Cuando ser consagrado implicó ser asesinado

Entrevista al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, acerca de los decretos aprobados por Benedicto XVI, relativos a milagros, martirio y virtudes heroicas de un importante número de siervos de Dios.

Por: | Publicado: Viernes 24 de agosto de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Nicola Gori*



La violencia, el odio, el abuso pueden matar el cuerpo pero no el alma. El martirio de don Giuseppe Puglisi, sacerdote palermitano asesinado en 1993, pero también el de tantos sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas de todos los tiempos y de todas las nacionalidades y culturas, son el ejemplo más elocuente de que al final Cristo tiene la última palabra. Don Puglisi fue asesinado porque era un sacerdote auténtico: predicaba los valores evangélicos sin desvirtuarlos, y sus palabras encontraban en los jóvenes interlocutores atentos y fascinados. Por eso molestaba a la mafia, cuya cultura es “intrínsecamente anticristiana”. Entre los dieciséis decretos que el Papa autorizó a promulgar el pasado 28 de junio, el que concierne al martirio de don Puglisi tiene ciertamente un valor especialmente ejemplar. Hablamos de ello con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, en esta entrevista a nuestro periódico.

 
-El 28 de junio Benedicto XVI autorizó la promulgación de dieciséis decretos. ¿Nos puede decir algo al respecto?
-Estos decretos abarcan a toda la Iglesia. Hay siervos de Dios o venerables de Europa –en particular, de Italia, de España y de Holanda-, pero también de Asia y de América Latina y del Norte. Esto indica que la santidad está presente en todas las latitudes y en todas las situaciones culturales. Lo cual demuestra que el Evangelio se puede vivir en las diferentes culturas, porque hace buena la vida de la humanidad, respondiendo a sus anhelos de verdad y bondad. También hay diversas categorías de personas: una laica brasileña, como Francisca de Paula de Jesús, llamada Nhá Chica; el cardenal italiano Sisto Riario Sforza; el arzobispo estadounidense Fulton Sheen; el obispo español Alvaro del Portillo. Hay mártires, confesores, testigos heroicos del Evangelio que, con su santidad, hacen luminosa a la Iglesia.

-Muchas de estas figuras de santidad son más bien recientes, como por ejemplo los mártires. ¿Los une un hilo común?
 -Ante todo, hay un grupo consistente de mártires de la guerra civil española, que murieron entre 1936 y 1937. Esa guerra ha influido fuertemente en la vida de la Iglesia en España. Fue un conflicto muy sangriento. Doce obispos fueron asesinados, a veces de una manera cruel. Ni siquiera bajo los emperadores romanos se había llegado a tanto. Numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas, por el mero hecho de estar consagrados, eran asesinados, a menudo sin ninguna apariencia de juicio. Pero la figura más destacada en Italia es la de don Giuseppe Publisi, asesinado por la mafia en Palermo en 1993. Se trata de una causa de martirio, porque fue asesinado in odium fidei. Obviamente, aquí es necesario aclarar lo que significa odium fidei, dado que la mafia con frecuencia se presenta como una realidad “religiosa”, una realidad cuyos miembros parecen muy devotos. En efecto, nosotros hemos analizado a fondo este aspecto y hemos visto que, por una parte, tenemos una organización que, más que “religiosa”, es esencialmente “idolátrica”. También el paganismo antiguo era “religioso”, pero su religiosidad se dirigía a los ídolos. En la mafia los ídolos son el poder, el dinero y la prevaricación. Por lo tanto, es una sociedad que, con una envoltura pseudo-religiosa, sigue una ética antievangélica, que va contra los diez mandamientos y contra el Evangelio. La Escritura dice: no matarás, no darás falso testimonio. En la ideología mafiosa, en cambio, se hace exactamente lo contrario. Jesús dijo que perdonáramos a nuestros enemigos y aquí encontramos lo contrario: la venganza. La mafia es intrínsecamente anticristiana. Por lo demás, el odio hacia don Puglisi se debía sencillamente al hecho de que se trataba de un sacerdote que educaba a los jóvenes en la vida buena del Evangelio y, por tanto, apartaba a las generaciones jóvenes de la nefasta influencia de la delincuencia.

-Es el primer sacerdote asesinado por la mafia cuyas virtudes se reconocen. ¿Se abre camino también para otros?
 -Aunque sea en un contexto nuevo, también en don Puglisi se verifica el concepto tradicional de martirio, es decir, precisamente un bautizado asesinado por odio a la fe. Don Puglisi fue asesinado por ser sacerdote, no porque estuviera implicado en actividades sociopolíticas particulares. Fue asesinado porque predicaba la doctrina cristiana y educaba a los jóvenes a vivir con coherencia su bautismo. Sólo por eso. No iba contra nadie. Respecto de otros casos, los obispos en distintas diócesis llevan a cabo el discernimiento oportuno. La causa de don Puglisi la promovió la archidiócesis de Palermo.

-Entre los mártires no sólo se encuentran don Puglisi y los españoles, sino también uno de la India.

 -Quiero subrayar precisamente el decreto sobre el martirio que atañe al siervo de Dios Devsahayam Pillai, un laico, que fue asesinado en 1752 en la India. La historia de este mártir es realmente extraordinaria: era un hindú de una casta alta, la de los guerreros. Cuando se convirtió al cristianismo fue objeto de críticas y persecuciones por parte de sus paisanos hindúes, pero no sólo de ellos. Fue encarcelado y torturado con toda clase de suplicios, pero resistió heroicamente hasta el final sin renunciar nunca a su fe bautismal. Así pues, es una hermosísima y gran figura de testigo para la India de hoy, porque también en este tiempo la Iglesia en ese país sufre persecución, pero mantiene alta la fe en Cristo.

