Los recortes de Sony
Por: | Publicado: Martes 10 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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Todos parecen tener algún consejo para el nuevo CEO de Sony, Kazuo Hirai. Los consumidores de cierta generación lamentan el declive de una compañía que en su momento hizo ruido con sus productos como hoy lo hace Apple. Los empleados de Sony también están frustrados. El último jefe, Howard Stringer, gastó 550.000 billones de yenes en la reestructuración, lo que representa la mitad de las ganancias netas. Y ayer Sony anunció otros 10.000 despidos.
De ahí la idea común de que si Sony tiene alguna chance de recuperación, debe dejar de reducirse y comenzar a invertir en el futuro. Sin embargo, este argumento confunde productos gloriosos de antaño con un desempeño glorioso. Si no, pregunten a un inversionista japonés experimentado de largo sufrimiento; Sony ha sido una empresa terrible por décadas. Su retorno por acción en 1992 fue de 2,4 % y sólo ha logrado un promedio de 1,3% desde entonces, según datos de CapitalIQ. La única razón para comprar su título fue siempre que era una manera de lidiar con un yen en declive (otros fabricantes nipones fueron incluso peores).
Es más, no es cierto que Sony haya descuidado la reinversión en el negocio, ni es justo decir que no haya donde cortar. El año pasado, el 5% de los ingresos se desembolsaron en gastos de capital, en comparación a un promedio de dos décadas de 5,5%. Las ventas, costos generales y administrativos de Sony como proporción de las ventas también están en línea con la historia. Obviamente el ambiente no es el mejor cuando los empleados envían sus curriculum vitae (usando dispositivos fabricados por otras compañías), pero la pérdida de encanto de Sony no es un fenómeno financiero.
Por eso, la millonaria tarea de Hirai es tanto brindar un impulso a los empleados actuales como continuar la reestructuración de la compañía. De mediados a fines de los ‘90, Sony generó más de un yen de ingresos por cada yen en activos. Dicha proporción ahora se ha reducido a la mitad. Hirai tiene razón si apunta a los sectores de bajo rendimiento.
De ahí la idea común de que si Sony tiene alguna chance de recuperación, debe dejar de reducirse y comenzar a invertir en el futuro. Sin embargo, este argumento confunde productos gloriosos de antaño con un desempeño glorioso. Si no, pregunten a un inversionista japonés experimentado de largo sufrimiento; Sony ha sido una empresa terrible por décadas. Su retorno por acción en 1992 fue de 2,4 % y sólo ha logrado un promedio de 1,3% desde entonces, según datos de CapitalIQ. La única razón para comprar su título fue siempre que era una manera de lidiar con un yen en declive (otros fabricantes nipones fueron incluso peores).
Es más, no es cierto que Sony haya descuidado la reinversión en el negocio, ni es justo decir que no haya donde cortar. El año pasado, el 5% de los ingresos se desembolsaron en gastos de capital, en comparación a un promedio de dos décadas de 5,5%. Las ventas, costos generales y administrativos de Sony como proporción de las ventas también están en línea con la historia. Obviamente el ambiente no es el mejor cuando los empleados envían sus curriculum vitae (usando dispositivos fabricados por otras compañías), pero la pérdida de encanto de Sony no es un fenómeno financiero.
Por eso, la millonaria tarea de Hirai es tanto brindar un impulso a los empleados actuales como continuar la reestructuración de la compañía. De mediados a fines de los ‘90, Sony generó más de un yen de ingresos por cada yen en activos. Dicha proporción ahora se ha reducido a la mitad. Hirai tiene razón si apunta a los sectores de bajo rendimiento.