La minería es uno de los grandes consumidores de energía del país. Para ser exactos, representa el 15% del consumo agregado de Chile en 2022, según un estudio de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), quien calculó que este gasto ascendió a US$4.661 millones el año pasado, de los cuales US$ 2.570 millones corresponden a consumo de electricidad del sector y US$ 2.091 millones están asociado al consumo de combustible.
El reporte de Cochilco considera un total de 53 operaciones mineras, entre las que se encuentran gran y mediana minería, fundiciones y refinerías, que representan al 99% de la producción de cobre nacional.
En términos productivos, los tres procesos más intensos en demanda energética son la mina a rajo abierto, que concentra el 40% del consumo energético total. Le sigue el proceso de concentración, con el 29% de la demanda de energía, y el proceso de lixiviación, con 13%.
Para el caso del consumo de combustibles, la mina rajo se lleva el 79% del total de combustibles, seguido por fundiciones, con un 7%. Para el consumo eléctrico en cambio, el proceso de concentradora es la fuerza dominante con un 52%, seguido de la electro-obtención, con un 19%.
A nivel regional, Antofagasta es por lejos la región con mayor consumo energético tanto en combustibles (61%) como en electricidad (57%). La región de Atacama por su parte cuenta con una participación del 10% del consumo energético total; las regiones de Coquimbo y Valparaíso en conjunto con el 12%; las regiones de O’Higgins y Metropolitana con el 15% y la región de Arica y Parinacota, con un 6%.
En relación al consumo por tamaño, la gran minería privada del cobre fue responsable de alrededor dos tercios del consumo tanto de electricidad como de combustibles durante el año 2022, mientras que la gran minería estatal, representada por Codelco, representa el 28% de combustibles y 26% de la electricidad.