Banca & FinTech

Banca abierta, scraping y la industria financiera chilena

Por: Rolando Castillo, country manager de Boufin.com. | Publicado: Jueves 15 de septiembre de 2022 a las 14:12 hrs.
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El country manager de Boufin.com, Rolando Castillo.
El country manager de Boufin.com, Rolando Castillo.

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La banca abierta es un mecanismo en el que la información bancaria de los clientes es compartida a través de aplicaciones o APIs. De esta manera, se crea un ecosistema propicio para la generación de negocios, solución de necesidades, sugerencia de servicios y mucho más. Todo esto, bajo un principio fundamental: el usuario es el propietario de sus datos.

Si bien el usuario o cliente es el principal beneficiado con el open banking, ya que puede acceder a mejores ofertas y una mejor experiencia, la industria también puede obtener importantes beneficios. En primer lugar, les da a las empresas ventaja gracias a la colaboración, ya que les permite mantenerse por delante de la competencia, con la exploración de acuerdos de intercambio de datos con fintech y otras instituciones de servicios no financieros.

En segundo lugar, la información compartida por el usuario (con su consentimiento), permite a las instituciones financieras mejorar sus productos y servicios, facilitando la construcción de una oferta crediticia pertinente, que refleje la actual situación del mercado. Asimismo, disminuye el roce para mantener actualizada y vigente la información de sus clientes.

En tercer lugar, permite disminuir los costos operacionales en la captura, validación, digitación y procesamiento de la información. Elimina el error humano involuntario y voluntario por la manipulación de la información (por ejemplo, la adulteración de antecedentes). Finalmente, mejora la participación del cliente, ya que los servicios de integración financiera de un banco generan una mejor experiencia de usuario, haciéndolos menos propensos a buscar alternativas y simplificando procesos engorrosos.

Hoy más que nunca la inclusión financiera pasa a ser un tema fundamental para todos los países en desarrollo, y Chile no es la excepción. En este contexto, la tramitación de la denominada “Ley Fintech” propone la creación de un sistema de finanzas abiertas, cuyo objetivo es disminuir la asimetría de información que enfrentan los actores entrantes en el sector financiero. Se busca facilitar el desarrollo de nuevas ofertas de productos y servicios, obligando a los actores de mercado a compartir la información financiera de aquel cliente que así lo solicite.

Actualmente las entidades chilenas no poseen una interfaz de comunicación estándar para ecosistemas de terceros, por lo cual se han visto en la necesidad de buscar alternativas para acceder a los datos. La experiencia de mercados más avanzados en el proceso, como Reino Unido y Australia, nos permite proyectar sobre cómo abordar esta tendencia, mientras se implementa un sistema de finanzas abiertas a nivel nacional.

Es aquí donde el scraping surge como la solución más segura y confiable. Esto lo ratifica el acuerdo entre la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (ABIF), BancoEstado y la Asociación de Empresas Fintech de Chile (FinteChile), que establece estándares de seguridad, responsabilidad y mecanismos de lectura de datos de clientes de manera controlada vía web scraping.

El scraping es una técnica utilizada para extraer información de forma automatizada. Usualmente estos programas simulan la navegación e interacción humana en plataformas digitales, y lo que ha permitido ver la experiencia internacional que nos lleva ventaja, es que este mecanismo es un complemento a un sistema de finanzas abiertas, debido a su flexibilidad y versatilidad frente a los requerimientos de información.

Frente a todos estos cambios y ante la inminente creación del sistema de finanzas abiertas en Chile, la banca debe tomar un rol de liderazgo. No sólo por los beneficios que le supone para la industria, sino porque el efecto principal se verá reflejado en un mayor acceso al sistema financiero y/o crédito por parte de personas que hoy no lo tienen. Es un momento marcado de dinamismo, donde los nuevos actores pueden ofrecer a la industria financiera la rapidez que requieren para competir en un mercado cada vez más digitalizado, con consumidores más exigentes y abiertos al uso de nuevas tecnologías.

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