Por C. Bastías / G. Gómez
Pese a que el martes pasado el gobierno mostró una lógica satisfacción por la fuerte caída que experimentó el desempleo en el país, existe un porcentaje de personas inactivas “sin deseos” de trabajar, un tema no menor, a juicio de los especialistas.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Chile hay 5.458.080 personas inactivas, de las cuales 320 mil (5,9%) no manifiestan interés por ingresar al mercado laboral. Cabe destacar que esta es una de las pocas cifras en materia de empleo que ha continuado en ascenso.
Durante 2011, aproximadamente 46 mil personas se sumaron a esta categoría, lo que significa un aumento de 16,6% en 12 meses.
En cuanto a la división por sexo, las cifras muestran que son más las mujeres (223.470) quienes “no quieren” trabajar versus una cifra bastante menor de hombres (97.270).
Si se analiza por rango etario, un 12,3% corresponde a personas de entre 20 y 34 años; un 25,3% corresponde al rango entre 35 y 54 años, mientras que un 28,7% equivale a quienes tienen 65 o más años, éste último explicado básicamente por la edad de jubilación.
En cuanto al nivel de escolaridad que presentan quienes no tienen interés laboral, 145.670 individuos alcanzan educación secundaria completa, 44.710 poseen estudios universitarios y 25.920 cuentan con enseñanza técnica.
Explicación de expertos
Para dilucidar el por qué de estas cifras, el ex subsecretario del Trabajo, Mauricio Jelvez, y el experto laboral, Huberto Berg, tienen sus hipótesis.
Según Jelvez, la situación de los jóvenes se explicaría porque “no renuncian a la posibilidad de lograr una mayor escolarización”.
En cuanto a las personas entre 35 y 54 años, Jelvez piensa que al estar en plena etapa de productividad, los 81 mil posibles trabajadores que están fuera del mercado laboral son “una pérdida importante de capacidad como país”.
En cuanto a las personas que tienen educación secundaria completa, el ex subsecretario del gobierno de Bachelet, afirma que “las personas que sólo llegaron a cuarto medio son muy mal retribuidas económicamente”, mientras que los universitarios o personas que tienen mayores niveles de escolarización “no están disponibles a aceptar cualquier oferta laboral”, por lo que esperan una mejor propuesta de trabajo.
Por otra parte, Berg señala que las cifras pueden estar explicadas por dos razones: en primer lugar, “puede que haya mucha gente que no tiene que buscar trabajo porque los ingresos que llegan al hogar son suficientes. En cambio, en los niveles socioeconómicos más bajos, está claro que para mejorar la condición de muchas familias se necesita del aporte salarial de la mujer”, explicó el experto.
En segundo lugar cree que “en la sociedad chilena, el trabajo en general, se presenta como un castigo en vez de una forma de desarrollo humano. El gobierno y los políticos deben tener cuidado en fomentar mucho el asistencialismo, porque la gente se puede empezar a acostumbrar a que las cosas se las den sin tener que trabajar”.