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Violentos ajustes de mercado

Tomás Sánchez V. Autor de “Public Inc”, investigador asociado de Horizontal

Por: Tomás Sánchez V. | Publicado: Jueves 1 de diciembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Tomás Sánchez V.

El lamentable episodio donde niños defendían con cuchillos el carro de jugos de su madre en Santiago centro, y el paro de camioneros de la semana pasada, tienen algo en común: ambos incidentes responden a mercados que no están funcionando bien. Específicamente, a mercados mal regulados.

Estos incidentes, son el síntoma de que el delicado balance entre oferta y demanda no está en un sano equilibrio. Ambos son mercados que no adaptan e informan vía precio, sino que por la fuerza. Uno que no es capaz de ajustar aumentos de costos, y paraliza el país, mientras el otro resuelve de quién es la mejor ubicación blandiendo cuchillos. Para tratar esta enfermedad es necesaria una buena regulación que habilite las condiciones para que se ajusten continua y pacíficamente.

“La ausencia o el exceso de regulación pueden ser muy nocivos para el desarrollo. Para aumentar el bienestar de todos debemos ocuparnos de que los mercados funcionen en forma eficiente, o los ajustes pueden ser violentamente costosos”.

En el caso de los vendedores ambulantes, la versión más libertaria y bien intencionada de la alcaldesa Hassler quiso que todos pudieran emprender y usar la vía pública para ello. Lo que sonaba bien para algunos, pero criticado por la mayoría, terminó por darles la razón a los segundos. En vez de ser una medida inclusiva para desarrollar más oportunidades, se transformó en un experimento libertario. Una muestra clara de que cuando no existe una regulación y fiscalización efectiva, opera la ley del más fuerte. El mercado funciona sin duda, pero de la mano de mafias que subarriendan las mejores ubicaciones, niños incluidos.

En el segundo caso, la pregunta es, ¿por qué los camioneros tienen tanto poder? Porque los sustitutos son débiles. Las vías alternativas para mover carga, trenes y cabotaje marítimo son industrias poco desarrolladas de la mano de oligopolios y monopolios definidos por ley. Los camioneros no son poderosos per se, sino porque la regulación les da ese poder. Por lo tanto, la solución es clara: leyes que fomenten la competencia ferroviaria y marítima, para que aumente y mejore la oferta de ambos servicios, transformándose en una alternativa efectiva. Sin duda tendríamos un paro antes de que ambas leyes dejen el Congreso, pero al menos sería el último.

Estos dos ejemplos ilustran lo caro que nos cuestan los mercados ineficientes. En el caso de los camiones, US$ 1.500 millones para el fondo MEPCO, US$ 800 millones en congelar el precio del diésel, US$ 87 millones en extensión de la devolución del impuesto específico, y más de US$ 500 millones en pérdidas en exportación de cerezas. Además, en régimen, la nula competencia ferroviaria y marítima implica mantener tarifas altas que se traspasan a consumidores, y disminuyen la competitividad de nuestras exportaciones.

Volviendo a Huérfanos con Ahumada, las perdidas sociales están por todos lados. El crecimiento de mafias sobre mercados negros afecta la seguridad de vecinos y va en desmedro el comercio formal. A su vez, la consolidación de un circuito de informalidad, violencia y vulnerabilidad para familias que dependen de estos sistemas callejeros, son círculos viciosos muy complejos de quebrar, y que cuando se terminan, gatillan aún más precariedad. Y todo esto sin mencionar el drama humano de niños defendiendo a cuchilladas su fuente de ingreso, criándose en las peores condiciones y condenando su futuro. El costo es incalculable.

La moraleja es clara: la ausencia de regulación, como el exceso de ella, pueden ser muy nocivas para nuestro desarrollo. Para aumentar el bienestar de todos necesitamos continuamente ocuparnos de que los mercados funcionen en forma eficiente, de lo contrario, los ajustes pueden ser violentamente costosos.

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