Banco de Japón expande compras de activos
Emisor anunció planes para elevar su programa de compras por 5 billones de yenes, aunque el modesto alivio hará poco por estimular la economía real.
Por: | Publicado: Lunes 30 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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El Banco de Japón (BOJ) mantuvo sus tasas de interés cerca de cero en su reunión de política monetaria del 27 de abril, pero el banco central anunció planes para expandir su programa de compras de activos por 5 billones (millones de millones) de yenes (US$ 62.000 millones).
Este modesto alivio de política monetaria hará poco por estimular la economía real. Esto debiese ser interpretado más como una reafirmación de la postura reciente pro-inflacionaria del BOJ y, por lo tanto, parte de la respuesta del banco a las demandas políticas por más estímulo y acciones contra el fuerte yen. No obstante, los fundamentales económicos sugieren que estas demandas son de alguna manera quijotezcas y que las presiones deflacionarias seguirán.
La decisión del BOJ marca una continuación de su política más energética en los últimos meses. A fines de 2010 el banco introdujo un programa de compras de activos de 35 billones de yenes, un esfuerzo por contrarrestar las persistentes presiones deflacionarias que pesaban en la economía. El banco luego expandió su programa en varias ocasiones, más recientemente en febrero de 2012 (de 55 a 65 billones de yenes). Más dramático fue que en su reunión de política de febrero, el banco hizo un cambio de rumbo al anunciar una meta de inflación de 1%.
En cierto grado, la escalada de alivo monetario puede ser vista simplemente como una forma de mantener en pie la política con igualdad de condiciones en el contexto de una política menos ajustada en Europa. El Banco Central Europeo desde fines de 2001 ha estado en efecto conduciendo una forma de alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) a escondidas, con su inyección de más de 1 billón de euros (US$ 1,3 billones) en el sistema financiero de la eurozona. La Reserva Federal de EEUU no comprometió más QE de su parte, pero dijo estar lista para hacerlo de ser necesario. Autoridades en Japón, Europa y EEUU están así inmersos en una especie de “carrera monetaria al fondo”. Las tasas de intereses son tan bajas que las herramientas de política convencionales se han agotado, haciendo que las compras de activos del tipo que inició el BOJ desde 2001, cuando se embarcó en el QE y cuyo efecto fue renovado bajo el actual programa, una de las pocas opciones disponibles.
La evolución de la política monetaria japonesa en los meses recientes también debe ser vista en el contexto de una mayor presión política sobre el banco. Los políticos urgieron al banco a hacer más por estimular la economía, que tiene dificultades para recuperarse del tsunami de marzo de 2011, y por abordar los desafíos que trajo un yen fuerte y la severa debilidad económica en la Unión Europea. La divisa nipona tocó una máxima en la postguerra de 75 yenes: US$ 1 en octubre de 2011 y promedió 79,8 yenes: US$ 1 en 2010. Una combinación de demanda externa débil y moneda fuerte hizo que las condiciones de comercio para los exportadores sean complicadas. El gobierno intervino en los mercados de divisas, vendiendo yenes, en un esfuerzo por aliviar la presión alcista sobre la moneda. Esto parece haber tenido un impacto, a pesar de la dificultad de atribuirle una causa a un efecto también vinculado a las fluctuaciones globales en el apetito por riesgo. Sin embargo, un desarrollo conjunto ha sido el mayor escrutinio del rol potencial de la política monetaria en apoyo a los esfuerzos por debilitar al yen. Las condiciones monetarias más relajadas implican un yen más débil y un aumento en presiones inflacionarias (o al menos, en el caso de Japón, una declinación en las presiones deflacionarias), dos situaciones que servirían a las metas de manejo económico político.
La efectividad de la expansión del BOJ en cambiar el status quo es debatible, sin embargo. Por un lado, el impacto inmediato será minimizado por el hecho de que el aumento en compras de activos a 70 billones de yenes no se completará hasta fines de junio de 2013; el BOJ no está planeando incrementar las compras en 2012 más allá de lo que estaba en el programa existente. Por otro lado, puede no haber mucho impacto en el yen, ya que los mercados de tipo de cambio pueden ya haber traspasado las medidas a precios.
Más ampliamante, hay poca escapatoria de las fuerza fundamentales deflacionarias que aún se aplican a la economía real. La EIU prevé un retorno a la inflación fraccionalmente positiva de precios de consumidor sobre una base promedio anual en 2012, principalmente sobre la base de altos precios del crudo y un yen más débil a lo esperado comparado con máximas extremas recientes. El actual ajuste de la economía al tsunami de marzo de 2011 también podría influir en la inflación dada la reducción de la capacidad agrícola. Pero estas presiones inflacionarias modestas se alejarán con el alivio de los precios del crudo y esperamos que vuelva la deflación en 2013-14.
