Flora endémica de Juan Fernández es la más amenazada de Chile
Nuevo libro que arroja una radiografía a las plantas chilenas, revela que un tercio de las especies nativas que ahí habitan están en peligro.
Por: | Publicado: Martes 7 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Francisca Orellana
La introducción de animales como el conejo y la cabra, y plantas como el maqui, la murtilla o la zarzamora, originaria de Europa, está provocando que la flora endémica del Archipiélago de Juan Fernández sea una de las más amenazadas de Chile. De hecho, se estima que un tercio de sus especies corre alto riesgo de desaparecer y se calcula, según estudios europeos, que si las “invasoras” se siguen expandiendo, la flora nativa no duraría más de 100 años. Así lo revela el geógrafo y docente de la Universidad Católica Andrés Moreira, autor del libro ““Plant Geography of Chile”, que será lanzado esta semana y que está catalogado como el segundo compendio de la flora chilena desde hace más de un siglo. “Desde que fueron introducidos, tanto los animales como los vegetales se expandieron rápidamente por toda la isla y ocupando los ambientes de las plantas nativas”, dice Moreira. En 1896 se contabilizaron 95 especies introducidas, en 1998 se cuantificaron 212, en comparación a las 211 nativas. Actualmente, las plantas invasoras llegan a poco más de 500. Especies de Dendroseris (arbutos) o la palma chonta, son sólo algunas de las que están en peligro de extinción.
“Juan Fernández es uno de los territorios más amenazados y se le ha dado poco apoyo mediático. Ojalá se pudiera levantar un apoyo popular como el de la Patagonia para salvar la flora que queda y única en el mundo. Conaf ha hecho esfuerzo, pero se necesita más”, dice el autor del libro que contó con apoyo Fondecyt.
A nivel nacional, el copihue también presenta una baja protección. Moreira señala que se ha encontrado una pequeña población en el Parque Nacional Fray Jorge que “aparentemente está en condiciones de alta fragilidad. Y las poblaciones de Casablanca tampoco están protegidas, a diferencia de lo que ocurre en el sur, donde están bien protegidas las reservas de la VIII y IX región”. Además de señalar que especies como el Queule, la Avellanita o la Garra de León están entre las especies más amenazadas, se deja en evidencia que las actividades como el agro, la minería o el turismo están generando un impacto en el ecosistema chileno, al disminuir, por ejemplo, la existencia de agua.
“Si bien se intuye que los cambios podrían poner en peligro el equilibrio del ecosistema, se deberían tomar acciones preventivas de la flora mientras se desarrollan los protocolos de investigación necesaria”, dice.
Mayor diversidad
El compendio, que analizó las relaciones geográficas de las especies y distribución, arrojó que la flora nativa de Chile está compuesta por 171 familias, 837 géneros y 4.295 especies. Un 45% son exclusivas del país, una cifra que posiciona a Chile dentro de los lugares más ricos en especies únicas en el mundo y sólo superado por el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica.“Hay otros países que tienen mayor número de especies, como Ecuador, que tienen 15 mil, y de ello sólo cuatro mil son endémicas, por lo que la proporción es mucho menor a la de nosotros”, dice.
La introducción de animales como el conejo y la cabra, y plantas como el maqui, la murtilla o la zarzamora, originaria de Europa, está provocando que la flora endémica del Archipiélago de Juan Fernández sea una de las más amenazadas de Chile. De hecho, se estima que un tercio de sus especies corre alto riesgo de desaparecer y se calcula, según estudios europeos, que si las “invasoras” se siguen expandiendo, la flora nativa no duraría más de 100 años. Así lo revela el geógrafo y docente de la Universidad Católica Andrés Moreira, autor del libro ““Plant Geography of Chile”, que será lanzado esta semana y que está catalogado como el segundo compendio de la flora chilena desde hace más de un siglo. “Desde que fueron introducidos, tanto los animales como los vegetales se expandieron rápidamente por toda la isla y ocupando los ambientes de las plantas nativas”, dice Moreira. En 1896 se contabilizaron 95 especies introducidas, en 1998 se cuantificaron 212, en comparación a las 211 nativas. Actualmente, las plantas invasoras llegan a poco más de 500. Especies de Dendroseris (arbutos) o la palma chonta, son sólo algunas de las que están en peligro de extinción.
“Juan Fernández es uno de los territorios más amenazados y se le ha dado poco apoyo mediático. Ojalá se pudiera levantar un apoyo popular como el de la Patagonia para salvar la flora que queda y única en el mundo. Conaf ha hecho esfuerzo, pero se necesita más”, dice el autor del libro que contó con apoyo Fondecyt.
A nivel nacional, el copihue también presenta una baja protección. Moreira señala que se ha encontrado una pequeña población en el Parque Nacional Fray Jorge que “aparentemente está en condiciones de alta fragilidad. Y las poblaciones de Casablanca tampoco están protegidas, a diferencia de lo que ocurre en el sur, donde están bien protegidas las reservas de la VIII y IX región”. Además de señalar que especies como el Queule, la Avellanita o la Garra de León están entre las especies más amenazadas, se deja en evidencia que las actividades como el agro, la minería o el turismo están generando un impacto en el ecosistema chileno, al disminuir, por ejemplo, la existencia de agua.
“Si bien se intuye que los cambios podrían poner en peligro el equilibrio del ecosistema, se deberían tomar acciones preventivas de la flora mientras se desarrollan los protocolos de investigación necesaria”, dice.
Mayor diversidad
El compendio, que analizó las relaciones geográficas de las especies y distribución, arrojó que la flora nativa de Chile está compuesta por 171 familias, 837 géneros y 4.295 especies. Un 45% son exclusivas del país, una cifra que posiciona a Chile dentro de los lugares más ricos en especies únicas en el mundo y sólo superado por el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica.“Hay otros países que tienen mayor número de especies, como Ecuador, que tienen 15 mil, y de ello sólo cuatro mil son endémicas, por lo que la proporción es mucho menor a la de nosotros”, dice.