Hoy se cumple un año desde que se instaló el actual gobierno. Hace 12 meses asumimos la responsabilidad de promover a Chile como destino de inversiones, y la fecha es una buena ocasión para evaluar y proyectar la mirada hacia lo que viene.
El pasado fue un año de transición para la inversión extranjera directa (IED) en el país. En términos de cifras, significó retomar la tendencia de crecimiento que la IED exhibía hasta 2012 –influenciada en ese entonces al alto precio del cobre-, con un flujo de US$23 mil millones, que superó en un 15% al ingreso de capitales de 2013. Esto, en un contexto internacional adverso, en el que Latinoamérica y el Caribe tuvieron una baja en sus flujos de inversión de un 19%, y donde a nivel global se registró un descenso de un 8% en los ingresos de capital, lo que lo hace más meritorio aún.
A pesar de las voces de alerta, y de un año marcado por un crecimiento moderado de nuestra economía -que hoy exhibe proyecciones cada vez más optimistas- nuestro país supo mantener su imagen de socio a largo plazo y destino confiable para hacer buenos negocios, gracias a sus fundamentos sólidos y a una promoción constante encabezada por la Presidenta de la República en cada gira presidencial, y en la que tanto los organismos públicos como el mundo privado tomaron parte de manera decidida y coordinada.
Pero más allá de los números positivos, 2014 sirvió para preparar el terreno para los cambios institucionales en materia de IED.
Hace doce meses, al momento de asumir la tarea de reenfocar el trabajo del Comité de Inversiones Extranjeras, así como la mirada del Gobierno hacia la inversión foránea en general, las opciones eran evidentes: podíamos continuar tal cual estábamos, y confiar en que la inercia seguiría generando resultados regulares en términos de números macro, sin considerar la competencia regional –y mundial- por atraer capitales extranjeros; o podíamos replantearnos la importancia que tienen los flujos de IED para el desarrollo del país, y proyectar su rol hacia el futuro. Una vez elegida esta segunda opción, se hacía necesario propiciar los cambios para actualizar nuestra institucionalidad, transitar hacia una política proactiva de atracción de inversiones y afinar un enfoque que coincidiera con el país en que vivimos hoy.
El Chile en que vivimos es un país capaz de alcanzar grandes acuerdos, y el trabajo de la Comisión Asesora Transversal para la inversión extranjera, creada en el marco del acuerdo por la Reforma Tributaria, es una prueba de ello. En 2014 el país logró discutir grandes temas, y aprobar reformas que hace pocos años eran impensadas. En ese marco, también fuimos capaces de acordar una visión común en lo que se refiere a inversión extranjera, incorporando las perspectivas públicas y privadas, y sentar las bases de un proyecto de ley que hoy ya está en el Congreso, y que no sólo crea una agencia de promoción de inversiones con estándares OCDE y garantiza la seguridad de las inversiones en Chile, sino que pone de manifiesto la importancia de los capitales extranjeros para el avance del país en sectores clave. Esta nueva ley supone un salto cualitativo de 1974 a 2015, toda vez que incluye las garantías que históricamente nuestro país ha entregado, considera los acuerdos y cláusulas de protección de inversiones que Chile ha firmado con el 76% del PIB mundial, y recoge el enfoque que esta administración ha instalado: necesitamos atraer más pero también mejor inversión extranjera, que incorpore tecnología e investigación, que dinamice sectores altamente concentrados, que sea sostenible y sustentable, que potencie las industrias auxiliares, que vaya a regiones y especialmente que genere empleo.
Durante 2014 fuimos capaces de trabajar de manera coordinada tanto con el mundo público como con el privado, promoviendo proyectos y sectores que el Gobierno estableció como prioritarios. Esta difusión de oportunidades a través de la participación en ferias, roadshows y reuniones en torno a la Agenda de Energía y a la Cartera de Concesiones, son buenos ejemplos de cómo un foco común mejora los resultados, y del camino que tenemos que seguir.
El año pasado nos dejó lecciones, pero principalmente nos dejó tareas que este 2015 tenemos que completar. Estoy seguro de que seremos capaces de enfrentarlas con éxito.