Fuerte quiebre del movimiento sindical tensiona la agenda laboral del gobierno
Con la nueva administración, la UNT inició una arremetida para influir en la toma de decisiones. Esto molesta a la CUT.
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A las 11 de la mañana del próximo sábado 1 de mayo, el centro de
Santiago será el lugar donde la CUT conmemorará el día del trabajador.
Casi 600 kilómetros más al sur, la Unión Nacional de Trabajadores (UNT)
hará lo propio, en Curanilahue, región del Biobío.
Tal distancia
es reflejo de la fuerte división que existe entre ambas organizaciones
sindicales, situación que no sólo complica las aspiraciones del sector,
sino que también dificulta la tarea del gobierno de Sebastián Piñera a
la hora de lograr consensos para avanzar en su agenda laboral.
Este
escenario se le complejiza aún más al Ejecutivo, por la posición en que
se encuentra actualmente el presidente de la CUT, Arturo Martínez.
Cuando inscribió su candidatura a diputado en 2009, le ley lo obligó a
renunciar a dicho cargo. Sin ganar la elección, el dirigente volvió a
ocupar su puesto, sin tener el respaldo legal para hacerlo.
De
hecho, fue un grupo de dirigentes de la misma entidad, quienes filtraron
un certificado de la Dirección del Trabajo donde no aparece el nombre
de Martínez en el listado del directorio.
Este hecho marca un
nuevo precedente al interior de la CUT, ya que antes de la renuncia del
dirigente, el consejo nacional había acordado que en el caso de una
derrota en las urnas, Martínez volvería a ocupar su puesto. Sin embargo,
este pacto que se firmó en la entidad, no tendría validez legal.
En
el Ministerio del Trabajo están concientes de esta situación y, en lo
inmediato, la posición del dirigente se podría transforman en un dolor
de cabeza para las autoridades. Una de las primeras complicaciones que
se puede generar es en el seno de la negociación por el reajuste del
salario mínimo, pues tradicionalmente, el gobierno y la CUT se sientan a
consensuar la magnitud del incremento para luego enviarlo al Congreso.
Al
respecto, Martínez ya le ha enviado mensajes al Ejecutivo para tratar
de impedir que la UNT o la Central Autónoma de Trabajadores (CAT) sean
incluidas en este debate, señalando que él representa a todo una central
de trabajadores y no a grupos.
Esta enemistad que existe entre
los dirigentes marca la intención del gobierno de modificar el actual
esquema de negociación y virar hacia una comisión técnica, en la cual
aún no está decidida la participación sindical.
La
interna
Pero todo este escenario se comenzó a configurar hace
muchos años. En 2003, la escalada de conflictos internos terminó con la
salida de un grupo importante de dirigentes, encabezados por el actual
presidente de la UNT, Diego Olivares.
Con la llegada de Piñera a
La Moneda, esta organización ganó mucho más presencia que la que tuvo
durante los gobiernos de la Concertación, mostrándose como una
alternativa más abierta al diálogo y a abordar temas que para la CUT son
intransables.
Atento a los movimientos y declaraciones de
Olivares, Martínez tuvo un giro inédito en su discurso y se mostró
disponible para discutir todas las materias. De hecho, en entrevista con
DF, el dirigente fijó los parámetros para discutir sobre las
Indemnizaciones por Años de Servicio (IAS), uno de los derechos
laborales que, según él mismo reconoció, es "muy sentida" por los
trabajadores.
Y no se equivocaba. Al conocer estas palabras, un
grupo de dirigentes que son parte de la CUT que conforman la Federación
Sindical Mundial redactó una declaración pública en que señalaron: "Las
opiniones de Arturo Martínez son diferentes a los acuerdos de las
instancias estatutarias de la CUT, como es el Congreso. También, son muy
diferentes a la visión que tenemos las organizaciones bases de la
Central del sector privado".
Y la misiva agrega: "actualmente
Arturo Martínez no debería andar entregando opiniones a nombre de los
trabajadores ni menos de la CUT. Él ya no es presidente (...) no
representa la voz de la CUT, él renunció en septiembre para irse como
candidato".
Por lo visto, al interior de la entidad tampoco
existiría un clima que beneficie al movimiento sindical.