Editorial

Toda la política es local

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Nada mejor que recurrir a la popular expresión del ex congresista estadounidense Thomas ONeill para sintetizar el impacto político de la crisis desatada por el ajuste en las tarifas del gas en Magallanes.



Basta una rápida revisión de los trascendidos, frases desafortunadas, polémicas y errores que condimentaron la medida, para concluir que el actuar de La Moneda -o, a lo menos, su escasa proactividad inicial- terminaron por convertir este problema local en uno de alcance nacional.

Las críticas al déficit comunicacional o la falta de manejo político terminaron proviniendo del propio oficialismo, mientras que las explicaciones sobre una supuesta urgencia por fomentar las inversiones locales y cautelar la sostenibilidad financiera de ENAP, fueron de una u otra forma neutralizadas por diagnósticos como el no es de vida o muerte, planteado por el propio gerente de la estatal.

¿De qué se trató, entonces, este conflicto? ¿Hubo apresuramiento o un deficiente diagnóstico del impacto social de la medida por parte de sus promotores? ¿Exceso de tecnicismo o de autonomía por parte del directorio de ENAP? O definitivamente estamos frente a un reajuste meditado y necesario para la promoción de nuevas inversiones locales en hidrocarburos.

El problema puede ser analizado desde varias ópticas, como por ejemplo, la necesidad evidente de avanzar en la definición de la misión de las empresas públicas, que muchas veces pareciera confundirse entre el requisito de rentabilidad financiera con el de retorno social. Magallanes también vuelve a dejar en evidencia -tal como lo hiciera hace algunos meses el caso Barrancones- el poder de movilización de los grupos locales y el impacto que pueden alcanzar en la toma de decisiones. Lo anterior supone un esfuerzo adicional de comunicación y diálogo ciudadano por parte de la autoridad, siempre con el objetivo de incorporar las demandas ciudadanas, pero velando también porque éstas no se conviertan en exigencias adicionales a las ya contempladas por el legislador. De lo contrario, Barrancones y Magallanes no serán más que anticipos de las dificultades que enfrentarán otros proyectos empresariales de envergadura.

En este contexto, el gobierno no sólo cumple el rol de desarrollar sus funciones de forma eficiente y beneficiosa para el país en su conjunto, sino que también debe generar los contextos para que sus decisiones cuenten con el respaldo de la opinión pública, sin olvidar que, al final, toda la política es local.

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