 -Estos decretos conciernen a gente de todas las clases sociales, como la brasileña Nhá Chica, una mujer del pueblo.

 -Era una laica muy sencilla, una bautizada que renunció a sus bienes y a formar una familia para edificar al pueblo y a los demás bautizados con la oración y la caridad. Todos la tenían por santa ya en vida y esta fama siguió difundiéndose, hasta el punto de que el año pasado se aprobó el decreto sobre sus virtudes heroicas e inmediatamente se reconoció el milagro. Así el Señor proveyó con un sello de lo alto a decretar la santidad de esta lacia.

-De una mujer humilde a un cardenal de la Santa Iglesia Romana. ¿Quién era Sisto Riario Sforza?
 -Es una figura insigne del siglo XIX, muy importante en Italia, y en particular en Nápoles, que combatió sobre todo ciertas desviaciones ideológicas sociopolíticas. Promovió una pastoral capilar indicando al clero las coordenadas de un apostolado eficaz, desde el punto de vista de la catequesis y de la predicación. Era de familia noble, pero vivió con gran pobreza, dando en caridad a los pobres todo lo que poseía.

-Otra figura muy conocida es el arzobispo Fulton Sheen.

 -Era un personaje famoso en toda la Iglesia por sus transmisiones en emisoras de Estados Unidos, donde tenía programas religiosos muy seguidos no sólo por los católicos, sino también por todos los estadounidenses. Era un predicador brillante y en el anuncio del Evangelio fue una de las figuras más significativas de la comunicación pastoral. Creo que el hecho de que esta causa haya madurado precisamente en la cercanía del Año de la fe y del Sínodo sobre la nueva evangelización constituye un signo de los tiempos. Sheen puso sus talentos al servicio de la comunicación, haciendo el Evangelio agradable y accesible a todos. Logró muchas conversiones con su predicación, también porque vivía personalmente con coherencia lo que anunciaba. Fulton Sheen hará mucho bien hoy a la Iglesia estadounidense.

-También es muy conocido el obispo Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer en la dirección del Opus Dei.

 -Todos reconocen que monseñor Del Portillo fue una persona de gran sencillez, humildad, inteligencia y sobre todo santidad. No olvidemos que entre los sacerdotes también hay un párroco holandés: Ludovico Tijssen. Y Holanda necesita, hoy más que nunca, ejemplos sacerdotales positivos. Obviamente se trata también de un decreto relativo a la venerabilidad, pero es importante subrayar sus virtudes heroicas. Por lo demás, también está un milagro atribuido a la intercesión de don Luca Passi, sacerdote diocesano, fundador de la congregación de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea. Quiero citar asimismo las virtudes heroicas de María del Sagrado Corazón, religiosa canadiense fundadora de las Esclavas del Corazón Inmaculado de María. Los decretos atañen además a otras religiosas. Entre ellas, María Angelina Teresa, en el siglo Bridgest Teresa McCrory, fundadora de la congregación de las Hermanas Carmelitas para los ancianos y los enfermos.

 -¿Cómo se explica la diferencia entre los tiempos de maduración de las diferentes causas?
 -La explicación técnica puede ser múltiple. Muchas causas se inician tarde por varios motivos. Hoy, por ejemplo, una causa se puede iniciar incluso cinco años después de la muerte del siervo de Dios. Otras veces los retrasos dependen de diferentes factores.

 -El próximo 21 de octubre, durante el Sínodo de los obispos y precisamente al inicio del Año de la fe, el Papa proclamará siete nuevos santos. ¿Qué significado tendrá esa celebración?
 -Al respecto, quiero señalar sobre todo dos figuras de jóvenes que serán canonizados en esa ocasión. Una aborigen americana, de 24 años, Catalina Tekakwhita, hija de un jefe de tribu pagano, que vivió de 1656 a 1680. Su madre era cristiana y ella, a pesar de los sufrimientos y las persecuciones, mantuvo íntegra su identidad bautismal, siendo un ejemplo no sólo para los católicos, sino también para todos los aborígenes americanos. Lo mismo se puede decir de un joven catequista filipino, Pedro Calungsod, que también vivió en el siglo XVII y murió mártir a los dieciocho años. Dos testimonios que muestran cómo los jóvenes –tanto hombres como mujeres- pueden vivir perfectamente la santidad cristiana, cualquiera que sea la cultura a la que pertenezcan. Son capaces de vivir íntegramente el Evangelio hasta entregar su vida. Pero en el mes de octubre habrá también otra celebración importante.

 -¿De qué se trata?
 -El 7 de octubre, durante la apertura del Sínodo, en la basílica de San Pedro, serán proclamados dos nuevos doctores de la Iglesia: san Juan de Ávila, un gran formador de sacerdotes, conocido sobre todo en América Latina, y santa Hildegarda de Bingen, una abadesa benedictina, gran mística y personaje relevante por su cultura enciclopédica. Muy conocida en Alemania, sobre todo por los aspectos más comprensibles para la cultura laica, como la música o el conocimiento de las plantas. Para la Iglesia es importante su vida ejemplar y su doctrina espiritual y teológica. Verdaderamente se trata de una hermosa figura. Fue el episcopado alemán, a fines de la década de 1970, quien pidió que fuera declarada doctora de la Iglesia. En el archivo encontramos un escrito firmado por todos los obispos alemanes: la tercera firma es la del entonces cardenal Joseph Ratzinger. El Papa; el 10 de mayo, promulgó el decreto de la canonización equivalente de Hidelgarda, es decir, la extensión de su culto litúrgico a toda la Iglesia.

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