Fue a comienzos de abril cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumplió sus amenazas y anunció aranceles recíprocos. Aunque enlistó a más de cien países, América Latina —a diferencia de China, Europa o el Sudeste Asiático— apenas soportará un promedio del 10 % en gravámenes. Es la región menos castigada, pero no exenta: deberá sentarse a negociar con la Casa Blanca.
Lejos de quedar al margen, una prolongación de esta guerra comercial sacudirá a Latinoamérica. Estados Unidos y China son sus dos principales socios comerciales. Así quedó demostrado el pasado lunes cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustó su previsión de crecimiento regional de 2,5 % a 2,0%.
China, en efecto, "ha ganado protagonismo económico y geoestratégico en nuestra cuenca del Pacífico y Sudamérica", recuerda el exembajador de Chile en China y consejero del Centro de Estudios Internacionales de la UC, Pablo Cabrera. Su primer tratado de libre comercio individual fuera de Asia fue con Chile, un hito que él mismo vivió de cerca.
En este tablero, por ejemplo, los puertos se vuelven piezas clave. Trump ha apuntado al Canal de Panamá y busca “recuperarlo” de la influencia china. Pero Beijing ha invertido también en otros enclaves: “Hay que vigilar muy de cerca el puerto de Chancay (Perú)”, advierte Cabrera, por su gran calado y capacidad de expedir mercancías vitales para China.
Sin embargo, pese a la corrección del FMI y el conflicto abierto entre ambas potencias, expertos destacan el atractivo de la región para el capital global que podría incluso beneficiarse de la situación actual. “Para cualquier sector del mundo, América Latina es un punto seguro: no hay conflictos de alta, mediana o baja tensión”.
En este contexto, Brasil se perfila como uno de los primeros ganadores en el mercado de la carne. Los aranceles de Trump a ocho de los diez principales compradores de carne de vacuno en EEUU han cambiado los flujos comerciales, aumentando las exportaciones de res brasileña a países como Argelia, Turquía y, potencialmente, Japón.
Argentina, por su parte, podría beneficiarse en el mercado de la soja, dado que China es el principal comprador mundial y no existen muchos productores alternativos del cereal: EEUU es el mayor productor, pero aranceles disuasorios abren espacio para Sudamérica. Pero no son los únicos.
Oportunidad árabe y Chile como puerta de entrada
En este nuevo escenario, la inversión árabe aparece como una oportunidad atractiva.
“Ellos buscan refugio para sus inversiones en los lugares de mayor estabilidad o de predicción, de mayor paz y seguridad, y América del Sur es el lugar número uno para buscar”, asegura Nicolás Manzur, director ejecutivo de la Cámara Chileno-Árabe.
Aunque el interés de los inversores árabes se viene manifestando desde hace años —con compras como la de Unifrutti en Chile y Perú y la llegada de Aramco—, la guerra comercial refuerza aún más esta tendencia. EEUU, antes el principal destino de su capital, muestra ahora inestabilidad. Tras China, los países árabes eran los mayores tenedores de bonos del Tesoro estadounidense, pero la incertidumbre política ha erosionado ese atractivo.
El mundo árabe y los países sudamericanos se presentan como neutrales: “Hacen negocios con todos, mantienen buenas relaciones políticas y no están en conflicto con otras naciones”, destaca Manzur.
“Ahí surgen oportunidades, porque son inversiones que son trillonarias. Son inversiones que ya no van a EEUU o están saliendo de ahí y que ven en Chile una puerta de entrada para la región”, aseguró Manzur.
Sin embargo, advierte, aún no estamos aprovechando estas oportunidades: Kuwait cerró su embajada en Chile, y el país aún depende de embajadas pendientes en Arabia Saudita (que solo está anunciada) o Qatar para captar inversionistas.
Con el desplazamiento de capital norteamericano, la infraestructura se perfila como un sector atractivo para la inversión árabe: autopistas, puertos, aeropuertos y plantas de desalinización encabezan la lista de activos.
Relación con la Unión Europea
Por otra parte, la nueva política de aranceles de Donald Trump constituye un incentivo para ratificar y acelerar la agenda de negociaciones bilaterales con otras regiones.
Expertos anticipan un aumento de los envíos latinoamericanos a Europa, impulsado por las negociaciones del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que ya muestran un renovado impulso.
Por otro lado, esta semana el presidente de Chile, Gabriel Boric, se comprometió en Brasilia a destrabar antes de que termine su mandato el tratado de reconocimiento aduanero entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, al menos en lo relativo a la participación chilena.
Mientras tanto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha entrevistado recientemente con líderes de Islandia, Nueva Zelanda, Malasia, Filipinas, Canadá, India y Emiratos Árabes Unidos, en busca de nuevos acuerdos comerciales que diversifiquen el intercambio global.
El desafío que permanece para Latinoamérica está en aprovechar estas oportunidades estratégicas antes de que lo hagan otros.