Si hay alguien que conoce de lo que es planificar ingresos y gastos es Matías Acevedo. El economista fue director de Presupuestos entre fines de 2019 e inicios de 2021, en una época marcada por el estallido social en Chile y la pandemia del Covid-19 a nivel global.
Hoy, desde su rol como académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la U. de los Andes, valora la orientación de las medidas de corrección que propuso Hacienda y la Dirección de Presupuestos (Dipres) en el Informe de Finanzas Públicas (IFP) del primer trimestre del año, aunque les ve poca factibilidad en el corto plazo.
Es más, cree que de no concretarse dichas políticas, probablemente la convergencia fiscal se postergará en un par de años más y la deuda pública alcanzará el límite prudente tan pronto como el próximo año.
“La deuda muy probablemente va a sobrepasar el nivel prudente a fines del 2026 o a inicios del 2027”.
- ¿Cómo calificaría el IFP?
- Fue un baño de realidad, por varios motivos. El primero es que estaba claro que la convergencia que se planteó, que pudo haber sido una muy buena intención, era optimista. Plantear consolidaciones fiscales de este orden de magnitud tenía una probabilidad de éxito baja y eso lo decía el FMI, por ejemplo.
Ahora, los gobiernos son dueños de la política fiscal y ellos son los que tienen que definir cuál será esa convergencia. (Pero) me preocupa que para el futuro veo que todavía hay signos optimistas respecto a lo que pueda pasar con el déficit fiscal y las acciones que hay que ejecutar.
- ¿Tiene justificación el desvío de las metas, pensando que no ha mediado una crisis?
- La pregunta que subyace a esa afirmación es si esperaba una convergencia con niveles de ingreso que se corrigieron a la baja de forma estructural. Ahí no hay ninguna posibilidad, salvo que me ponga a ajustar el gasto para cumplir la meta.
Cuando se publicó el Informe de Finanzas Públicas del cuarto trimestre del 2024, también señalé que, dada la situación fiscal que teníamos y el sinceramiento de la proyección de los ingresos, mantener la meta en -1,1% del PIB era optimista porque no veía cómo iban a ajustar el gasto en tan corto período de tiempo (...).
Ahora, lo que tenemos, sin medidas correctivas, es un déficit estructural de dos puntos del PIB. Ese es nuestro verdadero problema. En los últimos 10 o 15 años, el promedio era un punto del PIB.
- Las medidas que planteó el Gobierno son de largo aliento. Plantea incluso medidas de ajuste hacia 2029 e incluye el avance de proyectos de ley en el Congreso. ¿Cómo ve esa innovación?
- Va en la línea correcta. Ahora, si uno de verdad va a ajustar el gasto, es probable que la gran mayoría de las medidas requieran un trámite legislativo. No solo porque son cambios legales, sino porque además le hace bien a la política acordar ajustes.
Piense que si todas estas medidas se pudieran hacer de forma administrativa. ¿Qué nivel de consenso van a tener para la próxima administración? Ninguna. La próxima administración va a revertirlas inmediatamente, porque no se ha logrado un consenso. Entonces, me parece virtuoso por esos dos lados. Esto no es solo técnico, también requiere de consensos políticos, porque cuando la política fiscal se politiza, se paraliza. Y esto no lo digo yo, lo dice el FMI.
“Acá se necesitan medidas estructurales, no nos engañemos (...) y esto también es un mensaje para los candidatos, porque una cosa es creer que uno tiene la facultad de hacer ajustes, pero otra cosa muy distinta son las consecuencias que generan esos ajustes”.
- Pero se ve difícil un acuerdo para llevar adelante todos estos proyectos cuando quedan menos de 12 meses de administración.
- Por eso me parece que va en la línea correcta. Ahora, la probabilidad de que eso se apruebe es baja, salvo que haya concesiones importantes por parte del Gobierno en temas como, por ejemplo, el CAE, que no lo veo en el corto plazo.
Entonces, el IFP es un baño de realidad donde básicamente estamos asumiendo que tenemos dos puntos del PIB de déficit estructural, y que si bien las medidas están bien orientadas y pueden ser otras más que surgen, el punto es que nos vamos a demorar en ejecutarlas.
Por lo tanto, lo más probable es que la convergencia que se está planteando no se va a postergar en un año, sino entre dos y tres años. La consecuencia de aquello es que la deuda muy probablemente va a sobrepasar el nivel prudente a fines de 2026 o a inicios de 2027.
El mensaje para los presidenciables
- ¿Con qué situación fiscal se va a encontrar el próximo Gobierno? ¿Mucho más deteriorada respecto a la que recibió la actual administración?
- Son situaciones distintas: el Gobierno anterior venía de una pandemia, por lo tanto el ajuste fue mucho mayor. Este Gobierno terminó el primer año con un superávit, el cual fue extraordinario. Ahora, básicamente lo que estamos viendo es que este Gobierno va a terminar con un ajuste fiscal de menos de un punto del PIB. Eso va a ser lo que va a entregar esta administración. Es un ajuste fiscal que si uno lo mira en el contexto internacional, es lo que uno podría esperar.
