Convocation 511
En un reciente viaje a EEEUU por motivos familiares, tuve la suerte de asistir a...
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José Manuel Silva
En un reciente viaje a EEEUU por motivos familiares, tuve la suerte de asistir a la 511ª ceremonia de graduación de la universidad de Chicago (The 511th Convocation). Ello me permitió reflexionar sobre el sorprendente sistema universitario norteamericano, uno de los pilares que hacen de ese país la mayor potencia tecnológica e intelectual del planeta. No me cabe duda de que si EEUU mantiene su estatus de primera potencial mundial durante el siglo XXI, se deberá en parte a su exitoso, plural y dinámico sistema universitario.
Lo primero que volvió a impresionarme es el origen generalmente privado y ligado a la filantropía de la mayor parte de estas universidades. Aunque es cierto que muchas de ellas también son estatales, en general las primeras de los principales rankings globales podrían ser calificadas de privadas sin fines de lucro. Así, por ejemplo, la universidad de Chicago fue fundada a fines del siglo XIX por la sociedad educacional bautista luego de una donación del magnate John D. Rockefeller. La propiedad donde se erigió la universidad fue donada por el millonario Marshall Field, dueño de tiendas de departamento. La universidad sigue recibiendo numerosas donaciones privadas, una de las más recientes fue la de David Booth, quien donó US$ 300 millones a la escuela de negocios, la que pasó a llamarse Booth. Este es uno de los fundadores de la empresa de administración de fondos DFA. Otros grandes donantes recientes son la familia Pritzker (escuela de medicina) propietaria entre otras cosas de los hoteles Hyatt y la familia Harris (escuela de políticas públicas).
En la mayoría de los principales rankings globales de universidades aquellas de EEUU llenan los primeros lugares. En aquél del Times, de las 25 primeras, 18 son norteamericanas. La de Chicago es la novena. La primera es Caltech, la segunda Harvard, la tercera Stanford. Todas privadas y cuyo origen se debe a la generosidad de quienes más se han beneficiado del sistema de libre mercado: empresarios y profesionales. En ellas se han originado los principales descubrimientos científicos del siglo XX. En 2011 la universidad de Chicago gastó US$ 472 millones en investigación científica. Desde 1987 ha registrado más de 3.300 patentes. Ha tenido más de 87 premios nobel entre sus alumnos o profesores, de los cuales enseñan hoy en sus facultades.
Otra de las cosas que llama la atención es el alto nivel de complejidad intelectual que la universidad proyecta. En esta graduación el discurso principal fue dado por el profesor del departamento de sociología Stephen Raudenbush, experto en desarrollar modelos lineales jerárquicos. Hoy los está aplicando para estudiar el desarrollo de habilidades matemáticas y de lenguaje en la infancia temprana, para sacar conclusiones para la educación y el desarrollo de métodos de evaluación de la calidad de la enseñanza. En EEUU, al igual que en Chile, el debate sobre la calidad de la educación está en el centro de la política. La universidad permite abordarlo con datos duros e investigaciones empíricas multidisciplinarias. Estas conclusiones se están empleando en los charter schools de la universidad, colegios públicos de la ciudad de Chicago, administrados por ésta.
Los estudios universitarios son una de las mayores exportaciones "no tradicionales" de EEUU. En el período 2010/2011 más de 700.000 alumnos extranjeros estudiaron en los principales colleges y universidades de dicho país. La mayoría pertenece a la élite intelectual de sus países y muchos se quedarán trabajando en el país del norte. Estos alumnos contribuyen en más de US$ 21 mil millones a la economía norteamericana. El país que más estudiantes envió fue China (157 mil), seguido por India (104 mil), Corea del sur (73.000), Canadá (27 mil) y Taiwán. Chile no aparece entre los 25 primeros. ¿No sería éste un buen uso para parte de los recursos del cobre? Al leer el catálogo de la graduación 511 de Chicago sorprende justamente la cantidad de estudiantes asiáticos, en especial en áreas científicas.
El siglo XXI será dominado por la sociedad del conocimiento. Un sistema universitario de clase mundial diferenciará a los países que triunfen en dicha sociedad. Las universidades norteamericanas son uno de los factores que me hacen estar optimista sobre el futuro de Estados Unidos. Al igual que la gran tradición filantrópica, la que sin duda contribuye a cimentar las bases de una sociedad libre. Luego de una semana en la maravillosa ciudad de Chicago, paraíso de arquitectos y académicos, no me cabe la duda que Estados Unidos es una "compra" para cualquier inversionista de largo plazo: sus empresas, sus propiedades y su sistema de educación superior.