La inflación está de regreso para atormentar a la economía mundial

En tan sólo unos meses pasamos de especular con la muerte de la inflación a vaticinar una crisis similar a la de los '70. ¿Qué pasó en ese intervalo? Las expansivas tasas de interés se conjugaron con alzas en los commodities y el desplome del dólar.

Por: | Publicado: Lunes 12 de mayo de 2008 a las 01:02 hrs.
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La advertencia del Fondo Monetario Internacional resonó la semana pasada con despiadada claridad. Si alguien todavía se negaba a aceptarlo, ahora ya nadie puede dudar que la inflación está de regreso para atormentar a la economía global, como alertó el jueves el subdirector del FMI, John Lipsky. Peor aún, “no se puede descartar” que se repita una crisis de inflación como la que azotó al mundo en los años ’70, cuando el embargo petrolero de los países árabes cuadruplicó los precios del crudo en un año.

Tan sólo hace unos meses los economistas en todo el mundo seguían especulando con la idea de que los banqueros centrales habían logrado derrotar definitivamente a la inflación. ¿Qué ocurrió, entonces, para que en un intervalo tan breve ahora estemos preocupados por una crisis global de precios?



Aumenta la evidencia

La advertencia del FMI fue la confirmación definitiva de los temores, pero las evidencias de una abrupta  alza de precios venían acumulándose rápidamente. En la Unión Europea, la inflación se aceleró más de lo que esperaban los analistas en marzo a su máximo de 16 años, y la inflación ligada a alimentos anotó su nivel más alto desde que se comenzó a llevar registro, en 1997.

El panorama es aún peor en Asia, donde los analistas proyectan que los precios se dispararán en 16 de las mayores 21 economías de la región este año. En Singapur los indicadores marcaron un récord de 26 años el mes pasado, y en Vietnam la inflación de abril fue la más alta desde 1992. Incluso, en Japón, que viene luchando desde hace años contra un complicado caso de deflación, los precios marcaron en marzo un récord para la década.

Lo mismo ocurre en Medio Oriente, la región más dependiente de las importaciones de alimentos a nivel mundial. Kuwait, que el año pasado abandonó su tradicional paridad con el dólar para evitar que el desplome de la divisa norteamericana siguiera disparando los precios de las importaciones, anotó en abril un máximo histórico. En Egipto, el banco central elevó los tipos en medio punto porcentual el viernes para compensar la subida en el valor de los alimentos, cuyo precio se incrementó en casi un cuarto.



Tormenta perfecta

La crisis inflacionaria de los años ’70 fue un shock extraordinario, pero considerando que el embargo petrolero había llegado tan sólo un poco después de que Estados Unidos renunciara al patrón oro, permitiendo la flotación de su tipo de cambio, su alcance fue, hasta cierto punto, comprensible.

¿Qué ha ocurrido ahora que explique el resurgimiento de los temores? Los expertos aseguran que se trata de una combinación de factores, pero uno de los principales es sin duda el alza en el precio de los alimentos, presionados por la sequía en algunas de las mayores regiones productivas, el aumento en la demanda por biocombustibles, que sustituye las hectáreas plantadas para el consumo humano, y la caída en los inventarios. A eso se suma el incremento en el consumo de bastas regiones, como China e India, a medida que aumenta el PIB per cápita en estos lugares. Las economías emergentes son especialmente sensibles a las alzas, ya que los alimentos representan una mayor parte del gasto de los consumidores que en países desarrollados.

Según cálculos del banco británico HSBC, la inflación en las economías emergentes va a aumentar a una tasa promedio de 6,6% este año, la más alta en diez años. Los alimentos tienen un enorme impacto social. El Banco Mundial advirtió que la escasez podría generar desórdenes en unos 30 países. Y no hay que olvidar que la ola de protestas que concluyó en la Plaza de Tiananmen, en 1989, comenzó como una reacción contra las alzas de precios.

Al impacto de los alimentos se añade, además, la subida del petróleo, que desde hace siete meses viene registrando una persistente racha de cotizaciones récord.

Pero las alzas de los commodities no son la única explicación. La inflación subyacente, que excluye el efecto de los combustibles y los alimentos, ha subido a la par que el índice central. Según John Lipsky, la caída del dólar explica por sí sola un alza de US$ 25 en el precio del barril de crudo, actualmente en US$ 125, mientras que la política monetaria más expansiva que impera a nivel mundial ha repercutido en los precios “más profunda e intensamente que el tradicional efecto de aumento en la demanda”.



Arrastrados por la Fed

A medida que la Reserva Federal de Estados Unidos ha aplicado siete recortes consecutivos a la tasa de interés, ha rebajado los tipos en 325 puntos base a 2%. Con ello, ha ido ampliando el diferencial con las tasas del resto de las economías en gran parte del mundo, desviando hacia estas regiones cientos de miles de millones de dólares en flujos de capitales que andan en busca de altos retornos. Para evitar la inundación de liquidez que presiona las divisas locales al alza y resta competitividad, muchos bancos centrales han  seguido el ejemplo de la Fed.

Según un reporte de Morgan Satnley, las tasas se encuentran en terreno negativo respecto de la tasa neutral (que no agrega ni quita estímulo a la economía) en la mayoría de los principales países emergentes, mientras que Brasil es una de las pocas donde está positiva. Eso explica en gran parte por qué la inflación en Brasil está entre las más bajas de las grandes economías emergentes, cercana a 5% anual.

Pero esta estrategia tiene costos. El tipo de cambio de Brasil se ha más que duplicado desde 2003, haciéndola más vulnerable precisamente en momentos en que Estados Unidos se tambalea al borde de una recesión. ¿Hasta dónde deben permitir los bancos centrales que se aprecie la moneda con tal de contener los precios? Esa es la pregunta clave.

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