En Piñera II planteamos antes de la pandemia un ajuste fiscal de 0,2% del PIB por año, 0,8% del PIB en total. Eso es lo que uno debería esperar.
Ahora, si no se aprueban las medidas correctivas, esto se traspasa al próximo Gobierno. La deuda va a estar llegando o va a estar muy cerca de 45 puntos del PIB. Y por eso creo que la probabilidad de que sobrepase el límite prudente es bastante alta a fines de 2026 o a principios de 2027. Esa es la realidad. Y, entremedio, probablemente va a haber muchas iniciativas que van a buscar eficientar el gasto y espero que cualquiera sea quien gobierne, si se logra consenso en esta materia, esas iniciativas puedan avanzar.
- ¿No queda amarrado de manos un próximo Gobierno en materia fiscal?
- Espero que una próxima administración no solamente proponga estas, sino que proponga muchas otras medidas para recuperar la sostenibilidad fiscal. Esto es como la seguridad, donde tenemos que atacar el tema desde varios frentes al mismo tiempo.
Yo no conozco ningún ministro de Hacienda desde el año 2008 a la fecha, que es cuando empezaron los déficit, que no haya hecho un plan de ajuste fiscal, que no tenga conciencia de la austeridad fiscal, que no esté preocupado del equilibrio de las finanzas públicas. Pero antes el promedio de déficit era 1% del PIB y ahora es 2% del PIB.
Acá se necesitan medidas estructurales, no nos engañemos, no nos pasemos películas, acá no hay atajos, acá no todo es administrativo y esto también es un mensaje para los candidatos, porque una cosa es creer que uno tiene la facultad de hacer ajustes, pero otra cosa muy distinta son las consecuencias que generan esos ajustes.
- Otra cosa es con guitarra.
- Me refiero a la consecuencia política. Cuando haces un ajuste en un tema relevante, que a nosotros nos pasó muchas veces, incluso en la pandemia, nos paraban la agenda legislativa completa hasta que las explicamos. Ellos estuvieron de acuerdo y en algunos casos tuvimos que revertir cosas. Entonces, esto de pensar en que yo tengo la facultad y lo puedo hacer, esa es la parte legal, pero en la práctica la realidad es muy distinta. Y una cosa es con guitarra cuando se hacen ajustes de gasto, entonces el llamado es a ser un poco más realista. Que más allá de la impronta que le quieran poner al ajuste del gasto, pensar que esto se va a solucionar de la noche a la mañana es una ilusión. No nos pasemos películas que no son, esto es complejo. Y para hacerlo bien necesitamos un acuerdo.
- Llamó la atención que el Gobierno mantuviera un crecimiento de 2,5% para este año, pensando en que las cosas están cambiando muy rápido por el tema arancelario. ¿Cuánto se puede descuadrar la caja fiscal, pensando en que la situación externa puede empeorar?
- Si uno mira los escenarios de sensibilidad hacia adelante que trae el IFP, hay un escenario donde la economía crece 2%, en cuyo caso el déficit efectivo aumenta y eso significa una mayor presión de la deuda en torno a 0,3% del PIB. Pero a nivel de balance estructural no debería cambiar mucho, porque lo que hace el balance estructural es aislarse de los ciclos y de los shocks.
Impuesto a la renta
- ¿Qué le parece que se haya postergado la discusión del impuesto a la renta?
- Me parece una mala noticia que se haya postergado esa discusión. Comprendo el contexto político, pero eso no es suficiente, porque esa justamente es una medida estructural que te va a permitir tener más ingresos hacia adelante. O sea, yo no recuerdo desde el retorno de la democracia ningún momento donde el Gobierno y la oposición estuvieran de acuerdo en rebajar un impuesto. Aquí se generó un espacio y creo que tanto la Sofofa como la CPC tienen un punto.
- ¿Cuál es ese punto?
- Se desaprovechó una oportunidad para abordar un tema que es de suma importancia para cualquiera que sea Gobierno hacia adelante. Y, en ese sentido, el Parlamento no se puede dar ese lujo de decir ‘lo vamos a dejar postergado para la próxima administración’. Eso es como tomarse un año sabático y para la gente es una falta de respeto, cuando sabemos que esa medida eventualmente sí te puede generar mayor crecimiento hacia adelante.
Y ahí había mecanismos de compensación que se pudieron conversar y se pudo hacer una mesa de trabajo respecto a eso para por último aprobarlo una vez pasada la elección. Pero haberlo descartado hacia adelante… Me parece que, en este contexto, donde tenemos un déficit crónico de dos puntos del PIB y donde estamos haciendo medidas pequeñas, fue una decisión desafortunada.