La respuesta de la presidenta Bachelet al clamor ciudadano en relación al caso Caval se resume, básicamente, en "es necesario regular la relación entre la política y los negocios". La aproximación intenta asociar este caso con la situación del caso Penta, tratando de meter a todos los involucrados en la misma canasta. Esta acción contiene una estrategia de negociación. Al meter a todos los jugadores en el mismo problema es más fácil aunar voluntades, lograr acuerdos y una solución que en el colectivo no dañe a los actores que se han beneficiado de las fallas del sistema. Según información pública (por verificar su exactitud) la empresa Caval registró ganancias por más de $2.500 millones. Bien vale la pena el esfuerzo familiar (Bachelet-Dávalos) por defender y retener ese monto.
No nos confundamos, el caso Penta no es, ni se parece en nada al caso Caval.
En el caso Penta, los actores que recibieron dineros argumentan que estos fueron usados financiando campañas políticas, necesarias para lograr un puesto en el Congreso, desde donde intentan construir un mejor país y que las campañas son un gasto inevitable en el sistema actual. Uno podrá creer o no ese argumento. Esto no certifica la entrega de los dineros a la policía, pero los tiñe de un tono "sistémico". El "sistema" está mal y hay que regularlo. Pero estamos todos en este lodo. En el caso Caval, la actividad potencialmente ilícita fue el enriquecimiento de un individuo. Ganancias de 2.500 millones para el uso y goce de los dueños de la empresa. En ese sentido, el caso Caval se parece más al caso "Bilbao" por el uso ilegítimo de información privilegiada para ejecutar una transacción en la cual el valor económico es "distributivo" (uno gana, el otro pierde).
Pero la estrategia del gobierno y el oficialismo ha sido ligar ambos casos y meter a Dávalos junto a Délano, Lavín, Ponce y todos los políticos en el mismo juego, tratando de establecer que son parte de flujos de dinero desde las empresas a la política. Parte del "sistema" que todos tenemos que mejorar. En negociación, esta estrategia es evidente. Para los no profesionales de esta materia, puede pasar inadvertida y la ciudadanía puede seguir hablando de "Caval" y "Penta" como sinónimos cuando no lo son. Por otro lado, la oposición parece ser receptiva al planteamiento del gobierno. ¿Por qué? Porque a todos los actores les conviene. Esto se parece a la negociación de Longueira y Lagos en el caso MOP-Gate. Ambos presentan la misma anatomía y se podría repetir el mismo resultado.
Hasta ahora la estrategia de Bachelet ha sido efectiva. Hay que ver si el itinerario judicial de este caso sigue una trayectoria que de tranquilidad social.