“C”
Por Padre Raúl Hasbún
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 28 de septiembre de 2012 a las 05:00 hrs.
50 votos contra 49 fueron suficientes para que la Cámara de Diputados de Uruguay aprobara el martes despenalizar el aborto hasta las doce semanas de gestación, y sin límite en caso de riesgo de la madre. Se da por cierto que el Senado dará su visto bueno y que el Presidente Mujica no vetará el proyecto de ley.
Quien sí lo vetó fue, en noviembre de 2008, el entonces Presidente Dr. Tabaré Vázquez, apelando a 8 razones. La primera: Consenso. El aborto es un mal social que hay que evitar. EEUU y España son ejemplos de que al legalizarlo se triplica, y la costumbre se instala.
La segunda: Ciencia. Desde el momento de la concepción hay una vida humana nueva. Por algo el ADN ha llegado a ser la “prueba reina” sobre identidad de las personas.
La tercera: Civilización. El grado de civilización se mide por cómo se protege a los más débiles y necesitados y cómo se valora a los sujetos: no en función de los afectos que suscitan ni de la utilidad que prestan, sino por el valor que resulta de su mera existencia.
La cuarta: Constitución. Su texto, además del Pacto de San José de Costa Rica y la Convención sobre los Derechos del Niño, obligan a proteger la vida humana y reconocer el estatus de persona desde su concepción.
La quinta: Conciencia. El proyecto pro aborto discrimina injustamente y vulnera la libertad de pensamiento de los médicos que en conciencia objetan realizarlos.
La sexta: Coacción. El proyecto pro aborto afecta la libertad de empresa y de asociación de instituciones médicas legalmente aprobadas y con más de 100 años de funcionamiento, cuyos principios fundacionales condenan expresamente dicha práctica.
La séptima: Contradicción. Calificar el aborto como acto médico contradice errónea y forzadamente las Declaraciones de Helsinki y Tokyo y el Juramento Hipocrático, que obliga al médico a actuar a favor de la vida y de la integridad física.
La octava: Causalidad. Es menester atacar las verdaderas causas del aborto y ofrecer, a la mujer desamparada, protección solidaria en vez de facilitarle el aborto.
El Dr. Tabaré Vázquez es agnóstico y socialista, no utiliza argumentos religiosos. Su conciencia humanista, su ciencia de la medicina y del derecho, su desprejuiciada observación de la realidad le forzaron a vetar el proyecto de ley sobre aborto en el Uruguay. Y lo hizo con 8 “C” mayúsculas que podríamos y deberíamos llamar las 8 Letanías de la gran Bienaventuranza: la Vida. Hoy, Tabaré Vázquez es el político más prestigiado en su país. Al final del día, los pueblos que no quieren salirse de la historia premian a quienes creen en la vida. Agnóstico o no, Tabaré Vázquez les enseñó a muchos cristianos que también el Credo de la fe se escribe con “C”.
Quien sí lo vetó fue, en noviembre de 2008, el entonces Presidente Dr. Tabaré Vázquez, apelando a 8 razones. La primera: Consenso. El aborto es un mal social que hay que evitar. EEUU y España son ejemplos de que al legalizarlo se triplica, y la costumbre se instala.
La segunda: Ciencia. Desde el momento de la concepción hay una vida humana nueva. Por algo el ADN ha llegado a ser la “prueba reina” sobre identidad de las personas.
La tercera: Civilización. El grado de civilización se mide por cómo se protege a los más débiles y necesitados y cómo se valora a los sujetos: no en función de los afectos que suscitan ni de la utilidad que prestan, sino por el valor que resulta de su mera existencia.
La cuarta: Constitución. Su texto, además del Pacto de San José de Costa Rica y la Convención sobre los Derechos del Niño, obligan a proteger la vida humana y reconocer el estatus de persona desde su concepción.
La quinta: Conciencia. El proyecto pro aborto discrimina injustamente y vulnera la libertad de pensamiento de los médicos que en conciencia objetan realizarlos.
La sexta: Coacción. El proyecto pro aborto afecta la libertad de empresa y de asociación de instituciones médicas legalmente aprobadas y con más de 100 años de funcionamiento, cuyos principios fundacionales condenan expresamente dicha práctica.
La séptima: Contradicción. Calificar el aborto como acto médico contradice errónea y forzadamente las Declaraciones de Helsinki y Tokyo y el Juramento Hipocrático, que obliga al médico a actuar a favor de la vida y de la integridad física.
La octava: Causalidad. Es menester atacar las verdaderas causas del aborto y ofrecer, a la mujer desamparada, protección solidaria en vez de facilitarle el aborto.
El Dr. Tabaré Vázquez es agnóstico y socialista, no utiliza argumentos religiosos. Su conciencia humanista, su ciencia de la medicina y del derecho, su desprejuiciada observación de la realidad le forzaron a vetar el proyecto de ley sobre aborto en el Uruguay. Y lo hizo con 8 “C” mayúsculas que podríamos y deberíamos llamar las 8 Letanías de la gran Bienaventuranza: la Vida. Hoy, Tabaré Vázquez es el político más prestigiado en su país. Al final del día, los pueblos que no quieren salirse de la historia premian a quienes creen en la vida. Agnóstico o no, Tabaré Vázquez les enseñó a muchos cristianos que también el Credo de la fe se escribe con “C”.
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