Tomás Sánchez

Un unicornio no hace primavera

Tomás Sánchez V. Autor de Public Inc., Investigador Asociado de Horizontal

Por: Tomás Sánchez | Publicado: Martes 15 de diciembre de 2020 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Tomás Sánchez

Tomás Sánchez

Tan improbable es llegar a destino sin un mapa, como que a un grupo de personas le vaya bien sin un plan. Esas personas somos nosotros. Ad portas de escribir un nuevo diseño político, hemos olvidado el económico. Curiosamente hablamos mucho de economía, pero siempre abocados a la táctica, al corto plazo, discutiendo la contingencia. Pacientemente hemos contemplado cómo nuestra productividad cae año tras año, sin responder activamente. Las ventajas comparativas que alguna vez tuvimos ya no están. Fervientes creyentes del mercado, hemos abdicado de nuestro propio interés, buscando consuelo en el buen desempeño de otros.

Imagen foto_00000002

A finales del siglo XIX producíamos el 80% del nitrato mundial, por lo mismo nos frotábamos las manos con el inicio de la primera gran guerra. Acto seguido, dejamos a Alemania sin suministro para producir pólvora, quienes en sólo un par de años desarrollaron el salitre sintético. El mercado se ajustó y nos desplazó. Una década antes se había fundado la Bolsa de Comercio de Santiago (1905), más de medio siglo después de la Bolsa de Comercio de Valparaíso (1850). Durante esos días, ya se construía el canal de Panamá, dándole 10 años de aviso al granero del mundo. En los primeros dos años después de la inauguración del canal, la carga del puerto disminuyó un 28%, marcando el fin del apogeo de la Joya del Pacífico.

Casi cien años después, los Jaguares de Latinoamérica no fueron casualidad. Un país con mejor institucionalidad que sus vecinos, y abriéndose a la globalización antes que la mayoría, tendría importantes ventajas comparativas. Hicimos algo diferente al resto y se notó. El desarrollo de múltiples industrias con buenos retornos marginales también fue gracias a una situación basal y contextual. No fue suerte, fueron decisiones. Después de veinte años, esas particularidades ya no fueron tales.

Entre estos capítulos de nuestra historia, Malasia, Singapur, Taiwán, Japón, Corea, Israel e Irlanda eligieron su camino. En dispares contextos locales y considerando diferentes tendencias de demanda global, sus Estados y principales agentes económicos plantearon una visión estratégica y acomodaron sus fichas. Como un competidor más, buscaron diferenciarse y aumentar su productividad. Incluso Dinamarca en sus inicios estandarizó sus exportaciones agropecuarias, promoviendo las cooperativas.

Entonces, la pregunta es: ¿qué vamos a decidir hoy? No nos sirve de mucho ser un país si vamos a actuar por separado. Como la unidad que somos, necesitamos hacer equipo y coordinarnos para nuestro beneficio. Es la única forma para construir un país mas inclusivo, con un mercado laboral más equilibrado. No va a llegar solo. Nuestras industrias minera, forestal, salmonera y solar no tendrían la magnitud actual si no fuera gracias a políticas públicas que deliberadamente potenciaron su desarrollo. Hoy damos los primeros pasos en el hidrógeno verde, no obstante, no sabemos si estamos frente a un ministro visionario o una política institucional de largo plazo. Hagan sus apuestas.

La prosperidad y desarrollo de nuestro país no será gracias a la buena voluntad o un par de emprendimientos exitosos. Un unicornio no hace primavera. Tal como buscamos evolucionar nuestro engranaje político, necesitamos hacer lo mismo con el económico. Uno bastante complejo que necesita una buena discusión y coordinación. Para ser más competitivos, inclusivos y productivos, necesitamos institucionalizar nuestra coordinación económica. No le dejemos al mercado lo que nadie hará por nosotros.

Lo más leído