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Columnistas

Un Banco Central más pesimista

Alejandro Fernández B.

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 31 de marzo de 2015 a las 04:00 hrs.

La buena noticia es que el Banco Central en este IPoM se hace cargo de su responsabilidad en la alta inflación que hemos tenido desde el segundo trimestre del año pasado. No es que lo digan explícitamente, pero reconocen que subestimaron la importancia de la devaluación del peso cuando dicen que el coeficiente de traspaso ha estado en la parte superior de las estimaciones disponibles, algo que era previsible con un poco de sentido común. La revisión al alza en la proyección de inflación para este año, de 2,8% a 3,6%, es una de las malas noticias incluidas en este informe, que revela que el problema de presiones inflacionarias es más serio a lo anticipado, no obstante el bono positivo de la baja en los combustibles. Que el balance de riesgos para la inflación esté equilibrado, además, apunta a que la probabilidad de que la inflación pudiera estar, nuevamente, fuera del rango meta, no es tan baja como podría haberse pensado. Lo que queda de consuelo, al menos, es que se descarta la posibilidad de nuevas reducciones en la TPM, algo que ya había sido expresado en forma explícita por el presidente del instituto emisor, Rodrigo Vergara, pero que es saludable que esté impreso en este documento oficial. Resulta interesante, además, que se esté utilizando como supuesto de trabajo una tendencia alcista en la TPM desde fines de año.


La otra mala noticia en el IPOM es que, aunque se mantiene el rango de crecimiento propuesto en el informe de diciembre pasado, 2,5% a 3,5%, con el mismo balance de riesgos a la baja, su composición es claramente menos favorable desde una perspectiva de bienestar. En efecto, el crecimiento esperado en la demanda interna se redujo de 3% a 2,5%, ajustándose a la baja tanto la proyección de crecimiento del consumo como la de la inversión. Esto último ratifica que el crecimiento de la inversión este año estará explicado exclusivamente por la del sector público. Lo que permitiría alcanzar un crecimiento cercano al 3% es la contribución de la demanda externa, que en diciembre se proyectó nula y que ahora aportaría algunas décimas. Asociado a esto viene una tercera mala noticia: que la demanda externa aporte al crecimiento no se debe a que se anticipa un mayor dinamismo de las exportaciones, sino solo que se debilitan menos que las importaciones. Con todo, hay una mejoría respecto a 2014 en que la demanda interna se contrajo y la demanda externa explicó todo el crecimiento, aunque tampoco por un gran dinamismo exportador, sino que por el desplome de las importaciones.


Un giro adicional, es que se anticipa una nueva reducción del déficit en la cuenta corriente, a 0,3% del PIB, pero con un nuevo desplome nominal de importaciones y exportaciones y un avance en los términos de intercambio. Esto deja la preocupante duda de que si, algún día, la demanda interna vuelve a crecer con cierto dinamismo, el déficit de cuenta corriente volverá a aumentar rápida y y en forma significativa, eventualmente generando una presión adicional al alza en el tipo de cambio real y la mantención de las presiones inflacionarias.

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