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Opinión

Alianza entre iguales

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 22 de marzo de 2011 a las 05:00 hrs.

Pocos anuncios se escucharon en el denominado discurso para Latinoamérica del presidente Barack Obama, criticó una periodista al término de las palabras del mandatario estadounidense en el centro cultural La Moneda.



Cierto, si es que lo se esperaba era una agenda de proyectos y recursos, en una línea más propia a la de una agencia de desarrollo que a una sólida política exterior. Pero las palabras del presidente Obama tuvieron, desde el comienzo, un enfoque distinto.

Fue el propio mandatario el que recordó que “no soy el primer presidente” que propone una alianza a América Latina, que “las palabras son fáciles” y que, por mucho tiempo, Estados Unidos “ha dado por sentadas nuestras relaciones” con la región. Y fue, precisamente, desde esa visión crítica y del reconocimiento que los tiempos y los requerimientos han cambiado radicalmente desde que John Kennedy lanzara la Alianza para el Progreso, que el presidente Obama planteó su propuesta: una alianza entre iguales, donde ningún país es mayor o menor que otro. Una integración que, por lo mismo, supone obligaciones mutuas.

Allí radica la novedad, sentido y valor de la propuesta Obama. Porque ya no se trata de esperar la agenda estadounidense hacia Latinoamérica, sino que ésta debe generarse en conjunto, para lo cual el mandatario sólo trazó algunos de los problemas compartidos por la región: seguridad ciudadana, inserción social, energía, inmigración y fortalecimiento de la democracia.

Fue en este último aspecto, probablemente, donde las palabras de Obama fueron más claras y precisas: “la democracia es más que la regla de la mayoría”, dijo en expresa alusión a gobiernos como el de Cuba, “cuyas autoridades deben tomar una decisión” y responder a los requerimientos de su pueblo. Y aunque Obama alabó “las democracias vitales en toda la región”, no es menos cierto que otros gobiernos, como el venezolano, deberían haberse sentido aludidos cuando planteó la necesidad de “fortalecer las instituciones para que la democracia funcione”, como la separación de poderes del Estado y la libertad de la prensa.

En definitiva, la alianza entre iguales del presidente Barack Obama constituye un reconocimiento explícito a un esquema de relaciones políticas, diplomáticas y comerciales que se ha venido desarrollando con el tiempo entre Estados Unidos y la mayor parte de las naciones latinoamericanas.

La expresión material de esta alianza será el resultado que sus propios integrantes le vayan dando y no un par de anuncios que no llegarán.

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