Sostenibilidad

Experto del FMI propone declarar a la ballena azul como un bien internacional

Ralph Chami afirma que la capacidad de los cetáceos para absorber CO2 podría convertirse en una herramienta mucho mayor que los árboles para capturar este gas de efecto invernadero.

Por: Rocío Vargas Suárez | Publicado: Jueves 12 de marzo de 2020 a las 04:00 hrs.
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La lucha contra el cambio climático se ha hecho parte de las discusiones a nivel global. Sin embargo, la conservación de las especies y el cumplimiento de los compromisos para regular las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) por parte de los países son materias aún pendientes.

En conversación con DF, el subdirector del Instituto para el Desarrollo de Capacidades (ICD) del Fondo Monetario Internacional (FMI), Ralph Chami, plantea un nueva arista para combatir el cambio climático: declarar a las ballenas azules como un “bien internacional” por su gran capacidad para absorber dióxido de carbono (CO2).

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El economista, que se encuentra en Chile para ser parte de la primera conferencia de Cambio Climático en América Latina y el Caribe sobre Evidencia Científica y Políticas Públicas -organizada por los ministerios de Ciencias y Medio Ambiente, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, su sigla en inglés) y Fundación MERI-, expone su planteamiento en la investigación Nature’s Solution to Climate Change (La solución de la naturaleza al cambio climático), en el cual profundiza en que, cuando las ballenas azules mueren, se hunden hasta el fondo del mar junto a unas 33 toneladas de CO2, las cuales son tomadas desde la atmósfera durante toda su vida (entre 80 y 90 años).

“(Ese nivel de captura) lo logran unos 1.400 árboles (...). Estoy a favor de plantar árboles, pero hay que entender que vivimos en una quinta parte del planeta, y todo el resto (el 80%) es agua”, dice Chami.

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“No sabemos nada sobre el océano, excepto que botamos cosas ahí. Las tortugas y los pantanos están muriendo. Los arrecifes de coral están muriendo, y si esto muere, muchas otras cosas van a morir también. El calentamiento de los océanos matará eventualmente a las ballenas y cuando el océano muere, nosotros morimos”, resalta.

Del océano al mundo financiero

Poco tiene que ver su rol en el FMI con la investigación que desarrolla sobre las ballenas. Sin embargo, el vínculo entre sus intereses se presentó cuando quiso plasmar la importancia de los cetáceos azules, más que por su calidad como especie en sí, por lo que pueden significar para el futuro y cómo esto puede traducirse en términos económicos.

A raíz de su estudio, inspirado luego de asistir -por casualidad, tras una cancelación- a una expedición, Chami calculó, considerando diversas variables, que cada ejemplar puede valer US$ 2 millones. Determinar esta cifra le permitió explicar en su mismo lenguaje el valor del mamífero a los actores económicos.

Su idea es aterrizar el cuidado por el medio ambiente en algo tangible, como son los negocios. Y a pesar de que reconoce que en su teoría el argumento ético queda un poco de lado al ponerle valor monetario a una vida, argumenta que es la única forma en que las personas del mundo financiero entiendan la urgencia climática.

“Una vez que tengo valor, soy alguien. Y eso quise hacer con las ballenas”, dice. Detalla que debido a que estos mamíferos (azules) no tienen un hábitat fijo debido a las migraciones de alimentación y reproducción, podrían ser catalogados como bienes internacionales. Es decir, mientras nade por las costas de un país, quedaría en custodia de éste.

Y en esa línea, apunta a cómo se puede formar un nuevo modelo de negocio, por ejemplo, con las aseguradoras, que podrían resguardar e indemnizar en caso de que los ejemplares sean atacados o asesinados por barcos, su mayor peligro. Por otro lado, propone el cargo de una multa por daños, por los mismos US$ 2 millones que “vale” una ballena azul.

“Con esto, el gobierno y el sector privado pueden generar dinero. Es un win-win”, comenta, explicando que con este cuidado puede generarse, además, mayor empleo, relacionado sobre todo con el ecoturismo.

“Los océanos deberían integrarse en la lucha contra el cambio climático. Ese es un vuelco de paradigma, de ver a los mares como víctima, a ser un jugador activo”.

Para graficar, el corazón de una ballena azul es más grande que un buey, su lengua equivale al largo de un bus, y un elefante africano -el más grande del mundo- cabe en su boca como si fuera un snack, dice Chami, respaldando las 33 toneladas que pueden capturar y contener a lo largo de vida, frente a los 22 kilos que puede absorber un árbol al año.

“Se cree que el Amazonas es el pulmón del planeta. Pero hay estudios que dicen que (debido a los incendios) en 50 años se convertirá en un pastizal. Los océanos no se queman”, enfatiza.

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