Los levantamientos contra los regímenes árabes continúan. Aunque la atención se sigue concentrando en Libia, Siria empieza a convertirse en otra fuente de preocupación para la estabilidad de Medio Oriente.
Tras la sangrienta represión del gobierno de Damasco, hoy miles de personas (testigos hablan de 20.000) han marchado en los funerales por nueve manifestantes muertos ayer, coreando eslóganes en los que reclaman libertad y en medio de un fuerte despliegue militar.
Según informa el diario El País, una fuente de un hospital de la ciudad afirma que ayer recibieron 25 cadáveres, lo que eleva considerablemente la cifra de 15 fallecidos que calculaban activistas de derechos humanos. Se teme que el número de muertos sea superior.
"Libertad. ¡Que la sangre de los mártires no se derrame en vano!", es uno de los cánticos que se escuchaban en el cementerio sur de Deraa. La procesión ha partido de la mezquita de Al Omari, epicentro de las protestas de la última semana, y no se ha informado de incidentes violentos.
La ciudad, según cuentan los testigos, está tomada por cientos de soldados con fusiles kaláshnikov que patrullan las calles principales bajo una fuerte lluvia, e impiden reuniones públicas. Hay puestos de control en las entradas de la ciudad, que impiden el acceso a los periodistas.
En días anteriores, el Ejército había adoptado un papel más secundario, dejando el control de las protestas contra el régimen de Bachar el Asad a la policía secreta y unidades especiales, en esta zona agraria que se ha convertido en el epicentro de unas inéditas manifestaciones exigiendo libertades políticas y el fin de la corrupción.