Laboral & Personas

Tasa de sindicalización de las mujeres supera la de los hombres, pero sigue al debe la participación femenina en cargos directivos

De acuerdo a una investigación de la Dirección del Trabajo, el 65,1% de los cargos directivos en las organizaciones de trabajadores son ocupados por hombres,

Por: Carolina León / Gráfico: María C. Arvelo | Publicado: Lunes 10 de abril de 2023 a las 12:55 hrs.
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El interés de las trabajadoras locales por integrar una organización sindical ha aumentado significativamente desde 2002. Sin embargo, dicho interés no se ha traducido en una mayor presencia en los cargos de liderazgo sindicales.

Así lo muestra el estudio “¿Las mujeres al poder? Efectos de la cuota de género en la conformación de las directivas sindicales en Chile” elaborado por la Dirección del Trabajo (DT).

De acuerdo a la investigación, elaborada por Carolina Díaz y Paulina von Geldern del departamento de estudios del servicio, la tasa de sindicalización femenina ha aumentado sostenidamente. Si en 2002 era de 8,2%, en 2022 llegó a 16,8%. 

Los hombres, en tanto, pasaron de una tasa de afiliación de 15,3% a 16,1% en el mismo periodo, de acuerdo a los compendios estadísticos de la DT. Otro dato relevante es que desde 2017 la tasa de sindicalización femenina se ha mantenido de forma sostenida por sobre la de los varones.

Así, al finalizar 2022 había 512.157 mujeres y 702.018 hombres sindicalizados, lo que representa un incremento de un 321% y un 41% en relación con 2002, respectivamente.

Cargos de liderazgo: el desafío

Con todo, a pesar del sostenido incremento que ha tenido la participación de las mujeres en los sindicatos a contar de 2002, ellas continúan teniendo una mayor presencia en las bases que en las dirigencias. 

De hecho, en la actualidad, el 65,1% de los cargos directivos en las organizaciones sindicales son ocupados por hombres, “cuestión que expresa la persistencia de una brecha de género en el acceso a los niveles de mayor influencia”, dice el estudio.

Así, sólo el 34,9% de los cargos en los sindicatos de base eran ejercidos por mujeres. 

Para incentivar la participación de mujeres en cargos directivos en organizaciones sindicales, la Ley Nº 20.940 -que moderniza el sistema de relaciones laborales publicada en septiembre de 2016 y que entró en vigencia en abril de 2017-, buscó garantizar la presencia de mujeres en los directorios sindicales estableciendo cuotas de participación -la que corresponde a un tercio de los integrantes del directorio-, y cuando esto no fuera posible, al menos en la comisión negociadora. 

Si bien este cambio legislativo ha significado un aumento, este ha sido débil de acuerdo a los datos. De hecho, en 2016 -año previo a la entrada en vigencia de la mayor parte del articulado de la Ley N° 20.940-, eran 454.520 las sindicalizadas y 9.555 los cargos directivos asumidos por mujeres, en 2022, en tanto, había 512.157 afiliadas a un sindicato y 11.569 cargos ejercidos por alguna de ellas.

De acuerdo al estudio, entre 2012 y 2016, hubo un incremento de 4,1 puntos porcentuales (pp.) en la proporción de cargos ejercidos por mujeres. Similar incremento se verificó entre 2016 y 2020. “Esto sugiere que, al menos a nivel agregado, el ritmo de avance hacia una mayor proporción relativa de cargos ejercidos por mujeres (que ya venía apreciándose antes de la reforma laboral del segundo gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet), no cambió significativamente luego de su puesta en marcha”, plantea el documento.

Según la investigación, además, las mujeres cuentan con una mayor presencia como secretaria y tesorera, en desmedro de la función de presidenta.

Un zoom a las regiones

Hay regiones que destacan por tener una distribución más equilibrada entre liderazgos femeninos y masculinos, como Arica y Parinacota, y Coquimbo, regiones en las que las mujeres ocupaban el 47,5% y el 39,8% de los cargos, respectivamente. 

En el otro extremo, aquellas donde la paridad está todavía bastante lejos de ser alcanzada: Antofagasta y Atacama, donde la proporción de mujeres ejerciendo algún cargo en sindicatos de base en 2022 era del 22,7% y 24,7%, respectivamente. 

“En estas regiones, con importante presencia de la actividad minera, la proporción de mujeres lideresas no solo es baja, sino que se ha mantenido así durante todo el período de referencia, evidenciando particulares dificultades para reducir las brechas existentes”, destaca la investigación.

Al mirar la situación por actividad económica, el informe muestra que sólo en los sectores de actividad típicamente feminizados y con una participación de mujeres en las bases sindicales, ellas han conseguido acceder masivamente a los directorios. 

Así, a fines de 2022, la participación de mujeres en cargos de representación sindical era mayoritaria en actividades de atención de la salud humana y de asistencia social, enseñanza, actividades de alojamiento y de servicio de comidas, y otras actividades de servicios, todas ramas en las que ellas constituían más del 50% de las personas con derecho a sindicalizarse y donde representaban más del 45% de las personas sindicalizadas. 

Siguiendo esta tendencia, ramas con paridad en los liderazgos eran administración pública y defensa, y comercio. Así, de las 21 ramas analizadas, 15 están todavía lejos de alcanzar una distribución equilibrada entre liderazgos masculinos y femeninos. 

Aquellas con particular rezago son transporte y almacenamiento, explotación de minas y canteras, y actividades de los hogares como empleadores. “Si en las dos primeras hay una relativa equivalencia entre el restringido acceso a cargos de toma de decisiones con el bajo porcentaje de mujeres sindicalizables y sindicalizadas, en la última puede advertirse un escenario diferente: aun tratándose de la rama más feminizada de todas, pocas mujeres optan por sindicalizarse y también pocas acceden a las directivas”, menciona el informe.

A modo de cierre, el documento plantea una serie de recomendaciones para incentivar la participación de mujeres en las dirigencias sindicales, entre ellas: generar cambios legales que vuelvan más restrictiva la posibilidad de eximir de la incorporación de mujeres en sus directorios a los sindicatos con afiliación femenina; reservar cupos en los programas de formación sindical financiados por el Estado; implementar una campaña nacional para promover la sindicalización y ampliar la participación de mujeres en los sindicatos de sectores masculinizados, entre otras.

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