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Columnistas

El segundo primer tiempo

Rafael Ariztía Socio MFO Advisors

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 5 de agosto de 2015 a las 04:00 hrs.

Y finalmente pasó el famoso conclave... y todo sigue igual, como era previsible. A su manera, Bachelet le ha dado un espaldarazo a Teillier y Quintana y le ha quitado el piso a Burgos y Valdés, los dos hombres que le están prestando ropa en lo político y lo económico. Desde la galería ha quedado la sensación que la consigna es avanzar sin transar, y que el segundo tiempo, no es más que una repetición del primero. A pesar de que el país va cuesta abajo y que la economía destruye empleos, seguimos con la misma cantinela: discursos de que se priorizará el crecimiento, pero acciones que apuntan en sentido contrario.

Ante esto, la posición de la Presidenta resulta realmente enigmática. ¿Es que realmente no se da cuenta, no sabe qué hacer, o sencillamente sabe perfectamente qué hacer, y por eso deja que todo siga igual?
Las primeras dos alternativas parecen demasiado básicas. Es difícil creer que no se dé cuenta en forma cabal de las consecuencias que tendrá todo este proceso. Sería dudar de su inteligencia. Además, si perder la ruta fuera el escenario, ella tiene un equipo capaz de guiarla si lo necesitase. Quizás, no es más que la misma indecisión que la afectó en el Transantiago y otros eventos. Esa que le hace actuar en un sentido, mientras su fuero interno le dice lo contrario.

Me inclino más bien por la tercera respuesta. Bachelet sabe perfectamente lo que quiere: "transformar a Chile en un país socialdemócrata en 10 meses", como repetía petulantemente su ahijado político, hoy caído en desgracia, Rodrigo Peñailillo. Y es quizás por eso que la señora se "hace la lesa", y mientras todos se dan vueltas buscando soluciones, y sus nuevos ministros tratan de explicar lo inexplicable, ella deja que lentamente la retro siga haciendo su pega. Así se aprobó la reforma tributaria, la electoral, la educacional, y va en camino a ser ley, la laboral. Es que al parecer la consigna de su favorito resuena más en el corazón de Bachelet que las familias sin trabajo, o que el empobrecimiento progresivo que está generando en los sectores más vulnerables.

La pregunta es qué hacer al respecto. Las consecuencias de las reformas son claras. El país que están diseñando será uno de mayor conflictividad, menor crecimiento y mayor pobreza. Entonces qué debiera hacer un chileno común y corriente ante esta perspectiva. Considerando que cada uno tiene su propia realidad, creo que hay tres cosas comunes: cuidar los pesos, cuidar el trabajo, y asegurarse de elegir gobiernos que tengan como prioridad el crecimiento y la capacidad y el compromiso del promoverlo seriamente.

Pero vamos por partes. Respecto a cuidar los pesos, creo que los chilenos ya nos han mostrado cuál es la ruta. El consumo se ha moderado, al punto que las importaciones de bienes de consumo cayeron 3,6% en junio. De la misma manera, la inversión se ha pegado un frenazo monumental, cayendo prácticamente por 7 semestres seguidos, algo que no ocurría desde la crisis del año... 1982. Difícil pensar en una comparación más dramática. Los consumidores y los empresarios están guardando los pesos para cuando el horizonte se vea más claro. En cuanto a dónde poner los ahorros, también la ruta está relativamente clara. Lo primero es protegerse de la debilidad del peso, y lo segundo, protegerse de la consecuente inflación que esto está acarreando. Y el riesgo, mejor ponerlo en mercados accionarios de países que estén en ciclos de expansión, como Estados Unidos y Alemania.

Respecto de cuidar el trabajo o negocio, en esto los empleados la tienen más difícil. El entorno laboral se ha puesto cuesta arriba y, reforma mediante, es esperable que el conflicto laboral sea más común que en el pasado. Desde la perspectiva de los empleadores (grandes y chicos), esto implica privilegiar inversión en activos por sobre personas y, en el margen, dejar de hacer proyectos cuyas rentabilidades no soporten una estructura de mayores costos laborales. Lamentable, pero real.

Finalmente, en cuanto a promover y elegir líderes que promuevan el crecimiento, las encuestas hablan claro. El país en su conjunto rechaza las aventuras refundacionales y aspira a condiciones de desarrollo donde primen la libertad y la justicia. Está por verse si ese sentimiento es suficiente para que aquellos que pueden, pongan sus recursos a trabajar detrás de iniciativas que defiendan las ideas que han sustentado a Chile y lo han transformado en un ejemplo de desarrollo. En esto no se trata solo de alegar... hay que construir, y por sobre todo, comunicar.

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