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Opinión

El costo de la vida

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 16 de agosto de 2013 a las 05:00 hrs.

“El costo de la vida sube otra vez / el peso que baja, ya ni se ve / ni una libra de arroz, ni una cuarta (d)e café / a nadie le importa qué piensa usted / será porque aquí no hablamos inglés”.

Juan Luis Guerra podría hoy recibir un Nobel de Economía por una canción escrita en 1992, y es que la letra de su canción completa va a dar mucho más que hablar por la próxima década al menos. Por supuesto el tema se está politizando cada vez más y de seguro no solamente en Chile, sino también en los países desarrollados y emergentes: el tema será fruto de intentos de reformas y fuertes cambios sociales y económicos (al menos en mi opinión personal, no necesariamente de Credit Suisse).

A saber, la mayoría de los temas que están en tapete hoy a nivel global: educación, pensiones, inflación, endeudamiento, tienen origen tanto en las perversiones como en las bondades de un sistema de economía global de mercado. Lo que hoy es considerado como un exceso (el aumento del costo de la vida) tiene origen en que principalmente Estados Unidos (entre otros) se ha dedicado durante las últimas dos décadas a crear una cantidad de dinero sideral vía primero endeudamiento del sector privado, y últimamente por un apalancamiento fuerte del sector público. Y aquella cantidad de dinero ha inundado los mercados de materias primas, consumo, inmobiliario vía dinero fácil y no solo a nivel doméstico, sino también últimamente a nivel global.

Poniendo un solo ejemplo muy limitado para ejemplificar la situación: mayor crédito le permitió al estadounidense promedio consumir más y endeudarse para obtener un sinfín de artículos más baratos, lo cual se tornó en mayores exportaciones para la barata mano de obra China, lo cual se convirtió a su vez en cada vez mayor cantidad de importaciones de aquel país asiático, lo que finalmente radicó en mayores exportaciones chilenas y, con ello, mayor empleo y consumo local y un sostenido y vigoroso crecimiento para nuestro país. Lamentablemente, aquella liquidez también radica en una burbuja de liquidez global, la cual finalmente hace que el costo de las materias primas (como por ejemplo el petróleo) termine aplastando el poder adquisitivo de los ya endeudados consumidores, obligándolos con ello finalmente a endeudarse más, o tener que sacrificar su consumo.

Evidentemente dejando de lado el aspecto re-distributivo (factor muy importante en cualquier sociedad que se precie de ser desarrollada), es imposible querer tener los beneficios de este sistema monetario y de libre mercado global sin sufrir los consiguientes costos posteriores. Querer enteramente subsidiar los efectos negativos de la bonanza económica global es un costo que finalmente lo terminan pagando países enteros: es cosa de preguntarle a las naciones del sur de Europa cómo ha resultado el modelo de los beneficios garantizados a todo costo.

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