Este modesto alivio de política monetaria hará poco por estimular la economía real. Esto debiese ser interpretado más como una reafirmación de la postura reciente pro-inflacionaria del BOJ y, por lo tanto, parte de la respuesta del banco a las demandas políticas por más estímulo y acciones contra el fuerte yen. No obstante, los fundamentales económicos sugieren que estas demandas son de alguna manera quijotezcas y que las presiones deflacionarias seguirán.
La decisión del BOJ marca una continuación de su política más energética en los últimos meses. A fines de 2010 el banco introdujo un programa de compras de activos de 35 billones de yenes, un esfuerzo por contrarrestar las persistentes presiones deflacionarias que pesaban en la economía. El banco luego expandió su programa en varias ocasiones, más recientemente en febrero de 2012 (de 55 a 65 billones de yenes). Más dramático fue que en su reunión de política de febrero, el banco hizo un cambio de rumbo al anunciar una meta de inflación de 1%.
En cierto grado, la escalada de alivo monetario puede ser vista simplemente como una forma de mantener en pie la política con igualdad de condiciones en el contexto de una política menos ajustada en Europa. El Banco Central Europeo desde fines de 2001 ha estado en efecto conduciendo una forma de alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) a escondidas, con su inyección de más de 1 billón de euros (US$ 1,3 billones) en el sistema financiero de la eurozona. La Reserva Federal de EEUU no comprometió más QE de su parte, pero dijo estar lista para hacerlo de ser necesario. Autoridades en Japón, Europa y EEUU están así inmersos en una especie de “carrera monetaria al fondo”. Las tasas de intereses son tan bajas que las herramientas de política convencionales se han agotado, haciendo que las compras de activos del tipo que inició el BOJ desde 2001, cuando se embarcó en el QE y cuyo efecto fue renovado bajo el actual programa, una de las pocas opciones disponibles.
La evolución de la política monetaria japonesa en los meses recientes también debe ser vista en el contexto de una mayor presión política sobre el banco. Los políticos urgieron al banco a hacer más por estimular la economía, que tiene dificultades para recuperarse del tsunami de marzo de 2011, y por abordar los desafíos que trajo un yen fuerte y la severa debilidad económica en la Unión Europea. La divisa nipona tocó una máxima en la postguerra de 75 yenes: US$ 1 en octubre de 2011 y promedió 79,8 yenes: US$ 1 en 2010. Una combinación de demanda externa débil y moneda fuerte hizo que las condiciones de comercio para los exportadores sean complicadas. El gobierno intervino en los mercados de divisas, vendiendo yenes, en un esfuerzo por aliviar la presión alcista sobre la moneda. Esto parece haber tenido un impacto, a pesar de la dificultad de atribuirle una causa a un efecto también vinculado a las fluctuaciones globales en el apetito por riesgo. Sin embargo, un desarrollo conjunto ha sido el mayor escrutinio del rol potencial de la política monetaria en apoyo a los esfuerzos por debilitar al yen. Las condiciones monetarias más relajadas implican un yen más débil y un aumento en presiones inflacionarias (o al menos, en el caso de Japón, una declinación en las presiones deflacionarias), dos situaciones que servirían a las metas de manejo económico político.
La efectividad de la expansión del BOJ en cambiar el status quo es debatible, sin embargo. Por un lado, el impacto inmediato será minimizado por el hecho de que el aumento en compras de activos a 70 billones de yenes no se completará hasta fines de junio de 2013; el BOJ no está planeando incrementar las compras en 2012 más allá de lo que estaba en el programa existente. Por otro lado, puede no haber mucho impacto en el yen, ya que los mercados de tipo de cambio pueden ya haber traspasado las medidas a precios.
Más ampliamante, hay poca escapatoria de las fuerza fundamentales deflacionarias que aún se aplican a la economía real. La EIU prevé un retorno a la inflación fraccionalmente positiva de precios de consumidor sobre una base promedio anual en 2012, principalmente sobre la base de altos precios del crudo y un yen más débil a lo esperado comparado con máximas extremas recientes. El actual ajuste de la economía al tsunami de marzo de 2011 también podría influir en la inflación dada la reducción de la capacidad agrícola. Pero estas presiones inflacionarias modestas se alejarán con el alivio de los precios del crudo y esperamos que vuelva la deflación en 2013-14.