Los días de capitalismo laissez-faire de Hong Kong podrían acabar
Gobierno de la región especial de China da señales de intervencionismo.
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El 10 de Agosto, el jefe ejecutivo de Hong Kong, Leung Chun-ying, hizo un llamado para que el gobierno de la región adopte un papel adecuado para guiar la economía. Su declaración en entrevista con la agencia estatal china Xinhua se interpreta como la señal más clara de la intención del gobierno de asumir un enfoque más intervencionista, generando temores de que el territorio se aleje de su tradicional capitalismo de laissez-faire. Dado el pobre historial del gobierno en cuanto a intervenciones, esto debería ser preocupante.
El predecessor de Leung, Donald Tsang, mostró su intención de apartarse por primera vez de la filosofía económica de "no intervencionismo positivo" en 2006. El gobernante abrió espacio potencial para intervención en su fórmula de "Mercado grande, gobierno pequeño".
Leung, en cambio, favorece un enfoque de "gobierno adecuadamente proactivo", para afrontar la competencia de rivales como Singapur y Corea del Sur. Sin embargo, no ha precisado qué significará en la práctica.
Elefantes blancos
A Hong Kong no le han faltado las intervenciones estatales cuando se trata de promover el desarrollo de infraestructura, la única intervención contemplada en el no intervencionismo positivo. Su impresionante infraestructura ha sido un imán para que las empresas inviertan. Pero hay dudas sobre los retornos de los mega proyectos desarrollados bajo la gestión de Tsang.
Las conexiones ferroviarias de alta velocidad con China continental y un puente de tres pistas entre Hong Kong, Macau y Zhuhai en China, todos actualmente bajo construcción, han sido criticados por su enorme costo en relación con las mejoras en tiempos de viaje. Y que los presupuestos se hayan excedido considerablemente no favorece la defensa del gobierno de los proyectos.
Aunque ayudan a que Hong Kong retenga su reputación de infraestructura de primera clase, para muchos son elefantes blancos que principalmente canalizan inversión hacia las empresas constructoras y mejoran las cifras de la economía.
Cuando el gobierno ha tratado de diversificar la economía, su desempeño ha sido más cuestionable. Cyberport, anunciado por Tsang (entonces secretario de finanzas) en 1999 para alentar el crecimiernto del sector tecnológico local, ahora parece más un desarrollo de viviendas de lujo. El terminal para cruceros Kai Tak, completado en 2013, ha defraudado -hasta ahora al menos- las esperanzas de que pudiera proveer un fuerte impulso al tráfico de cruceros de turistas, y el parque local de Disney (bajo propiedad mayoritaria del gobierno) también ha decepcionado.
La falta de éxitos va más allá de los proyectos individuales. El gobierno de Tsang se esforzó para diversificar la economía, promover nuevos sectores como desarrollo de exámenes, educación, innovación y tecnología, servicios ambientales, tratamientos médicos y cultura. El gobierno ha seguido este camino, aunque con menos entusiasmo. Ha apuntado al centro de medicina regenerativa proyectado por el Instituto Karolinska de Suecia en Hong Kong anunciado en febrero como evidencia de progreso y está presionando para que el Consejo Legislativo establezca una Oficina de Innovación y Tecnología. Sin embargo, es difícil sostener que las políticas han tenido éxito.
¿Hacia el asistencialismo?
Las declaraciones de Leung sobre un mayor papel del gobierno en guiar la economía reflejan en parte las presiones del gobierno en China continental, orgulloso de su historial en el manejo del desarrollo económico. Hong Kong ha tratado en los últimos años de alinear sus declaraciones con las políticas del gobierno central, incluyendo las prioridades establecidas en los planes quinquenales. La presión para adoptar una actitud más intervencionista no sólo proviene del continente. El electorado local también presiona para acabar con la inequidad social, especialmente con el alto costo de la vivienda.
Hong Kong sigue siendo la economía más libre del mundo según organizaciones como el estadounidense Heritage Institute, y hay un claro riesgo de que una mayor intervención pueda dañar la positiva percepción de los inversionistas internacionales. El consistente superávit de los últimos años da margen para mayor gasto sin necesidad de incrementar los impuestos, pero no está claro el área en que sería más beneficioso invertir. Aquellos gastos más populares entre la ciudadanía podrían no ser los mejores para la economía. Y existe el peligro de que al presionar por un mayor gasto público se llegue a un sistema de bienestar como el de las economías occidentales, tan criticado por el secretario de finanzas John Tsang en el pasado. Pero más preocupante sería que el gobierno siga esforzándose en intervenciones como las mega infraestructuras, algo común en China continental. El récord de fracasos en Hong Kong debería servir como una advertencia a los políticos.