Padre Hugo Tagle

Seré breve: No tengo idea

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Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 10 de enero de 2022 a las 04:00 hrs.
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Nada más peligroso que “creer que se sabe”. A este síndrome se le llama efecto Dunning-Kruger en psicología social. Buscando una descripción simple de este fenómeno tan propio de nuestro tiempo, leo que se trata de “una inhabilidad cognitiva que nos habla de individuos con escasos conocimientos y habilidades limitadas que se consideran superiores a otros más preparados que ellos”.

El que nada sabe, nada teme. Y no se trata de maldad. Quizá por la necesidad de sentirnos seguros, sobrestimamos las propias habilidades y conocimientos, lo que nos ciega ante los conocimientos y experiencia ajenos.

Me comentaba un médico amigo lo estresante que le resulta lidiar con pacientes que “saben todo” sobre su enfermedad. Gracias a Google, Wikipedia y otros buscadores, en fracción de segundos podemos encontrar información sobre enfermedades, síntomas, diagnósticos y remedios. Y esto es peor a nivel escolar. En una encuesta realizada a escolares chilenos, un gran porcentaje consideraba que merecía mejores notas que las recibidas, que “sabía más”, pero que no lo sabían evaluar.

No es delito ser ignorante en tantas materias, lo preocupante es la soberbia de creer que se sabe. Eso obnubila y dificulta la capacidad de aprender; es un obstáculo para el verdadero conocimiento, crecimiento y desarrollo.

Cuanto menos sabemos, más creemos saber. Ello nos transforma en personas sesgadas, cerradas al conocimiento; inflexibles por inseguridad e ignorancia.

Es el tiempo de la humildad, de ser conscientes de los propios límites y reconocer la experiencia, conocimientos y sabiduría de otros.

Pero también es el tiempo de comunicar mejor lo que se sabe. Pienso en temas de políticas públicas, económicas, cultura cívica, donde han aumentado los tutoriales, explicaciones sencillas, para hacer más accesibles sus propuestas. Así resultan comprensibles para un público con mayor acceso al conocimiento que hace unos lustros.

Tomar consciencia de nuestras limitaciones no es debilidad, es fortaleza. Nos abre a nuevos conocimientos, mantiene la mente activa, joven y ayuda a cultivar una sana curiosidad.

Bueno es dejarse aconsejar. “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo”. La experiencia es la madre de todas las ciencias. Revaloremos el papel de los mayores, ancianos, fuente de sabiduría y mayor aprendizaje.

Si bien este sesgo negativo es más visible en los jóvenes, todos caemos en ese error. Deje espacio para diferentes formas de pensar y hacer las cosas. Y opine siempre respetando al otro. Se sorprenderá de lo que puede aprender.

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