Le atribuyo mucha importancia a las elecciones municipales. Es más. Considero importantes todas las elecciones, cualquiera sea ésta, desde los delegados de curso en los colegios, centros de padres, universitarios, clubes de fútbol o directorio del club de rayuela.
En el acto de elegir a los representantes hay un gesto intrínsecamente humano y, si me lo permite, intrínsecamente cristiano. Elegir es poner común lo que pienso y anhelo; hacerse parte en un proyecto más amplio que el estrecho marco de mis intereses personales; salir un poco de sí, para pensar con y por el otro.
Por lo mismo, el domingo no sólo ejercimos un derecho, sino también un deber. Con la simple crucecita en la papeleta de votación, expresamos nuestra corresponsabilidad en lo que nos es común; formamos sociedad, nos integramos de lleno al acontecer local, comunal, nacional. El acto de votar -con lo latero que pudo ser ya que implicó hacer colas, esperar, incluso hacer de vocal- revela preocupación por el otro, por el prójimo, por el vecino. Las elecciones son la forma cívica y ejemplar de comprometerse con el progreso de nuestro entorno, de la comuna, del país.
¿Quiere cambios en Chile? Vote ¿No está contento con la política nacional? Entonces vote nulo y piense en presentarse usted mismo para las próximas elecciones. Quizá nos estamos perdiendo un gran candidato y nadie se ha dado cuenta.
El camino cómodo es el abstenerse. Es signo de egoísmo, revela desdén por el otro, por lo que nos es común. Para generar cambios reales en la sociedad hay que ser actores de ella y no meros espectadores. Estoy consciente que tenemos una democracia imperfecta, pero el camino para perfeccionarla pasa por participar y respetar las instituciones que hemos construido con el esfuerzo de todos.
Y agradezco aquí a los que se presentaron como candidatos a concejales y alcaldes, tanto ganadores como perdedores. Es de esperar que los primeros se acuerden de lo que prometieron en las campañas. Que su esfuerzo se transforme en mejoras a los vecinos de su comuna, en motivar y apoyar buenas iniciativas. También a los perdedores. Es de esperar que sus ganas de servir se canalicen a través de otros caminos, que existen. Hay mucho por hacer en todas las comunas y los municipios son sólo uno de ellos. Y agradezco a los vocales de mesa, por su ingrata pero necesaria labor. Un sencillo pero necesario servicio a la patria y a la democracia.