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Proyectos de ERNC y financiamiento con lenders

Cristián Urzúa Ruiz, Urzúa | Matute Abogados

Por: Cristián Urzúa | Publicado: Viernes 9 de abril de 2021 a las 08:46 hrs.
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Cristián Urzúa

No fue fácil el 2020 para la industria de la ingeniería y construcción en materia minera, ni para los mandantes. Fue un año de controversias que encarecieron los proyectos, minaron las confianzas entre mandantes y contratistas, pero, así y todo, se lograron acuerdos que evitaron la concurrencia masiva a instancias arbitrales y judiciales.

Ocurrió así ya sea porque era lo que correspondía conforme al contrato respectivo, o lo necesario para comenzar pronto a producir o, en muchos casos, fue la decisión comercial a largo plazo. Lo relevante es que los actores de la industria más importante a nivel nacional, y aquella que los apoya en crecer (diseñadores, vendors y constructores), actuaron de tal modo de lograr buenos efectos a nivel país. Esto da confianza, genera precios adecuados y realistas y lecciones aprendidas.

No se puede decir totalmente lo mismo de aquellos proyectos que cuentan con financiamiento a través de lenders. Me centraré en los de ERNC. Ellos, habitualmente complejos por la cantidad de contratistas que involucran en sus proyectos, tuvieron un gran desafío en 2020. Desafío que, en lo constructivo y operacional, probablemente será cumplido. El aporte a la matriz de las ERNC es cada día más alto, pero eso no quiere decir que las confianzas entre contratistas de ingeniería y construcción y mandantes estén intactas y que las controversias no estén presentes.

Y disputas más complejas aun cuando hay que lograr las compensaciones y extensiones de plazo aplicables en este tipo de casos. La necesidad de que el mandante tenga que ir a tocar puertas a los lenders y la a veces dicotomía entre los riesgos asumidos por el mandante frente a lenders y aquellos con sus contratistas, ha llevado a muchos malos usos de posición dominante respecto de estos últimos, dilatando pagos, no reconociendo impactos en plazos y precio, atribuyendo riesgos que no tienen los contratistas y no aplicando en muchos casos el contrato para, finalmente, forzar un acuerdo por razones de cash Flow, portfolio y promesas de negocios futuros.

Nada de ello es sano, no lo es para la economía, no lo es para las ERNC, no lo es para la industria de la ingeniería, las compras y la construcción. Genera desconfianza y lleva a ofertas más altas en búsqueda de resguardos. La negativa injustificada de compensar a los contratistas cuando son impactados en los proyectos por riesgos que no son de su cargo y, de hecho, muchas veces incluso en contra de derechos expresos del contratista, lo único que provocará es que los futuros contratos sean o más caros y/o envueltos en la desconfianza, y que materias que con razonabilidad se debiesen definir en una mesa, se resuelvan con precios más altos y/o con mayores controversias.

El efecto de esto en la economía a veces pasa desapercibido, pero ello es así simplemente porque no se observa a primera vista: nos quedamos con una obra terminada y operando y aportando, pero no vemos lo que ella implicó, las desconfianzas que generó y relaciones que quebró y/o cómo el negocio, para una u otra parte, fue o más caro o desastroso. Todo lo cual, de uno u otro modo, impacta en la industria toda y, con su granito de arena no menor, en la economía.

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