José Antonio Rojas, el primer revolucionario
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 25 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
La Independencia de Chile fue un proceso complejo y lleno de situaciones diversas en el ámbito político, económico, social y militar. Como parte esencial de los cambios, aparecieron nuevas figuras políticas y militares.
Entre ellos merece un lugar especial José Antonio de Rojas (1732-1816). Nacido en la primera mitad del siglo XVIII, tuvo una larga carrera ejerciendo funciones diversas para la monarquía, en Chile, Lima y España. En esas labores notó algunas deficiencias del régimen, como la exasperante lentitud en los trámites o el abuso de algunas autoridades en América. Adicionalmente, debió experimentar lo que llamaba el “pecado territorial”: haber nacido en América.
En 1775 presentó desde España una de sus quejas más amargas: “Es inmensa la distancia en que vivimos, lejos del soberano, en las manos de los fieros arrendatarios de esas posesiones. Sólo sentimos los efectos de la sed rabiosa con que parten de este hemisferio tras el oro y la plata de que infelizmente abunda ese suelo”.
Antes de regresar a Chile decidió comprar variados libros. “Me han costado mucho dinero, y el incesante trabajo de más de tres años”, afirma en una emotiva carta. En los 16 cajones que, como afirma Sergio Villalobos, formaban la biblioteca de Rojas, había obras diversas de filosofía, ciencias naturales, literatura, historia y política. Más interesante aún, había libros de autores ilustrados, muchos de ellos prohibidos y que Rojas introdujo burlando las restricciones existentes. Entre ellos destacamos la Enciclopedia de Diderot y D’Alambert, obras de Raynal, Montesquieu y Rousseau.
Don José Antonio regresó a Chile en 1778, viéndose involucrado en “la conspiración de los tres Antonios”, que se rebelaba contra la monarquía y promovía ideas independentistas y republicanas. En ella Rojas participó junto a Antonio Berney y Antonio Gramusset (ambos franceses). La conspiración resultó un fracaso, los europeos fueron detenidos y juzgados. Rojas fue considerado inocente y en los años siguientes mostró su fidelidad al Rey de diversos modos.
Cuando se precipitaron los hechos en la península Ibérica en 1808, se extendió una ola de indignación que rechazaba la invasión de Napoleón, jurando fidelidad a Fernando VII, el legítimo monarca hispano. En paralelo, comenzó una actividad política distinta en el Reino de Chile, con movimientos calificados de sediciosos, como el de Juan Antonio Ovalle, José Antonio de Rojas y Bernardo de Vera y Pintado, quienes argumentaron que al hablar de independencia, lo hacían respecto a los franceses que habían conquistado España.
Sin embargo, como recuerda Simon Collier, Rojas habría afirmado en 1808: “Ahora es tiempo de que pensemos en establecer república en Chile”. Parece claro que los ideales ilustrados adquiridos en Europa y manifiestos en sus libros tuvieron efectos en él. Incluso, como afirma Cristián Gazmuri, “los libros ilustrados traídos por Rojas habían circulado moderadamente entre la élite culta de la aristocracia criolla”. Todo ello sitúa a don José Antonio como precursor de la Independencia de Chile, cuya Declaración de 1818 no alcanzó a conocer, ya que falleció en 1816.