Jorge Pizarro Cristi
El 2014 fue, sin duda, un buen año para la inversión extranjera directa (IED) en el país. Según cifras preliminares del Banco Central, entre enero y diciembre ingresaron a Chile US$ 23.302 millones, cifra que es 15% superior al monto registrado en 2013.
Este resultado se da en un contexto en que las inversiones extranjeras han tenido una baja a nivel regional, con una caída de 19% en los flujos de IED hacia Latinoamérica y el Caribe y un descenso de 8% de la IED global, según proyecciones de la UNCTAD dadas a conocer en las últimas semanas.
En otras palabras, aún en un año complejo en lo referido a la exportación de capitales, influenciado especialmente por la baja en los precios de los commodities, los inversionistas siguen apostando a Chile como un socio a largo plazo.
Y aquí es donde tenemos que detenernos para hacer una reflexión necesaria respecto de lo que pasó en 2014. Las cifras recién conocidas nos dejan en un buen pie que nos exige seguir trabajando con mayor compromiso para atraer más y mejor inversión a nuestro país.
Más allá de la coyuntura y del lógico debate que puede haber en el interior del país, que es una práctica saludable en toda nación democrática, se hace necesario que seamos capaces de valorar el ambiente de negocios con el que Chile cuenta, y los atributos y atractivos que internacionalmente le son reconocidos en los principales rankings y calificaciones de riesgo.
Lo pudimos ver de primera mano tanto en las actividades en el extranjero y en las giras presidenciales, como en las reuniones y eventos que realizamos en Chile: los inversionistas foráneos tienen su mirada en nuestro país, comprenden el proceso necesario de reformas que encabeza el gobierno, confían en nuestras instituciones y el dinamismo de nuestro sector privado. En ese sentido, los flujos de IED de 2014 no son casualidad, y todo indica que durante este año se seguirán desarrollando un gran número de proyectos con capitales extranjeros en Chile.
Las señales son promisorias, ya sea por el ingreso de nuevos actores, como es el caso del conglomerado francoitaliano compuesto por Vinci, ADP y Astaldi que resultó ganador en la licitación del Aeropuerto de Santiago, así como por el desarrollo de grandes proyectos entre los que se cuenta, por ejemplo, el caso de Abengoa, que invertirá a mediano plazo unos US$10.000 millones en un sector crítico para nosotros, como lo es la Energía, y que construirá en Chile el mayor complejo solar de Latinoamérica. Estamos hablando de compañías líderes que están mirando a Chile para desarrollar sus proyectos.
En un contexto en que vemos que la Inversión Extranjera tiene un dinamismo importante, es que se hace más necesaria aún la creación de una nueva institucionalidad que incorpore una nueva agencia de promoción de inversiones que potencie nuestra capacidad de atraer inversión no solo en cantidad, si no que en calidad.
Este proyecto de ley contempla la creación de una agencia especializada en la promoción de IED, que tendrá el mandato y las atribuciones legales adecuadas para llevar a cabo su labor. Esta agencia reportará a un nuevo Comité de Ministros, encargado del fomento y la promoción de la inversión extranjera, y contará con un vínculo institucional con el sector privado, materializado en un consejo consultivo acorde.
En ese sentido, este proyecto de ley llega en un momento clave para el país porque, una vez aprobado, no sólo nos permitirá acortar la brecha que tenemos con el resto de los países de la OCDE en esta materia, sino que además será el reflejo de lo que la propia presidenta Bachelet ha manifestado en reiteradas oportunidades: en Chile la inversión extranjera no sólo es bienvenida, sino que juega un rol relevante en nuestro desarrollo, aportando tecnología y buenas prácticas, dinamizando mercados altamente concentrados, y especialmente creando empleos.
Nuestro desafío es hoy que estas externalidades positivas lleguen a la gran mayoría de los chilenos, y con ese objetivo seguimos trabajando, tanto a nivel público como con el mundo privado, con miras a que podamos seguir entregando, en los años que vienen, buenas noticias.