Por Isabel Ramos Jeldres
Perú es un país con una economía boyante. Tiene una de las tasas de crecimiento más altas de Latinoamérica, impulsada por el consumo de una pujante clase media y por millonarias inversiones, especialmente en el área minera.
Pero no todo lo que brilla es oro. La pobreza golpea a un tercio de la población, y el descontento quedó reflejado en las elecciones presidenciales. Los dos candidatos más radicales pasaron a la segunda vuelta, y finalmente se impuso “el candidato del pueblo”, el nacionalista Ollanta Humala. ¿Qué pasa con Perú? ¿Cuál es la cara que no aparece en los índices de crecimiento económico? ¿Qué esconde el lado B de Perú?
El resultado refleja “la agenda sin terminar de Perú: el país ha hecho un progreso loable en el frente macro, pero esos avances todavía dejan a una mayoría abrumadora de la población sintiéndose excluida”, escribió esta semana Morgan Stanley en un informe.
Desde 2004, el país crece a tasas superiores a 5% anual. Incluso en 2009, cuando la mayoría de los países se contrajo por los efectos de la crisis financiera global, la nación andina logró expandirse 0,9%. La alta tasa de crecimiento, que se elevó a 8,8% el año pasado, esconde sin embargo la pobreza y desigualdad de sus habitantes.
Una década de distancia
El PIB per cápita, ajustado por paridad de poder de compra, casi se ha duplicado, de US$ 5.113 en 2001 a US$ 9.985 este año, de acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional. Pero esa cifra concuerda con el nivel que exhibía nuestro país a principios de la década. Hoy, en cambio, Chile se encamina hacia los
US$ 15.866. Se podría decir entonces que hay una década de distancia entre ambos países.
La pobreza, por su parte, se ha reducido desde un 54,8% de la población en 2001, a un 31,3% en 2010, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Sin embargo, aún quedan 9,2 millones de pobres, definidos como quienes tienen un gasto inferior al costo de la canasta mínima de consumo, equivalente a 264 soles (US$ 95) mensuales.
Además, la disminución de personas pobres ha bajado de forma desigual entre las zonas urbanas y las rurales. En 2001, un 78,4% de la población rural era catalogada como pobre, frente a un 42% de la población urbana. El año pasado, un 54,2% de las zonas rurales estaban bajo la línea de la pobreza, en comparación con un 19,1% de las zonas urbanas.
Los bolsones de pobreza se concentran principalmente en la sierra, en las regiones de Huancavelica, Apurímac, Huánuco, Ayacucho y Puno, donde la población pobre se ubica entre un 55% y 66%. En estas regiones es justamente donde Ollanta Humala, representante de Gana Perú, obtuvo los mayores niveles de apoyo en el balotaje del 5 de junio, cerca de un 70%, frente a un 30% de la candidata de Fuerza 2011, Keiko Fujimori. En el resto del país, la diferencia rondó sólo los diez puntos porcentuales.
Estos sectores de la población manifestaron con su voto que no se sienten parte de la bonanza económica. Según una encuesta de Ipsos Apoyo, citada por Morgan Stanley, más de un 71% de los miembros del grupo socioeconómico D y E (que en promedio reciben ingresos de US$ 365 mensuales o menos) aseguraron que Perú está “retrocediendo” o “igual”. En contraste, la misma proporción de miembros del grupo A cree que el país está “progresando”.
Los grupos D y E representan a un 67% de la población de Perú. En Lima, equivalen a un 44% de los habitantes, pero en los pueblos pequeños, con 20 mil habitantes o menos, representan a un 90% de la población. Es un grupo lo suficientemente numeroso como para determinar una elección.
Alza del narcoterrorismo
Los bolsones de pobreza han dado paso además a una creciente actividad del narcoterrorismo. De hecho, en las zonas más pobres, como Apurímac, se concentra la mayor parte de las acciones de estos grupos. El sábado 4, un día antes de la segunda vuelta, cinco soldados fallecieron por una emboscada de narcoterroristas en el Valle de los Ríos Apurímac y Ene (VRAE), en el sur del país.
Según el ministro de Defensa, Jaime Thorne, las Fuerzas Armadas han logrado reducir el perímetro de acción de las bandas narcoterroristas de 34 mil kilómetros cuadrados, a 5 mil, en esta zona de Perú.
Sin embargo, un nuevo frente se abrió en la región de Loreto, en el norte, ya que las campañas exitosas realizadas por las fuerzas colombianas han empujado a los narcoterroristas de las FARC hacia territorio peruano, colocando un nuevo desafío para el recién electo Ollanta Humala.