Tendencias

El mundo, Europa, Francia…

Estamos asistiendo al final de una generación. Con el advenimiento de la sociedad de consumo, los responsables políticos han abandonado los grandes objetivos para dedicarse a la satisfacción de las necesidades individuales, a dimensiones electorales. Los dirigentes excepcionales han desaparecido.

Por: Isabelle Lasserre | Publicado: Viernes 20 de mayo de 2016 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

En esta estimulante conversación, Valéry Giscard d'Estaing aceptó descifrar las turbulencias que agitan el planeta. De la crisis ucraniana al conflicto israelí-palestino pasando por la avanzada del ISI en Irak y en Siria.

- Señor Presidente, ¿puede hablarnos de la Unión Europea?


- El Tratado de Maastricht fue suscrito en 1992 por doce Estados miembros, entre ellos los seis Estados fundadores. Ahora bien, el sistema europeo se amplió bruscamente, con dieciséis nuevos Estados miembros, sin que sus estructuras se hayan adaptado para acoger a los nuevos entrantes y sin que se les precisaran los objetivos perseguidos por la Unión. Cuando, entre 1950 y 1992, se siguió el camino trazado por los padres de Europa -Jean Monnet y Robert Schuman, para mencionar los franceses-, éste permitió obtener resultados brillantes, especialmente la implementación de una moneda común. Hoy día es imperativo retomar el buen camino.


- Europa carece de líderes de envergadura. ¿Quiénes pueden entonces encarnar ese proyecto Europa?


- Es precisamente el problema. Estamos asistiendo al final de una generación. Con el advenimiento de la sociedad de consumo, los responsables políticos han abandonado los grandes objetivos para dedicarse a la satisfacción de las necesidades individuales, a dimensiones electorales. Los dirigentes excepcionales han desaparecido. La situación de Francia es hoy tan débil que el país ya no se atreve a presentar propuestas audaces. Está pasando por una crisis de credibilidad.


- ¿Ha cometido Francia errores en materia de política europea durante los últimos años?


- El error principal de Francia es no haber realizado las reformas indispensables, que son bien conocidas. El otro es haberse negado a aplicar los acuerdos que ha suscrito y por los cuales ha votado en el ámbito presupuestario, lo cual constituye para nosotros una bomba de tiempo.


- ¿Cómo ve usted la anexión de Crimea y la desestabilización del este de Ucrania por Rusia?


- En cuanto al "retorno" de Crimea a Rusia, para ser bien franco, me ha parecido en conformidad con la historia. He releído libros que describen la historia de Rusia del siglo XVIII. Crimea fue conquistada bajo el reinado de Catalina II, con la acción predominante del príncipe Potemkin, cuando Rusia descendía hacia el sur, en dirección a Turquía, con la idea de reconquistar Constantinopla. La conquista de Crimea fue bastante ardua. No se hizo en detrimento de Ucrania, que no existía, sino de un soberano local, que dependía del poder turco. Posteriormente, fue poblada únicamente por rusos. Cuando Nikita Kruschev quiso acrecentar el peso de la URSS en el seno de las Naciones Unidas, que acababan de nacer, "inventó" Ucrania y Bielorrusia para otorgar dos votos más a la URSS, y atribuyó a Ucrania sobre Crimea una nueva autoridad sin precedentes. Ya en esa época, yo pensaba que esa dependencia artificial no duraría. Los acontecimientos recientes eran previsibles. Por otra parte, el retorno de Crimea a Rusia fue ampliamente aprobado por la población. Sólo cuando los problemas se extendieron al este de Ucrania fue que nos inquietamos...


- Numerosos analistas y responsables políticos abogan por una mayor "comprensión" con respecto a Vladimir Putin. Aunque usted haya sido siempre partidario de la distensión con Moscú, tanto en la época de la guerra fría como hoy en día, ¿acepta que se puede de ese modo violar el derecho internacional y desestabilizar un país?


- Las reglas convencionales adoptadas en la Paz de Westfalia, en 1648, planteaban el principio del respeto a la soberanía nacional y a las fronteras. En virtud de este principio hay quienes estiman que Ucrania debe necesariamente conservar la totalidad del territorio que le pertenecía en el momento de su independencia, en 1991. ¡Pero no olvidemos que la descomposición de la URSS se produjo en desbandada y provocó un desmembramiento de las fronteras! El método de Vladimir Putin habría podido ser diferente; pero hoy en día hay que dejar de lado la cuestión de Crimea. En cambio, la cuestión del este ucraniano es más difícil. No olvide que Ucrania fue rusa durante mucho tiempo, y Kiev fue la capital de Rusia. Cuando, siendo Ministro de Finanzas, fui a la Unión Soviética a pedido del General de Gaulle, me recibió Kruschev en Kiev...


Para visualizar esto de manera bien clara, es preciso preguntarse qué ocurrió realmente hace un año en la capital ucraniana. ¿Qué rol tuvo la CIA en la revolución de Maidán? ¿Quisieron los estadounidenses "compensar" su debilidad en el Medio Oriente llevando a cabo en el continente europeo una política más "dura" contra Rusia?


- ¿Piensa usted realmente que los Estados Unidos son responsables de la crisis ucraniana? ¿No se trata más bien de que la corrupción del equipo en el poder provocó el hastío de los ucranianos?


