No sólo de minería y energía vive la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA). A poco más de tres años de operación en régimen, el organismo dirigido por Cristián Franz tomó una nueva veta.
Tras consolidarse en la fiscalización a grandes proyectos de inversión, fueron municipalidades y organismos públicos los que se vieron sometidos a su vigilancia.
Ahora, sin embargo, su mirada captó un nuevo objetivo iniciando una serie de procesos sancionatorios contra entidades menos tradicionales como pubs, restaurantes, discotecas y gimnasios.
Por ejemplo, a fines de enero abrió un proceso contra el Gimnasio Spartakus de Arica. ¿El motivo? Una denuncia ciudadana acusando ruidos molestos, los que finalmente fueron comprobados en una fiscalización en terreno, donde se registró que la emisión estaba sobre la norma, lo que fue catalogado como una infracción leve.
Pero no ha sido el único caso. El organismo también abrió un proceso contra la discoteca Maldita Sea de Concepción, la que también sobrepasó la norma de ruido. Para evitar la multa -que puede llegar hasta las 1.000 UTA, unos $ 539 millones-, este pub presentó un plan de cumplimiento, que incluyó la asesoría de una empresa externa, que hará una serie de mejoras al sistema de aislación del recinto, para evitar caer nuevamente en un incumplimiento.
Así, esta nueva rama de la fiscalización se ha visto replicada en al menos cuatro procesos más entre fines de 2015 y lo que va de 2016.
Algo que en la industria consideran es normal que ocurra, puesto que era un paso más dentro del proceso de instalación que lleva el organismo que no hace diferencias entre quienes atenten contra el medio ambiente.