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La deuda venezolana: EEUU, Rusia y China juegan con altas apuestas

Las negociaciones de restructuración de Caracas implicarán un complicado juego político de póker.

Por: John Paul Rathbone / Robi Wigglesworth | Publicado: Martes 21 de noviembre de 2017 a las 17:55 hrs.
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La semana pasada, por la invitación del presidente Nicolás Maduro, un grupo de financistas internacionales viajó a Caracas para empezar lo que fue calificado como la restructuración de la deuda más complicada del mundo, también una de las más grandes y ciertamente una de las más raras.

En la capital arruinada por la mayor tasa mundial de homicidios, inversionistas llegaron a un edificio parecido a una torta de helado blanco al frente del Palacio Presidencial. Elevando la irrealidad de la economía socialista apuntalada por las mayores reservas mundiales del petróleo pero mal manejada hasta estar cerca del colapso, el gobierno desenrolló una alfombra roja para sus invitados y estableció una guardia ceremonial.

Venezuela busca una solución ganadora para todos, dijo a los inversionistas el vicepresidente Tareck El Aissami. El país seguirá pagando el servicio de su deuda exterior de US$ 150 mil millones, subrayó el militante socialista de 43 años, aunque las agencias calificadoras emitieron un montón de las notificaciones del default incluso mientras él hablaba. El discurso terminó media hora después. Los participantes se fueron con regalos del café y chocolate fino pero sin recibir una respuesta. El gobierno, en tanto, declaró que la reunión fue un éxito.
"Estamos todos tratando de averiguar si hay un método para la locura venezolana", dice Peter West de la consultora boutique EM Funding. "Si está un poco confundido...no se sienta mal", agrega Russ Dallen de Caracas Capital, especialista en la deuda venezolana.

En parte, la confusión proviene de la complejidad de la deuda venezolana, que fue emitida por varias entidades, con diferentes clausulas legales y a múltiples partes. El país debe US$ 64 mil millones a los tenedores de bonos, más de US$ 20 mil millones a los aliados China y Rusia, US$ 5 mil millones a los acreedores multilaterales como el Banco del Desarrollo Interamericano, y decenas de miles de millones a los importadores y empresas de servicios que mantienen a la completamente importante industria petrolera bombeando y al régimen a flote.

Juego complicado

En mayor parte, sin embargo, la incertidumbre es el resultado de la noción que Venezuela se ha embarcado en un clásico "plan de restructuración". Caracas no está empezando un ejercicio de calistenia de reperfilar la deuda, sustentabilidad y otras métricas técnicas que típicamente marcan los ejercicios de la deuda soberana. Más bien empezó un grave juego de póker, sin límites de apuestas.

Con excepción de los tenedores de bonos, para otros cinco jugadores sentados en la mesa –el gobierno, la oposición, EEUU, Rusia y China- el premio va mucho más allá del dinero. La sobrevivencia política del gobierno, el destino de 30 millones de ciudadanos venezolanos y los intereses geopolíticos competidores de tres súper poderes están en juego.

"Es un juego complejo con muchos jugadores, así que podría llevar a un mal resultado", dice Robert Kahn, exfuncionario del Fondo Monetario Internacional y el veterano de las crisis de deuda soberana. "Es más, muchos jugadores no saben o no entienden los incentivos de otros".
El gobierno simplemente quiere sobrevivir. Teme que los tenedores de bonos, que solo quieren que les paguen, pueden apoderarse de sus cargas petroleras en caso del default, dejando a Caracas sin su único fuente de ingresos. Luego están los súper poderes. Washington quiere terminar con el régimen crecientemente pícaro, involucrado en el tráfico global de drogas, que está sentado en las reservas petroleras por US$ 15 mil millones y está a solo a tres horas en avión de EEUU.

Moscú, en tanto, busca aprovechar la angustia de Caracas para aumentar su presencia en ls Américas. Los intereses de China son más comerciales: al prestar a Caracas US$ 60 mil millones en la última década, quiere acceso continuo a las grandes reservas energéticas de Venezuela.

Las reglas de la casa agregan a la complejidad; puede ser que no hay ninguna. Todos los bonos extranjeros de Venezuela están gobernados por la ley de Nueva York. Pero la presencia de China y Rusia en la mesa complica todavía más la restructuración que será al menos parcialmente hecha sin participación del FMI o el Club de Acreedores de París.
Luego, hay un hecho de que los dos venezolanos a cargo del proceso, El Aissami y ministro de Finanzas Simón Zerpa, están sancionados por EEUU por presunto tráfico de drogas y abusos a los derechos humanos. Su nombramiento es una señal clarísima de que Caracas se imagina operando en un universo legal paralelo – como puede ser el consiguiente juego de póker.

Deuda insostenible

Una de las pocas cosas que está clara en el ejercicio del farolero es que Venezuela ya no puede permitirse sus deudas. Diez años atrás, en medio del boom de los commodities, Venezuela disfrutó de las ganancias inesperadas de los petrodólares por un estimado US$ 1 billón (millón de millones). Cuando el Wall Street ofreció la perspectiva de todavía más dinero, Caracas emitió más de US$ 50 mil millones de bonos. Junto con los préstamos chinos y otros créditos, eso cuadriplicó su deuda externa en diez años. Gran parte de dinero fue mal gastado o robado – alrededor de US$ 300 mil millones, según exministros. Ahora Caracas quedó sin fondos.
Las reservas en moneda extranjera flotan por debajo de US$ 10 mil millones, cerca del mínimo de 20 años. Importaciones han sido aplastados un 85% en cinco años, mucho peor que la mayoría de programas de austeridad del FMI. El tipo de cambio en el mercado negro ha disparado y superó 7.000 veces la tasa oficial, el promedio de producción petrolera diaria –el único fuente de divisa extranjera-se hundió un 20% desde el año pasado.

Tan decisivamente, Venezuela también cayó en hiperinflación el mes pasado, con precios creciendo por encima de 50%.Ninguna economía puede sobrevivir la hiperinflación por mucho tiempo, y solo un régimen político lo ha hecho – el de Robert Mugabe en Zimbabue, al menos hasta la semana pasada. Con default de la deuda en juego, el cambio puede estar llegando a Venezuela también.

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