- Hay que tomar en cuenta los dos elementos, lo cual explica, al menos en parte, que el Presidente Yanoukóvich haya estado obligado a partir. Pero la situación permaneció confusa y es preciso reconocer que la transición ucraniana tiene un aspecto poco democrático. Son clanes dirigidos por oligarcas los que conducen el juego. En cuanto a los Estados Unidos, probablemente apoyaron y animaron el movimiento de insurrección. Y luego se pusieron a la cabeza de la política de sanciones aplicadas a Rusia, una política que viola el derecho internacional. Para Europa, los rusos son socios y vecinos. En el desorden internacional actual, ante la llamarada de violencia en el Medio Oriente y la incertidumbre provocada por las elecciones a medio término en Estados Unidos, sería irresponsable desear que la economía rusa se hunda.


- ¿Qué solución propondría usted para tratar de resolver la crisis?


- Para Ucrania, esta solución parece ser una confederación multiétnica, basada en el modelo suizo de los cantones, con una parte rusófona, una parte polaca y una parte central. Un sistema a la vez federal y confederal, auspiciado por los europeos y apoyado por las Naciones Unidas.


- Si usted estuviese en el poder, ¿qué le diría a Vladimir Putin para hacerlo entrar en razón?


- La gestión de la crisis por Vladimir Putin no ha sido acertada. El Presidente ruso persigue un sueño: restablecer la influencia que tenía en otra época la Unión Soviética; pero este sueño no es realizable, ya que una parte del imperio soviético se construyó mediante la fuerza. Y cuando la fuerza ya no es lo que era, no se puede seguir considerando esos métodos. Polonia y los países bálticos no corren riesgo alguno. Rusia no va a lanzarse en ese tipo de aventura; pero en los lugares donde hay desorden político esto es menos evidente. Lo que es seguro es que Ucrania no va a ingresar al sistema europeo: ¡es imposible! No tiene ni la madurez económica ni la práctica política necesarias. Su lugar está entre dos espacios, Rusia y la Unión Europea, con los cuales debe mantener relaciones normales.


- En la plaza Maidán, en Kiev, han muerto ucranianos defendiendo los valores europeos y blandiendo la bandera de la Unión. ¿Es posible defraudar en su entusiasmo a esos hombres que miran hacia nosotros con tanta confianza?


- Las aspiraciones europeas de Kiev eran un sueño. Como no vislumbraban perspectiva alguna, era muy necesario que los ucranianos soñaran en algo; pero seamos realistas: los húngaros, que están en Europa, ya no lo desean (el sentimiento proeuropeo alcanza sólo al 35% en las encuestas), y la Unión, al cabo de siete años, no ha logrado resolver de manera satisfactoria la integración de Bulgaria y Rumania... Para gente que se siente abandonada, la Unión Europea es tentadora. Es una zona pacífica. Pero todo eso no es suficiente para justificar una adhesión. En calidad de parte antigua de Rusia, Ucrania no puede estar en la Unión Europea.


- ¿Cómo ve usted a Barack Obama? Se esperaba que sería una mezcla de Roosevelt y Kennedy. En definitiva, hace más bien pensar en Jimmy Carter... ¿Qué balance hace usted de su política internacional?


- En nuestra época, la elección se hace ante todo basada en la apreciación audiovisual, mucho más que en las capacidades requeridas para la función...


- En Siria, la guerra ya ha ocasionado más de 200.000 muertos. ¿Cómo hemos llegado a eso? ¿Cuál fue el primer error cometido, cuándo y por quién? ¿Qué se debería haber o no haber hecho en ese momento? ¿Qué hacer hoy?


- ¿Se trataba al comienzo de un descontento popular de carácter social frente a un poder dictatorial? ¿De una revuelta contra la brutalidad del régimen? Era preciso, en primer lugar, tratar de ver si el sistema era reformable. Lo era, sin duda. Es entonces que, progresivamente, asistimos al ascenso de un Islam fanático, que no tiene relación directa con la situación política y que no nos explicamos. La rivalidad entre chiítas y sunitas se remonta al siglo VII. ¿Por qué vuelve a surgir ahora con semejante violencia, habiendo sido más moderada en el Imperio turco? ¿Por qué ejerce tanta atracción en juventudes lejanas? Es una reflexión muy difícil de hacer, pero que es preciso llevar a cabo a nivel europeo.


- ¿No merece el peligro que hacen pesar en el planeta esos yihadistas del ISI, llegar hasta enviar tropas al territorio donde actúan?


- Me opongo totalmente a semejante intervención en terreno. No le corresponde a la coalición occidental, sino a los países árabes musulmanes resolver este problema. La solución, en mi opinión, no puede sino ser regional. Naturalmente, se pueden hacer bombardeos cuando es técnicamente necesario para impedir una conquista.


El Occidente, obviamente, debe ser hostil al ISI; pero "estar contra" no significa "erradicarlo", sin más porque es imposible. ¡Es a Irán y Arabia Saudita que les corresponde actuar?


- ¿Piensa usted que la iniciativa del Senado y de la Asamblea Nacional francesa apuntando a reconocer un Estado palestino es una buena cosa?


- Las exigencias de ambas partes son, substancialmente hablando, demasiado incompatibles. ¡Un gobierno israelita no puede aceptar los requerimientos a los cuales la autoridad palestina como tal no puede renunciar! De hecho, Israel ha jugado con esta propuesta de negociación para apaciguar a su aliado estadounidense. La diplomacia israelita apuesta al 90% sobre el apoyo de Washington... Pienso que la solución deberá necesariamente pasar por las Naciones Unidas.


- ¿Cuáles son los puntos fuertes y los puntos débiles de la diplomacia francesa?


- Dos tareas diplomáticas son urgentes: proponer una gestión política para Ucrania, a igual distancia de la Unión Europea y de Rusia, y oponerse a su ingreso en la OTAN, y contribuir a la búsqueda de una solución que permita a Gran Bretaña permanecer como miembro de la Unión Europea.

Lo más leído