Mujeres del 1900 revelan sus rostros, poses y vestimentas

El Museo Histórico Nacional lanzará este lunes 24 de enero el libro Retratos de mujer: 1880-1920, que intenta plasmar la evolución de las mujeres a través de su vestuario.

Por: | Publicado: Viernes 21 de enero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Francisca Orellana L.

No existen fotos vivas, pero sí aquellas que dan vida, dice Ximena Cruzat, directora del Museo Histórico Nacional (MHN), en la presentación de Retratos de Mujer: 1880-1920, libro que se lanzará este lunes y que busca rescatar, a través de 121 fotografías, no sólo los rostros, poses y modos del mundo femenino de la época, sino también ser un documento histórico al dejar de manifiesto los cambios que se han producido en el vestuario durante esos años.

En el libro dejamos de manifiesto la evolución que fue manifestando la mujer, que empezó a ser parte importante de la sociedad, a tener mayor educación y a participar de más actividades, explica Francisca Riera, curadora del archivo fotográfico del MHN y una de las editoras del texto.

En ese sentido, se trató de incluir a todos los segmentos de la población pero la gran mayoría de las imágenes corresponde a mujeres de buena situación económica, que tenían los recursos para dejar plasmados sus retratos. Al respecto, Riera especifica que la fotografía se convirtió en un catalizador de los eventos más importantes de la vida de cada una, como el momento de petición de mano o el matrimonio. Casi todas las mujeres retratadas aparecen sin sus nombres, pero hay algunas que se lograron rescatar, destacando la publicación del retrato de Elena Concha Subercaseaux, quien fue la inspiradora del libro Casa Grande, escrito por Luis Orrego Luco en 1908 y que causó gran revuelo en la época por las similitudes a la vida real. O Victoria Subercaseaux Vicuña, considerada una de las mujeres más ilustres de la época e hija de Ramón Subercaseaux Mercado, un destacado hombre de negocios y uno de los principales accionistas del ferrocarril de Valparaíso.



Del corsé a lo simple

El texto funciona como un paseo que, en 200 páginas, se acerca a la intimidad femenina, siguiendo la evolución de la moda y, con ello, los sutiles cambios que iba experimentando la sociedad en cuanto a las mayores libertades que iba adquiriendo el género.

Así, se puede ver que a partir de 1880 las mujeres comenzaron a usar el polizón, un armado hecho con acero o hueso de ballena que se ponía en la parte trasera del vestido. En la década siguiente, el polizón fue desplazado por el corsé, para dar forma de reloj de arena al cuerpo, y surgen las conocidas mangas jamón, caracterizadas por tener un gran volumen y un puño largo y ceñido. También aparecen los vestidos de princesa de una sola pieza, ajustados en la cintura y amplios en el ruedo, y la moda de pecho de paloma, caracterizada por prendas opulentas en la parte superior delantera del traje. Hacia comienzos del 1900, los vestidos adoptaron formas más suaves en las caderas, se estilizaron y acortaron, dando espacio a mostrar los zapatos, elementos que comenzaron a transformarse en un fetiche para las mujeres. Todo lo anterior, gatillado por la moda europea. Pese a la lejanía de Chile, la moda era muy temporal y, a lo más, estaba desfasada en una temporada, lo que demuestra que había bastante conexión con el resto del mundo y lo que se estaba usando, dice Riera.

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