Domingo Godoy, el “dictador” de 1891
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 9 de diciembre de 2011 a las 05:00 hrs.
En octubre de 1890, en medio de la polarización política que vivía Chile, el presidente Balmaceda tomó una decisión peligrosa que precipitaría los acontecimientos: designó el llamado “gabinete de amigos personales”, por la evidente pérdida de apoyo dentro de los partidos. El ministerio fue conocido como Vicuña-Godoy, por su Ministro del Interior Claudio Vicuña y el de Relaciones Exteriores, Domingo Godoy (1847-1916).
De joven Godoy estudió en el Instituto Nacional y luego Leyes en la Universidad de Chile. Sin embargo, su mayor renombre lo alcanzó en la política y la diplomacia: muy joven ejerció como diputado, y durante la Guerra del Pacífico fue nombrado representante en Venezuela y Colombia. Durante el gobierno de Balmaceda (1886-1891) llegó a ser juez del crimen y finalmente se convirtió en gran colaborador de la administración.
En enero de 1891 le correspondió firmar el decreto que establecía la dictadura y rápidamente llegó a ser un hombre clave del régimen. Cada día se reunía con los generales balmacedistas para planificar las acciones contra los adversarios, lo que significó generar un incómodo “reino del terror” dentro del país. El diplomático británico John G. Kennedy llegó a afirmar que Godoy era “el verdadero dictador” de Chile en esos primeros meses de la guerra civil. En palabras de Gonzalo Vial, se vio “con las manos libres para cualquier arbitrariedad”.
En efecto, Godoy era el hombre fuerte del país. Ante las acusaciones de maltratos y torturas contra el gobierno, así expresaba su forma de ver las cosas: “Nunca he sido partidario de los azotes: habría preferido que se fusilara a una media docena de revolucionarios”. Años después, en una entrevista a Virgilio Figueroa, respondió al biógrafo que seguía convencido de esa postura, porque “habrían caído algunas cabezas”, pero no se habría llevado al país al régimen parlamentario de los años siguientes.
Esa misma dureza significó que Balmaceda le quitara el apoyo, nombrando a Julio Bañados Espinosa en reemplazo de Godoy. Éste, senador del Congreso Constituyente de 1891, manifestó en la Cámara Alta su rechazo a la forma como el gobierno estaba conduciendo la política interna y la guerra civil. Tras la derrota balmacedista, Godoy partió al exilio en Argentina.
Mientras tanto en Chile, la nueva administración iniciaba una acusación constitucional contra el ministerio Vicuña-Godoy, “por los delitos de traición, infracción de la Constitución, atropellamiento de las leyes, haber dejado éstas sin ejecución, malversación de fondos públicos y soborno”. Finalmente, después de tres años se aprobó la cuarta y última ley de amnistía que permitió poner fin a las persecuciones derivadas de la guerra civil.
Como resultado de ese proceso de reconciliación, el partido Liberal Democrático se reincorporó al Congreso Nacional y a la actividad política, como lo había predicho Balmaceda. A pesar de eso, hubo algunos que se mantuvieron en una posición más intransigente, contraria a los acuerdos con los vencedores y decididos a defender a los caídos hasta las últimas consecuencias. Domingo Godoy era uno de ellos, los llamados balmacedistas duros.