionales. El gobierno también tiene que tener la libertad de controlar las cifras y pagos de funcionarios públicos. Hacer todo esto liberaría recursos para otras áreas.

Reformas profundas

Sería un error ver las reformas necesarias como técnicas. Son altamente políticas. Involucran hacer cambios fundamentales en la manera en que operan el Estado, los políticos y los funcionarios. El sistema necesita pasar de la corrupción a la honestidad, de la opacidad a la transparencia, de la discreción a la predictibilidad, y de cuidar a los privilegiados a servir al pueblo. Eso es lo que los escándalos de corrupción, la crisis fiscal de combustión lenta, el patrón ineficiente de los gastos gubernamentales y las debilidades económicas a más largo plazo están diciéndole a los brasileños.

Particularmente en una sociedad libre y democrática, hacer estos cambios profundos plantea un desafío enorme. Esto es especialmente cierto cuando la situación está mejorando en el corto plazo. Más aún, el aproblemado gobierno actual (quizás sorprendentemente) y el banco central (mucho menos) han hecho un trabajo decente en restaurar la confianza en Brasil.

Sin embargo, los problemas políticos necesitan soluciones políticas. Aquí, los presagios para la elección presidencial en 2018 son malos. Luiz Inácio Lula da Silva, bajo sentencia por corrupción, está liderando las encuestas, pero podrá no poder postular. Segundo en los sondeos está Jair Bolsonaro, un derechista que hace que Donald Trump parezca moderado y auto-disciplinado. Ninguna de estas personas proveería las reformas que Brasil necesita ahora, por distintas razones: Lula está descreditado y Bolsonaro es un populista autoritario. Existen mejores candidatos. Pero su apoyo todavía es modesto. ¿Dónde está, pregunta uno, el Emmanuel Macron de Brasil?

Es imposible visitar a Brasil, incluso por un corto tiempo, y no entusiasmarse con la calidad de su gente y la vitalidad de su cultura. Pero el país ha caído en tiempos difíciles. Sí, la posición de corto plazo está mejorando, un poco. Pero demasiadas personas están desempleadas, la economía es demasiado débil, los políticos muy corruptos, y el Estado demasiado capturado. Eso es lo que la historia y los eventos recientes le dicen a los brasileños. Brasil necesita un renacimiento político y económico. La crisis lo hace necesario. Si eso no pasa, el futuro se ve triste.

Lo más leído