Atrás quedaron los tiempos en que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, tenía en la Casa Blanca a un amigo, el ex presidente Barack Obama, con quien compartió lo que él mismo definió como “dudeplomacy”: la diplomacia hecha amistad. Hoy, cuando entre al palacio de gobierno de Estados Unidos, lo hará con más cautela, en busca de señales de la relación que espera el nuevo mandatario, Donald Trump.
La visita estará inevitablemente marcada por la promesa del republicano de renegociar el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta, su sigla en inglés), vigente desde 1994 y que incluye a México, EEUU y Canadá. Mientras al sur de la primera economía mundial el peso se devalúa y la inflación se dispara por los comentarios de Trump, al norte el impacto ha sido mínimo. El comercio de más de
US$ 540.000 millones al año entre EEUU y Canadá está, según dijo un asesor de Trump al gobierno de Trudeau, “prácticamente equilibrado” y no hay grandes cambios entre los objetivos prioritarios de la nueva administración.
Frente a ello, las señales apuntan a un acuerdo que podría excluir al país latinoamericano. Hace algunas semanas, fuentes del gobierno canadiense dijeron a Reuters que “amamos a nuestros amigos mexicanos, pero nuestros intereses nacionales vienen primero y la amistad después”.
En Ottawa, hay fuerte voluntad de diálogo. El ministro de Hacienda canadiense, Bill Morneau, estuvo en Washington la semana pasada y señaló que hay disposición para renegociar y mejorar el Nafta o discutir un acuerdo mejor. “¿Buscando mejoras? Estamos dispuestos a ello”, señaló en una conferencia en la Universidad de Georgetown. “Estamos ansiosos de avanzar en las discusiones para entregar claridad a los organizaciones mientras buscan hacer inversiones locales o internacionales”, apuntó.
México aislado
Para EEUU, la relación con el vecino del norte es más beneficiosa que la que tiene hacia el sur: el déficit comercial con Canadá fue de US$ 11.243 millones en 2016; México, más que quintuplica ese valor, según el Departamento de Comercio.
Una eventual muerte del Nafta pondría en fuertes aprietos a la economía mexicana. Hace casi un año, Moody’s rebajó la perspectiva crediticia del país a negativa y este año podría hacer lo propio con su calificación, actualmente A3.
El analista soberano de la agencia en México, Jaime Reusche, dijo al diario El Economista que, de cancelarse el tratado y establecerse aranceles para las exportaciones del país a EEUU, “se recortaría la calificación” debido al “impacto que tendría sobre una economía que ya está muy golpeada”.
La semana pasada, el país subió nuevamente su tasa de interés en 50 puntos base, a 6,25%, su mayor nivel en ocho años, en un intento por controlar la inflación que se acerca al 5%. Tras el fenómeno está el precio de los combustibles, pero también la devaluación del peso desde que Trump ganó la carrera hacia la Casa Blanca.
Alertas en Washington
El presidente de la Cámara de Comercio de EEUU, Tom Donohue, ha valorado las promesas de Trump de evitar las regulaciones y dar pie al oleoducto de Keystone, que permitirá transportar hidrocarburos desde Alberta, Canadá, a refinerías estadounidenses. Pero ve con preocupación el futuro del Nafta.
“Es nuestro trabajo asegurar que nuestros líderes entiendan y aprecien lo mucho que nuestra prosperidad está vinculada a esta relación”, señaló la semana pasada, en un encuentro con personas de negocios. Ante una eventual renegociación del tratado, “insistiríamos en hacerlo de una forma que no interrumpa el US$ 1,3 billón (millón de millones) que dependen del Nafta”, dijo.
En Ottawa, en tanto, también existen temores. Un 60% de las exportaciones canadienses va a su vecino del sur y de ellas dependen uno de cada cinco puestos de trabajo, según un reporte del Comité de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional la semana pasada. “Canadá no es inmune al crecimiento de los sentimientos proteccionistas”, concluyó el documento.
